Luego se quejan de que no hay aves en nuestros montes cuando su única intención es masacrarlas, cuantas más mejor, como sea y donde sea... y si no se pone remedio pronto acabarán con todas. Estoy seguro que estos cazadores puestos a debatir sobre estos problemas en público, nunca confesarían estas tropelías y se calificarían (siempre lo hacen) como los máximos defensores de nuestra Naturaleza.
Finalizo con una nota de optimismo, ya que el final de su conversación fue bastante esperanzador para mí. Hablaban de la falta de nuevas vocaciones entre los jóvenes, del rechazo del hijo del mayor a seguir con la tradición, o de la falta de aficionados de su edad en el más joven. Alucinen ustedes con la explicación que dieron para explicar porqué la actividad cinegética envejece y (esperemos) puede acabar desapareciendo: "Esto sucede por cómo les educan en el colegio, en el respeto a los animales y sensiblerías de este tipo, que no se puede ni tirar una piedra a los pájaros, ni dejar un perro cuando no te sirve." Y ciertamente es así, pero no "por culpa" sino más bien "gracias a" tener unos niños más sensibles y educados que lo de matar otros seres vivos vaya perdiendo vigencia entre las nuevas generaciones.
Como estos jóvenes pajareros de Burgos que podrían dar un par de lecciones a la España anacrónica que escuché tomando un café. ¡¡Viva la educación!!