Es por todos conocido que hay algunas personas no se atreven a buscar formas de realizar aquello que anhelan. Las razones que llevan a esas personas a limitarse de esa manera en la vida son diversas. Algunos, sienten temor a desafiar a sus familias, sintiendo que tienen alguna clase de deuda hacia ellos. Algunos otros, recordando experiencia pasadas desfavorables, dejan que el temor los paralice, y se quedan estáticos, sin atreverse a cambiar aunque estén a disgusto con su situación de vida. Muchas de las personas que piensan de esa manera, ante la primera dificultad, se rinden, y dejan morir sus sueños. Al hacer a un lado las ambiciones propias, muchas de esas personas terminan obedeciendo mandatos ajenos, pensando que así encontrarán algo parecido a la dirección que sus vidas necesitan. Tristemente, la gran mayoría de esas personas únicamente terminan sintiéndose más vacías y tristes que nunca, resignándose a vivir una existencia escasa de verdadero significado. Esos sentimientos son los que. si se dejan sin atenderse, a la larga pueden causar problemas depresivos mayores.
Resulta entonces, darse un momento para recordar la importancia de luchar por nuestra felicidad. No tiene caso el tratar de agradar a otros, aunque sean de nuestra propia familia o personas muy cercanas a nosotros, al aceptar hacer algo que va en detrimento de nuestra propia felicidad y bienestar. Con el ritmo de vida que se tiene hoy en día, resulta fácil perder momentáneamente la noción del tiempo. Sin embargo, la vida jamás se detiene, y cuando volteamos hacia atrás, nuestros días de juventud son sólo un recuerdo distante. Vale la pena reflexionar acerca de la duración de nuestro paso por este planeta y la manera en la que usamos nuestro tiempo. ¿Acaso queremos mirar hacia atrás y sentir que jamás tuvimos el valor de luchar por lo que deseamos?