Hace unas semanas andaba yo buscando algo en internet, no recuerdo lo qué, cuando topé con un blog de emigrados a Holanda que no conocía hasta la fecha: El Inmigrante. Y cual sería mi sorpresa cuando, nada más pinchar en el enlace de google, el primer contenido de dicha bitácora que apareció ante mis ojos fue la siguiente fotografía. ¡El tuning holandés volvía a hacer acto de presencia!
Esto tenía que enseñároslo como fuera (¿¿lo que sale del hocico son cables sobrantes o un amago de pelos rizados??) así que escribí a Aniska, redactora del blog en cuestión, pidiéndole prestada su imagen. Y no sólo nos ha obsequiado con la fotografía sino que también nos ha proporcionado una importante pieza de información: El cochecito de la foto, presuntamente el mismo que protagonizaba nuestro capítulo anterior, puede encontrarse con frecuencia en torno a la Marnixplein de Amsterdam. Y no sólo eso sino que además... ¡cambia de apariencia cada semana! Así que la próxima vez que os topéis con un vehículo que parece sacado de los mundos de Akira Toriyama no penséis que la capital holandesa es un hervidero de frikis más denso que un cartón de karnemelk sino que probablemente se trate siempre de... ¡la misma persona! ¿Quién será y qué pretenderá exactamente con esto?
De todos modos, para demostrar que tunear estos cochecitos es una tendencia en boga en los Países Bajos y el tunning neerlandés de andar por casa no vive sólo de este camaleónico ejemplar gris y algún que otro coche de policía más falso que un duro de mil pesetas, aquí va otro ejemplo, un poco menos espectacular eso si, recientemente avistado cerca de mi casa:
Este sí anuncia algo, sí. Pero no se trata de un negocio como cabría esperar. He visitado la página anunciada y se trata de una especie de blog con muy mala pinta encabezado por la foto de una octogenaria que nos echa el corte de manga. En su declaración inicial los autores manifiestan literalmente que VALORAN MUCHO LA HONESTIDAD, y por ello si desplazamos el cursor hacia abajo veremos cosas que jamás veríamos en webs menos honestas como un pene al que le han hecho un nudo. Ésta es una de esas (escasas) ocasiones en que uno se alegra de no hablar holandés. Aunque se entristece de no haber aguardado el retorno del propietario del pequeño auto para conocer el rostro de este espécimen de la Holanda profunda.
Investigando un poquito (sólo un poquito) he descubierto también que el nombre de la página coincide con el de una serie holandesa de mil novecientos ochenta: La familia Knots. El eslabón perdido entre los setenteros Ropper y nuestra farmacia de guardia. Lo que me ha transportado instantáneamente a una de esas (frecuentes) ocasiones en que uno maldice no hablar el idioma del país...
Ya sabes, posibles explicaciones a este particular fenómeno tuning o tus propias fotos de avistamientos de estos objetos no identificados son más que bienvenidos en esta sección del blog. ¡Si tienes cualquier cosa, escríbeme!