Truffaut recurre a todos los recursos de la serie negra para entregar esta modesta e inocente joya. El blanco y negro retratado por el tambièn desaparecido Néstor Almendros es una experiencia de contrastes única y visualmente es un ejemplo de manejo de la imagen y de los símbolos.Durante hora y media cada instante en el que avanza el metraje es una sorpresa más, mientras la Ardant se roba el show en frescura, belleza e ingenio. Ha sabido capturar el tono perfecto para ser una eficiente detective aficionada a cambio, aparentemente, de nada. Su jefe el presunto culpable, parece cínico, no sin intervenir de manera directa para su defensa, en momentos clave.Este regalo final merece la pena ser revisitado una y otra vez, que viva por siempre Truffaut, su viuda y sus películas.
Truffaut recurre a todos los recursos de la serie negra para entregar esta modesta e inocente joya. El blanco y negro retratado por el tambièn desaparecido Néstor Almendros es una experiencia de contrastes única y visualmente es un ejemplo de manejo de la imagen y de los símbolos.Durante hora y media cada instante en el que avanza el metraje es una sorpresa más, mientras la Ardant se roba el show en frescura, belleza e ingenio. Ha sabido capturar el tono perfecto para ser una eficiente detective aficionada a cambio, aparentemente, de nada. Su jefe el presunto culpable, parece cínico, no sin intervenir de manera directa para su defensa, en momentos clave.Este regalo final merece la pena ser revisitado una y otra vez, que viva por siempre Truffaut, su viuda y sus películas.