¡Vivan las cadenas!, el grito favorito de los españoles, un pueblo a veces incompetente y miserable

Publicado el 16 febrero 2016 por Franky
El "dogma" de que el pueblo es sabio es una estupidez. Algunos afirman que el pueblo, cuando habla, jamás se equivoca, pero eso es mentira porque el pueblo, sobre todo el español, se ha equivocado muchas veces a lo largo de la Historia, ha apoyado a los canallas y se ha arrojado al precipicio. Aplicado a las urnas, la pretendida sabiduría del pueblo se convierte muchas veces en imbecilidad. Lo que ocurre está dentro de toda lógica: si el pueblo está mal educado y carece de cultura y de valores, cuando vota suele apoyar a miserables y canallas. --- Los españoles han apoyado muchas veces a tiranos y canallas y han despreciado las mejores opciónes, las que representaban avances y aciertos en la Historia. Ocurrió cuando despreció a los comuneros de Castilla y, sobre todo, cuando aclamó y dio todo su apoyo al miserable felón del rey Fernando VII. En nuestros tiempo, los españoles cometen un error tras otro al otorgar su apoyo a la actual clase política, plagada de corruptos e ineptos, y al haber elegido en las urnas a partidos que han arrasado y saqueado el país.

El grito popular de ¡Vivan las cadenas! expresa con claridad el espíritu esclavo y la malformación del pueblo español. Es un lema acuñado por los absolutistas españoles en 1814, cuando, en la vuelta del destierro de Fernando VII, se escenificó un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza y fueron sustituidos por personas del pueblo, que tiraron de ella, representa el apoyo popular masivo a la decisión del rey de ignorar la Constitución de 1812 y el resto de la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, gobernando como rey absoluto.

Ese mismo grito, que no es otra cosa que una estúpida exaltación de la esclavitud y un desprecio a la libertad, ha sido pronunciado por el pueblo español muchas veces en la Historia y es el mejor ejemplo de la miseria y del desprecio a la libertad de los españoles.

Hoy continua activo el mismo sainete y la misma tragedia de España con un pueblo que guarda silencio y parece apoyar la obra miserable que está fraguando un Pedro Sánchez obsesionado por gobernar y dispuesto a pactar, para formar gobierno con la tribu de Podemos, que le exige medidas y decisiones suicidas, como la celebración de un referendum independentista en Cataluña, una subida masiva de impuestos y la entrega al ambicioso comunista Pablo Iglesias de una vicepresidencia que controle capítulos tan delicados como los servicios de inteligencia y la propaganda, lo que todo dictador necesita para afianzarse en el poder para siempre jamás.

Mientras que a los socialistas parece no importarles hundir a España apoyando una alianza suicida con la locura intervencionista y con los peores enemigos de España, el pueblo, inculto y degradado, en lugar de rebelarse, guarda silencio y espera pasivo la llegada de la ruina. ¡Vivan las cadenas!

Si el pueblo español no fuera inculto, mediocre y esclavo, como ha demostrado serlo muchas veces en la Historia, estaría ya en las calles, presionando para que esa brutalidad no llegue a consumarse. Pero el pueblo, al que llaman "soberano" en democracia, no cuenta, ni se moviliza, ni exige, ni demuestra un sólo gramo de cordura y firmeza en esta España degradada y mal gobernada.

No nos damos cuenta, pero la traición que maquina Pedro Sánchez y el socialismo español puede ser la mas sucia y equivocada de la Historia de España desde el patético regreso por aclamación de Fernando VII y el fusilamiento de Riego.

Ese pueblo español que tantas veces ha apoyado a los canallas, vuelve a hacer de las suyas, cubriendose de miseria y demostrando que es capaz de votar en masa a partidos tan corrompidos y a dirigentes tan lamentables como los que han hundido el país y lo han convertido en un océano de corrupción, abuso de poder y decadencia en los últimos años.

Mientras la locura de pactar con la tiranía se teje a oscuras en los despachos políticos, el inculto y misero pueblo español vuelve a gritar necio y cobarde:

"Vivan las cadenas!"