Vivir al límite nos cuenta la historia de James, un militar norteamericano adicto al trabajo, que se gana la vida desactivando bombas en Irak, jugando cada día una pulceada con la vida. Vemos lo más crudo de la guerra, una vida cotidiana competamente lejana, con códigos casi inexplicables para nosotros.
Hay una idea con la que se inicia la película y que la atraviesa de principio a fin, ésta es: "la guerra es una droga". Yo me pregunto: ¿Eso es la guerra, una droga? ¿No es demasiado sencillo explicar la guerra de esa manera? En Vivir al límite casi no nos damos cuenta de dónde transcurren los acontecimientos y, si no tenemos conocimientos previos, podemos terminar de ver la película sin saber qué bandos se enfrentar y ni hablar de las causas del enfrentamiento. La guerra (hombres y mujeres matándose unos/as a otros/as) parece ser algo natural, no existen relaciones de poder, no existen ambiciones políticas, sólo existe la "adicción" del héroe (ario, por supuesto) a desactivar bombas.Es interesante la representación de la vida cotidiana en medio de una guerra pero, tal vez por toda la prensa que tenía, esperaba de esta película una reflexión mucho más profunda.Moderadamente recomendableDirección: Kathryn Bigelow Guión: Mark BoalElenco: Jeremy Renner, Anthny Mackie, Brian Geraghty y otros