Al iniciarse el siglo V de nuestra era el imperio romano se había ya dividido definitivamente en Oriente y Occidente. Esta división afectaba también a los territorios africanos del imperio: Egipto y Libia pasaron a pertenecer al imperio oriental y lo que hoy es Túnez y la parte norte de Argelia y Marruecos, al imperio occidental. En el oriente romano africano vivía, concretamente en Alejandría, una mujer sabia, pagana, estudiosa de los astros, filósofa: Hipatia. En el occidente romano africano, vivía, en la ciudad de Hipona, Aurelio Agustín, ex profesor de retórica, obispo, canonizado por la Iglesia tras su muerte. Ambos sólo tuvieron en común dos cosas: despreciaron los placeres terrenales (Hipatia, en favor del intelecto, Agustín en favor de su dios) y fueron asesinados (Hipatia en 415 por fanáticos cristianos, lectores tal vez de las Confesiones o del De fide et symbolo de Agustín; Agustín en 430 por los vándalos que invadieron el África occidental romana, dentro del proceso general de destrucción del imperio romano occidental).
El libro de Gaarder se presenta como una presunta traducción de una carta de Floria, ex amante de Agustín y madre de Adeodato, su hijo, al obispo de Hipona. Floria, tras leer las Confesiones de Agustín, le reprocha en la carta que la abandonara a ella y, en general, a la vida de los sentidos, para preferir "el sombrío laberinto de los teólogos", le reprocha que despreciando las cosas y seres del mundo Agustín está despreciando la obra de su dios y, por tanto, tal vez a este dios mismo. La carta yo creo que es falsa (no Floria, que existió realmente), pero con esta carta falsa Gaarder consigue poner sobre el tapete una época interesantísima y cuestiones de gran relevancia.