Vivir a trazo firme – nota de prensa del Diario El Peruano sobre la décima muestra individual del pintor Iván Fernández-Dávila

Publicado el 08 junio 2014 por Javier Flores Letelier

‘Vínculos’ es el nombre de la décima muestra individual del pintor Iván Fernández-Dávila que va hasta el último día de mayo en el Museo de Arte Contemporáneo de Arequipa. En la siguiente conversación, el pintor se revela como un artista de convicciones.

Escribe: César Chaman Alarcón
 
De la poesía a la pintura hay menos de un paso. Lo comprobó Iván Fernández-Dávila a principios de 2003, cuando abandonó los estudios de humanidades en una universidad particular para dedicarse de lleno a lo único que le gustaba: plasmar sobre un lienzo toda su experiencia interior y vital, con la única ayuda de un pincel y unos tubos de óleo. Había escrito algunos versos –de esos que uno garabatea de chico, cuando se siente un poco enamorado– y comenzó a estudiar en la católica solo para satisfacer a sus padres. Pero desde el primer día de clases sabía que ese no era su camino. Liberado por cuenta propia de la obligación académica, barbado y desempleado, Iván se consoló con un pensamiento que lo acompaña desde esos tiempos: “el futuro del artista es siempre incierto”.

Soledad necesaria
 
A veces, la soledad es necesaria para el arte, opina Fernández-Dávila. “Entonces, mi sueño es llegar a tener un espacio retirado del bullicio de la ciudad, un lugar donde la pintura sea la actividad dominante”. Mientras llega ese momento, el pintor prepara su participación en la muestra colectiva ‘luces del sur’ en el museo de José Juárez de la Universidad Autónoma de Guerrero, en México, en junio. Más adelante, en octubre de este año, montará su undécima muestra individual ‘Carrousel du Louvre en París’. Antes, Fernández-Dávila ha expuesto en Buenos Aires, Arequipa y Lima.

Como si se tratara de un salto al vacío, nadie en su familia aprobó su alejamiento de las aulas. Solo él confiaba en sus posibilidades. Aprendió a pintar observando a los consagrados; analizó a Claude Monet y a los impresionistas del siglo XIX para diferenciarse de ellos. “Que a un pintor le digan ‘¡Oye, tu cuadro parece una foto, está chévere!’, no es un halago. A mí no me interesa copiar la realidad”.

En todo caso, Fernández-Dávila se define como un expresionista para quien la realidad es solo un punto de partida. “Yo trabajo mi mundo interior, con trazos ir mes y colores inventados. Busco establecer un vínculo con mis motivos; muchos de mis cuadros tienen una carga erótica y emocional. Ese es mi estilo”.

Arte y Descarte
 
Firme en su tono, el pintor deslinda respecto a las intenciones políticas del arte. “El pintar en sí mismo ya es una crítica; al arte no le interesa si te va bien o mal. Entonces, mi obra expresa un compromiso con la pintura, pero no es un panfleto”.

Todo autorretrato es expresión de soledad, manifiesta Fernández-Dávila, un artista que sabe de aislamientos. En el tercer piso donde tiene sus cosas y su taller, solo su gato ‘tola’ le hace compañía en las tardes de pinceles y óleos.

A punto de montar su undécima muestra individual, habla del mercado limeño del arte y de sus ambiciones pictóricas. “Es tan pequeño –se lamenta– y el artista siempre quiere decir más”.

Nunca renunció a un trabajo. El día de pago recibía su sueldo y no aparecía más. “Necesitaba el dinero para mis pinturas y eso era lo único que me importaba”. Rebelde con causa propia, opina que el arte es una lucha contra lo efímero. ¿La idea de lo finito te perturba? “Un poco, pero me da tranquilidad. La inmortalidad me parece monstruosa”.

Suplemento Cultural Variedades de El Peruano, mayo 2014.