Cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado. [...] Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe de estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos. Seguro que es algo parecido a las estanterías de esta biblioteca. Y nosotros, para localizar dónde se esconde algo de nuestro corazón, tenemos que ir haciendo siempre fichas catalográficas. Hay que limpiar, ventilar la habitación, cambiar el agua de los jarrones de flores. Dicho de otro modo, tú deberás vivir hasta el fin de tus días en tu propia biblioteca.
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Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, ha sido una lectura absorbente. Pocas veces un libro me había atrapado de ese modo (en algún momento llegó a recordarme a Perdidos: el bosque, los otros, el limbo...), y ni siquiera me ha decepcionado el no estar cien por cien segura de haber decodificado bien las metáforas que propone. Es, quizá, lo de menos...