Vivaldi redescubierto

Publicado el 08 julio 2011 por Pablosiana @pablosiana
 Jueves 7 de julio, 22:30 horas. 60 Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Auditorio Manuel de Falla: Forma Antiqva, Aitor Hevia (violín solo), Aarón Zapico (clave y dirección): Concerti Figurati ossia Le Quattro Stagione, Vivaldi.
Puedo presumir de haber asistido a una auténtica primicia: redescubrir una obra nueva a partir de otra archiconocida. La nueva "aventura" de Aarón Zapico con sus hermanos Pablo y Daniel, teniendo de solista a otro asturiano como Aitor Hevia que brilla por sí solo (la genética también influye), más una orquesta de cámara (3-3-2-2-1) con un órgano que completaba el continuo de los tres Zapico, funcionando perfectamente ensamblada y una concertino (Guadalupe del Moral) tan protagonista del concierto como el propio solista, no se limitaron a lo trillado ni a una mera interpretación historicista. La apuesta es tan alta que comienzan a grabarla apenas diez horas de finalizar el concierto en el mismo auditorio con su sello "Winter & Winter" para dejar constancia del producto final. El bombazo estará servido en cuanto comience a escucharse el CD...
Casi podría decir, por no repetir las "Estaciones asturianas" que avanzaba el programa, que fueron granadinas y de Aarón Vivaldi, pues son un nuevo cuadro como "Las Meninas" tras la limpieza, y la labor ha sido ardua pero primorosa por parte del mayor de los Zapico, que entiende el Barroco desde una perspectiva amplia con ideas muy claras que no sólo plasma en el papel sino que consigue llevarlas a la práctica para compartirlas con todos.
Nuevos tempi, jugando con acelerandos y retrasandos en los momentos justos, nuevas dinámicas no ya de constrastes increíbles pp-ff sino incluso con pequeños crescendi cual reguladores, finales de movimientos con el ritardando exacto y nada forzado, permitiendo disfrutar todas las notas, fraseos alucinantes en todos y cada uno de los temas, a tutti o en solos, partes virtuosas a la par que luminosas, claras, recreando toda una ornamentación siempre al servicio de la música, pero sobre todo una textura y riqueza tímbrica increíbles, en parte por un continuo con el clave de Aarón, el órgano de Silvia Márquez, junto a la guitarra barroca-archilaúd de Pablo y la tiorba de Daniel, más el empaste ya apuntado de una orquesta de cámara que pese a la juventud desbordó maestría y poso escénico. No es de extrañar la explosión de júbilo final que obligó a bisar el Largo del invierno.
Analizar en detalle todo el concierto daría para todo un ensayo, las obras lo están perfectamente en el programa de mano por Pablo J. Vayón (otro enamorado del Barroco y de Los Zapico), y lo apuntado anteriormente es válido para cada estación-concierto en una imparable ascensión de satisfacción que superaba siempre a la anterior, lo que parecía imposible. Abría boca la Sinfonia per archi RV 111a (versión ligeramente modificada de la obertura de Il Giustino) que presentó las credenciales de lo que vendría a continuación, entrando Aitor sin finalizarse para arrancar y sorprendernos directamente con "La primavera" (RV 269) desde el Allegro inicial con esa sonoridad y fraseos que marcarían las otras estaciones, trinos empastados con el concertino y demás solistas (en verdad todos sin excepción), ecos chispeantes, destellos de finura, derroches de buen gusto y alegría que se transmitía nota a nota. Sin aplausos, a petición de la dirección, con los siempre necesarios reajustes y afinación incluso entre movimientos, fueron pasando "El verano" (RV 315), tal vez por ambiente y temperatura más asturiano que veneciano (Granada refrescó para esta noche de resurrección vivaldiana), "L'autunno" (RV 293) cuyos tonos ocres y tostados de otoño asturiano, si tienen sonido son los que escuché en Granada, hasta "L'inverno" (RV 297) que puso música a paisajes estrellados de geométricas nieves, con el Largo "necesariamente" repetido de propina ante la belleza global derrochada en la interpretación de Forma Antiqva con Aitor Hevia.
Impactante es poco, lo que pude escuchar en Granada es histórico y la apuesta ganadora, tan segura y fuerte que conseguirá romper moldes. La grabación será una pequeña demostración pero el directo y este "reeestreno" son inenarrables, inefables (no se pueden explicar con palabras). El cura pelirrojo estuvo feliz en Granada ¡como todos los demás!.
P. D.: De vuelta a Mieres espero preparar un álbum de fotos sacadas con la cámara y "subirlo", pues el cable para volcarlas allí me quedó. Al menos la foto con el teléfono sirve de rápido testimonio gráfico.