por J.C. Vinuesa
Vivement Dimanche! (1983) Vivamente el domingo
Francois Truffaut
F. Truffaut
Reparto (Imdb)
Fanny Ardant... Barbara Becker
Jean-Louis Trintignant... Julien Vercel
Jean-Pierre Kalfon... Massoulier (the priest)
Philippe Laudenbach... Maitre Clement
Philippe Morier-Genoud... Supt. Santelli
Xavier Saint-Macary... Bertrand Fabre
Truffaut fue posiblemente uno de los más grandes expertos del cine. Dotado de un magnífico sentido para elegir sus proyectos, antes los observa de forma analítica. No fue Godard, evidentemente, ni un “francotirador” de lo nuevo, ni un esteta elucubrador. Guionista en su origen de la que fue el pistoletazo de la nouvelle-vague, À bout de soufflé y desmitificador del Film d´Art. Sin embargo se inclinó por la narración pura, es decir; sujeto, verbo y predicado. Una historia, unos personajes, lirismo e intimidad, las emociones psíquicas. Muchos afirman que Truffaut siempre ha hecho la misma película. La nostalgia de la adolescencia, su romanticismo empedernido, sean solo, tal vez el entusiasmo por su vida, de su “acabar bien las cosas”, como el divertido final de Vivamente el domingo.
Vivamente el domingo no es una comedia policíaca de las que ahora están de moda. Es un revival auténtico del género, un homenaje a los maestros, que él mismo descubrió y revalorizó. Con esta película cumple la deuda contraída con el cine americano, y el cine americano con él, en una correspondencia de amantes bien avenidos. Es como los antiguos homenajes de Bodganovich a Hollywood. Respiraba clasicismo, pero también un dinamismo actual. Emuló a los grandes, pero en realidad se copia a si mismo en su propio estilo,
Hitchcok y Ford, Renoir y Hawks, El hombre que sabía demasiado, La regla del juego. Están todos. Y todo lo que hace falta para construir una comedia policíaca, los personajes, la ciudad, los coches, los teléfonos, las armas, el amor… el blanco y negro en la pantalla. Perfecto revival. Todo el clasicismo policíaco dentro. Y una agilidad narrativa vertiginosa, envolvente, más actual.
Tres cadáveres, tres besos y la vida secreta de una esposa asesinada se articulan para contar una historia de crímenes, y también de amor. Y Truffaut sigue fiel a sus principios: su afición a lo policíaco y su romanticismo de auténtico sabor francés.. Y es excepcional la forma en que va tejiendo los misterios hasta hacerse intrigante. Se sirve de un auténtico desfile de personajes anecdóticos divertidos, de sospechosos que van llamando la atención del espectador hasta adueñarse de él. El encerramiento forzoso del protagonista acentúa la investigación exterior de la improvisada detective. La narración progresa de forma implacable manteniendo ocultos los datos importantes de la intriga. Sólo se descubrirá a cuentagotas, en flash-back. Es la técnica de Hitchock pulida de ingredientes psicológicos, sociales o morales. Es en definitiva la lucha de un hombre ayudado por su secretaria contra un destino que le ha puesto en contra. Una existencia cotidiana sacudida por el ramalazo de lo extraordinario, de aquí arranca el film de este director.
Su otra gran dimensión es la visual. Prima la acción sobre las explicaciones verbales, a veces pesadas en autores consagrados. La utilización del blanco y negro es otro elemento importante. Truffaut se vale de su camarógrafo habitual, el añorado Néstor Almendros, para crear una atmósfera misteriosa, los personajes en contornos imprecisos, la bruma, la lluvia, el claroscuro, que hacen dudar al espectador de la precisión y le acercan al misterio, a lo sospechoso. No es un juego con el espectador, sino que le invita a una participación abierta, además de ser ingredientes necesarios para el caso. Los interiores están perfectamente estudiados para colocar la cámara en el lugar adecuado y aportar la mayor información con economía de planos. Pero nada extraña, porque Truffaut es un maestro de interiores, de la unidad visual-emocional.
Fanny Ardant, que debutará con él en La mujer de al lado hace una interpretación inteligente, sentida, y no puede evitar evocarnos a Pippa Guard, aquella magnífica “detective” de Un trabajo no apropiado para mujeres de Chris Petit. Esto, más la excelente música del habitual Delerue logran una película completa, con diálogos ágiles y humor fino como la canela. A pesar de estar basada en una novela menor de Charles Williams, no puede envidiar las adaptaciones de Chandler, McCoy… Porque Truffaut, a parte de los secretos ocultos, ha transmitido como siempre, ese halo de complicidad dulce, para que el espectador deguste.