Hablar de sistema es hablar de Poder (con mayúsculas); y Poder es una cosa: Capacidad de decisión: lo que se dice se hace. Quien tiene el Poder, manda, y el Poder está asociado al Dinero. El Dinero mueve el mundo.
Pero hay una manera mejor de mandar, sin que el otro se sienta mandado. Tener Poder y ejercerlo absolutamente de manera vertical, puede dar lugar a revoluciones y algaradas que no interesa.
Por eso, 'no hay mejor esclavo que aquel que se cree falsamente libre', como decía Goethe. De eso se trata, de que no te enteres. Lo sutil funciona mucho mejor. Te haré creer lo contrario a lo que deseo. 'Estamos tan mentidos que hasta la verdad parece mentira' (te recomiendo leer Información opinada y opinión desinformada).
Aquí van diez rasgos indicativos de que estás atrapado por el sistema:
1. No tienes tiempo. Es ideal para el sistema y su finalidad número uno. ¿Objetivo? Que no pienses, porque cuando uno piensa saca conclusiones, muchas de ellas contrarias a lo que nos han hecho pensar. Para pensar hay que estar fresco y lúcido, y cuando estás derrotado lo único que te apetece es tumbarte en el sillón y que tu mente se relaje. Sales pronto de casa, pasas un buen tiempo en coche o transporte público y llegas a las tantas a tu morada. Mañana, más de lo mismo.
2. Estás hipotecado 'a tope'. Es el poder de la deuda, y cuanta más, mejor. Entonces, estás pillado, porque tu objetivo número uno será poder pagarlas. La libertad, esto es, la posibilidad de ser uno mismo, pierde protagonismo a favor de una finalidad: saldar deudas. John Adams (1735-1826). decía: 'Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación: con la espada y con la deuda.' Te recomiendo que leas (y veas) el post Confesiones de un sicario económico.
3. Padeces el síndrome del domingo por tarde. Sí, esa sensación de tristeza-depresión que te lleva a repetir una y otra vez: 'Uff, mañana lunes.' No te gusta tu trabajo. Un día y otro lo mismo. Es un suplicio, una forma de subsistencia. Y lo peor de todo, estás acomodado. La inercia de la rutina puede más que tu valentía y fuerza de voluntad para dar un golpe de timón y hacer un cambio. Esperas como agua de mayo la llegada de cualquier puente o festivo, las vacaciones de Semana Santa o Navidad, y la gran traca final: el verano (ver post Vacaciones en mal... no tiene desperdicio; y también Síndrome del domingo por la tarde).
4. Tu discurso habitual es de culpa, excusas y quejas. Ya escribimos aquí el post Autorresponsabilidad: el mejor ejemplo de liderazgo. Si hay un rasgo que define a aquellos que se puede catalogar de 'ganadores' es que ponen la responsabilidad de sus vidas en ellos mismos, pero no sólo de lo bueno que les ocurre, sino también de lo malo. Como decía Steve Jobs: 'Todo tiene una explicación de lo que hoy eres, y tú eres el causante. Si echas para atrás, encontrarás cómo esos hilos se van hilvanando. Esto no es fácil de aceptar, pero si lo haces, cambiará tu vida.'
5. Escuchas demasiado: a tus familiares, amigos, a los medios... Recuerda, regla número uno: el éxito siempre procede de la diferencia; y si quieres ser diferente tienes que aprender a NO escuchar. Cuando escuchas demasiado, acabas mimetizando, copiando, siendo uno más... tanto en ideología, pensamiento como comportamiento. Lo peor es siempre ser indiferente. Te recomiendo: Un aplauso por la Autenticidad... Escúchate más a ti mismo, que en el fondo sabes lo que quieres.
6. Vives una vida estándar. No la que te gustaría, sino la que has autoaceptado del sistema: estudia, ve a la universidad, échate novia, cásate, hipotécate, ten hijos... El sistema ha marcado unas pautas y tú no has tenido el arrojo de saltártelas. No hay mejor manera que tener a la gente en el redil. Cualquiera que saca los pies del tiesto es un personaje potencialmente peligroso. Y tú te resignas, porque como decía Adam Smith: 'El caso es que resulta muy cómodo ser parte de la multitud.'
7. El dinero es un fin en sí mismo. Me decía Pedro Ruiz en una ocasión: 'Cada día nos cuesta más caro vivir peor.' Tanto ganas, tanto vales. Has aprendido a que tu valoración como persona está en función de tu estatus, de tu sueldo, de tus propiedades, de tu agenda de contactos... Crees que todo eso resolverá tus problemas y te dejas la vida en ello. A medida que tu salario crece, también tu nivel de gastos, con lo que más de lo mismo. Y dar marcha atrás, ni pensarlo. El orgullo puede demasiado. Tu no eres el patrón de tu vida. Terceras personas te dicen a qué hora tienes que entrar, cuál es tu jornada laboral, etc, etc....
8. Necesitas evadirte de tu realidad. El consumo (aunque no solo el consumo) es entonces la forma de anestesiarte, de inyectarte un tranquilizante vital; una especie de droga que te quita el mono. La moda es, con frecuencia, el pasaporte del débil. Cuanto más insegura es una persona, más necesita del reconocimiento y la aprobación de los demás. La sencillez es virtud de los más sabios. Ángel Gabilondo apuntaba: 'Hay que saber mucho para ser sencillo.' Te recomiendo ver la excelente conferencia de Graham Hill que dejamos hace tiempo aquí con el título: Menos cosas, más felices. Ir ligero de equipaje aporta mucha libertad, y como decía William Wallace en Braveheart: 'La vida sin libertad no tiene sentido' (ver El verdadero lujo es la libertad).
9. Hay cierta violencia en tus comportamientos. Y cuando hablamos de violencia no nos referimos exclusivamente a violencia física, sino también verbal o gestual. Tu cara y tus palabras reflejan frustración, cabreo con el mundo y la vida en general. Despotricas de todo y de todos: Gobierno, empresarios, deportistas... El mundo está contra ti. Y es que con frecuencia los caminos de la frustración son dos: o depresión, o violencia.
10. Estás dominado por el miedo. Todos tenemos miedo, otra cosa es estar gobernado y anulado por él: miedo a la incertidumbre, miedo al ridículo, miedo a la soledad... Inyectar miedo es muy rentable y así lo hacen muchos gobiernos (y otras instituciones variadas) para manejar a la gente a su antojo. (te dejo una colección de posts sobre la Gestión del Miedo).