Casi podría decir, por no repetir las "Estaciones asturianas" que avanzaba el programa, que fueron granadinas y de Aarón Vivaldi, pues son un nuevo cuadro como "Las Meninas" tras la limpieza, y la labor ha sido ardua pero primorosa por parte del mayor de los Zapico, que entiende el Barroco desde una perspectiva amplia con ideas muy claras que no sólo plasma en el papel sino que consigue llevarlas a la práctica para compartirlas con todos.
Analizar en detalle todo el concierto daría para todo un ensayo, las obras lo están perfectamente en el programa de mano por Pablo J. Vayón (otro enamorado del Barroco y de Los Zapico), y lo apuntado anteriormente es válido para cada estación-concierto en una imparable ascensión de satisfacción que superaba siempre a la anterior, lo que parecía imposible. Abría boca la Sinfonia per archi RV 111a (versión ligeramente modificada de la obertura de Il Giustino) que presentó las credenciales de lo que vendría a continuación, entrando Aitor sin finalizarse para arrancar y sorprendernos directamente con "La primavera" (RV 269) desde el Allegro inicial con esa sonoridad y fraseos que marcarían las otras estaciones, trinos empastados con el concertino y demás solistas (en verdad todos sin excepción), ecos chispeantes, destellos de finura, derroches de buen gusto y alegría que se transmitía nota a nota. Sin aplausos, a petición de la dirección, con los siempre necesarios reajustes y afinación incluso entre movimientos, fueron pasando "El verano" (RV 315), tal vez por ambiente y temperatura más asturiano que veneciano (Granada refrescó para esta noche de resurrección vivaldiana), "L'autunno" (RV 293) cuyos tonos ocres y tostados de otoño asturiano, si tienen sonido son los que escuché en Granada, hasta "L'inverno" (RV 297) que puso música a paisajes estrellados de geométricas nieves, con el Largo "necesariamente" repetido de propina ante la belleza global derrochada en la interpretación de Forma Antiqva con Aitor Hevia.
Impactante es poco, lo que pude escuchar en Granada es histórico y la apuesta ganadora, tan segura y fuerte que conseguirá romper moldes. La grabación será una pequeña demostración pero el directo y este "reeestreno" son inenarrables, inefables (no se pueden explicar con palabras). El cura pelirrojo estuvo feliz en Granada ¡como todos los demás!.
P. D.: De vuelta a Mieres espero preparar un álbum de fotos sacadas con la cámara y "subirlo", pues el cable para volcarlas allí me quedó. Al menos la foto con el teléfono sirve de rápido testimonio gráfico.