De no ser por unas toses que ya rozan la vergüenza, esta tarde otoñal hubiésemos podido alcanzar el cielo en este "Homenaje a Mahler" que no podía contar con mejores intérpretes ni obras elegidas, muy bien comentadas por Joaquín Valdeón en las notas al programa.
El auténtico protagonista resultó el pianista Wolfran Rieger, un auténtico "monstruo" (por no llamarle animal en el cariñoso sentido de la palabra) ante su auténtico y abrumador dominio no ya del instrumento, del que sacó sonoridades increíbles cual auténtica "orquesta reducida" que era para Mahler, sino por el perfecto entendimiento con un Thomas Hampson que fue de menos a más, haciendo de cada tema toda una condensada representación y catálogo de sentimientos hechos canción.
La primera parte comenzó con la alegría de un grupo de las "Early Songs" que forman parte de Lieder und Gesänge y Wunderhorn que además podíamos seguir textos y traducción de Elena María Accinelli en la mayoría del programa. Así fueron desgranando Frühlingsmorgen para despertarnos, Ablösung im Sommer en recuerdo del verano que aún tenemos cercano, Rheinlegendchen que fluyó y nos trajo un primer momento sublime, Ich ging mit Lust durch einen grünen Wald, placentero paseo musical en noche de luna llena, y Erinnerung, recuerdo cual resumen de todas las canciones anteriores que nos encadenaron a la butaca como preparándonos para todo el dolor que vendría después.
La segunda parte nos devolvió alegrías y penas, aún más emociones, primero con los Lieder eines fahrenden Gesellen realmente magistrales, inspirados, un universo pianístico y un muestrario vocal donde cada palabra, cada frase, adquiría la importancia justa siempre apoyada por el gesto y un color apropiado para todas ellas, desde Wenn mein Schatz Hochzeit macht de gusto romántico pleno hasta la rabia contenida de ese "cuchillo al rojo vivo" que es Ich hab' ein glühend Messer, y el lirismo de los ojos azules no ya de la amada sino del propio Hampson (Die zwei blauen Augen).