Vivir en la salina (cuentos completos), por Elvio E. Gandolfo

Publicado el 23 septiembre 2018 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Vivir en la salina (Cuentos completos, 1970-2016), de Elvio E. Gandolfo. Editorial Caballo negro. 481 páginas. 1ª edición de 2016.
De Elvio E. Gandolfo (Mendoza, Argentina, 1947) había leído hasta ahora ocho libros, aunque sólo uno de ellos (Dos mujeres, editorial Periférica) ha sido publicado en España. El resto lo encontré en librerías hispanoamericanas de Madrid, en Iberlibro o bien, después de un tiempo, cuando contacté con Gandolfo, me los empezó a enviar él mismo desde Argentina; o, como en este caso, Gandolfo le pidió a su editor de Caballo negro (Córdoba, Argentina) que me lo enviara.
De este volumen de Cuentos completos había leído, antes de ponerme con él, casi la mitad: los relatos contenidos en los volúmenes Ferrocarriles argentinos (1994) y Cada vez más cerca (2013). Los he vuelto a leer, quería absorber entera la experiencia de acercarme a este libro. El orden no es cronológico. Primero se suceden tres libros de relatos enteros: Ferrocarriles argentinos (1994), Cuando Lidia vivía se quería morir (1998) y Cada vez más cerca (2013). Después hay otros libros de los que faltan los relatos más largos; al parecer, Gandolfo y su editor decidieron retirar los de más de veinte páginas para sacar otro volumen de Novelas cortas. En esta segunda parte, que aparece en el libro con el epígrafe de Otros cuentos, tenemos narraciones de La reina de las nieves (1982), The Book of Writers (2010) y Libro de mareo (2016). El volumen se cierra con una sección titulada De antologías, e inéditos. En total tenemos aquí cincuenta y siete cuentos de Elvio Gandolfo.
El primer cuento al que se acercará el lector que abra este libro es La oscuridad bajo la mesa. En él, un oficinista regresa a su casa para recoger unos papeles en un momento inesperado y descubrirá a su mujer con un amante. Observará sus movimientos escondido debajo de la mesa, sin intervenir y pese a que su mirada llega a cruzarse con la de su mujer. Aunque la situación descrita parece realista, en realidad no lo es. Una corriente turbia recorre este relato cargado de extrañeza. El segundo relato, No es una línea recta, se adentra de forma más clara en el género fantástico, con un hombre que vende cajitas en las que unos «muñequitos» cobran vida si se les da cuerda. El tercero, Un error de Ludueña, es un cuento policial, uno de los mejores de Ferrocarriles argentinos y quizás de toda la producción de Gandolfo.
Lo que más me llama la atención de los libros de cuentos de Gandolfo es su capacidad para romper con las expectativas del lector. Cuando se empieza a leer uno de sus cuentos, nunca se sabe hacia dónde va a evolucionar la narración: puede ser un cuento puramente realista, que describe la vida en la provincia, uno de ciencia-ficción, policial, onírico, y lo mejor: un cuento donde se mezclan géneros, ciencia-ficción apocalíptica con un relato romántico; denuncia de los abusos militares en la dictadura con terror, etc. La pura libertad creadora parece dirigir los pasos de Gandolfo.
Andante es un relato realista del que, como la primera vez que lo leí, he tenido la sensación que me perdía algo. Andante antecede a Llano del sol, un relato apocalíptico, en el que una guerra civil ha devastado Argentina y un hombre solitario trabaja vigilando una decrépita planta de paneles solares; además, éste es un cuento de amor en la provincia. Llano del sol es uno de los cuentos que más me gustan de Gandolfo. El bulto en el casino, sobre casualidades que se dan en los sueños, podría ser un relato de corte borgiano. Estrategia mezcla el costumbrismo de la vida en un pueblo con el relato negro. En La yanqui y el polaco, Gandolfo hace comparecer a una escritora real, en este caso Susan Sontag. Este recurso lo volverá a usar en otro relato (Corta amistad en Londres), en el que describe los divertidos momentos en los que «trató» con H. G. Wells en Londres. El último cuento de este primer libro, Ferrocarriles argentinos, nos habla de un viaje en tren y de la desaparición de una mujer en la noche. Una anécdota mínima que sirve de metáfora para hablar de una realidad más amplia y terrorífica.
Cuando Lidia vivía se quería morir se divide en tres partes. En la primera, compuesta por tres relatos, Gandolfo posa su mirada sobre su vida en Rosario. A pesar de haber nacido en Mendoza, la familia de Gandolfo es de Rosario y él, que creció en esta ciudad, se siente rosarino. El primer cuento da título al libro y narra un simpático recuerdo acerca de un primer amor en la provincia. El segundo, El polvo del mediodía, es otro relato realista que me ha recordado el tono de los cuentos de Juan José Saer. Filial trata de la relación de Gandolfo con su padre, poeta aficionado que montó una imprenta en Rosario; uno de los cuentos más hermosos de este libro.
La segunda parte de Cuando Lidia vivía se quería morir también comienza con un tono realista, aunque más lírico (Con los pies en el agua) que la parte anterior; y El sol y el hielo es un cuento fuertemente erótico, que toca otra vía temática en esta colección de cuentos tan diversa. En Me saqué los anteojos, nena, el sexto cuento de este segundo libro, Gandolfo parece volver al género abiertamente fantástico, con unas gafas que cuando el protagonista se las pone o quita le permiten viajar en el tiempo. Cuando en la página 173 leí: «Las tropas francesas siguen resistiendo el avance del Ejército Islámico, cerca de París» me sentí desconcertado, pero cuando un poco más abajo de esta misma página se habla de «la colonia lunar angloindia», me invadió una plácida sensación de felicidad lectora. Gandolfo había vuelto a la ciencia-ficción con estas ligeras pinceladas. La tercera parte de Cuando Lidia vivía se quería morir se abre de forma clara al relato fantástico. El viaje relata una travesía por el desierto en un mundo apocalíptico, que no tiene por qué ser exactamente el nuestro y, debido a la presencia de una nube anaranjada que persigue a los protagonistas, me ha hecho pensar en el relato Gelatina de Mario Levrero, que fue un íntimo amigo de Gandolfo. El manuscrito de Juan Abad, sobre un apocalipsis en el que las vacas voladoras (sí, han leído bien) han conquistado el mundo, es grandioso; pura felicidad lectora. Pura sensación de vuelta a la infancia y a la lectura de descubrimiento e imaginación. El momento del impacto trata sobre una gran ballena que cae desde el cielo sobre la ciudad de Rosario. No llega a la altura de El manuscrito de Juan Abad, pero también es un relato muy libre e imaginativo.
Quince años separan la publicación de Cuando Lidia vivía se quería morir de Cada vez más cerca, libro que ganó el Premio de la Crítica de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en 2014. El libro se abre con El cuerpo, donde se unen dos tiempos narrativos, el recuerdo de un amor y una visita al dentista que, desde luego, no me parece de los mejores cuentos aquí incluidos. Me gusta bastante Más bien bajo, sonriente, diminuto un cuento de terror clásico con un aire a H. P. Lovecraft. En Cada vez más cerca nos encontramos cuentos, en general, más cortos que en los dos libros ya comentados. De este libro destacaría Los pasos en las huellas, sobre un policía secreta que, durante años, vigila a un tipo que no hace nada especial; Clasificación, que mezcla el relato sobre escritores con la narración fantástica; Pegando la vuelta, un relato postapocalíptico, que por su temática me ha recordado a Llano del sol; Caballero estafador, un relato picaresco sobre el hampa de Buenos Aires; y sobre todo, Las negritas, otro relato de terror clásico, aderezado además con un rico lenguaje de la calle bonaerense; Contacto, sobre un militar retirado y los extraterrestres, es también muy desconcertante. En los últimos cuentos, Gandolfo vuelve a Rosario y al costumbrismo de la provincia. Es muy hermoso el cuento El tango y Tito Lamónica.
La siguiente sección del libro, la que se denomina Otros cuentos, se abre con Vivir en la salina, que se supone que es el mejor cuento de Gandolfo. Explico esto: votaron unos 70 conocedores del cuento en Argentina (escritores, críticos y editores) sobre cuál era el mejor cuento de Argentina, con el criterio de que sólo se podía elegir un cuento por autor. El primero de esta lista es Esa mujer de Rodolfo Walsh, el segundo es El aleph de Borges y el decimocuarto es Vivir en la salina de Gandolfo. Es posible que a mí, por ejemplo, me guste más Llano del sol, pero, sin duda, Vivir en la salina es un cuento redondo, magnífico en contenido, forma y ritmo. Un relato en apariencia realista, pero que es más bien expresionista. Sobre las rocas es otro relato estupendo, con un personaje varado en una playa que come cangrejos, mientras el mundo conocido se acaba. Muy original.
Los relatos tomados del libro The Book of Writers tratan sobre escritores. De ellos destaco Actos de desaparición, que trata de la relación del autor con otro polémico escritor de provincia. Con los cuentos de Libro de mareo conecto menos que con los que llevo leídos hasta ahora. Son cuentos de poco más de una página, y ya he comentado más de una vez que a mí los microrrelatos no me gustan mucho.
En la última parte, De antologías, e inéditos, destaco dos grandes momentos de felicidad lectora: encontrarme con los cuentos La mosca loca y El problema de Van Doren, que rescatan el mundo creado en el relato El manuscrito de Juan Abad, el maravilloso y sugerente mundo de las vacas voladoras. En serio, Gandolfo escribe relatos postapocalípticos sobre vacas voladoras que no podemos leer en España. Lo pregunto ya: ¿por qué esta condena? Le he escrito un correo a Gandolfo, se lo he pedido, quiero, por favor, una novela sobre las vacas voladoras; quiero entrar y perderme en ese mundo. Imagino que no me hará caso, pero debería.
Como ya he comentado antes, leer los cuentos de Gandolfo es toda una aventura literaria: el lector nunca sabe, cuando empieza uno, hacia dónde se dirige. Se puede tratar de un cuento policial, costumbrista, de ciencia-ficción, de terror, onírico, y lo mejor de todo, con varios géneros mezclados. Ahora que se habla tanto del neofantástico en Argentina, con voces sugerentes como las de Samanta Schweblin, Federico Falco o el auge de un nuevo relato de terror con autores como Mariana Enríquez, creo que sería de justicia reivindicar la figura de Elvio E. Gandolfo. En Argentina sí que es un escritor considerado, pero es una pena que el lector español casi no lo conozca.
En el prólogo de los Cuentos completos de Fogwill, escrito por Gandolfo, éste afirma que el libro de Fogwill «contiene seis o siete de los mejores cuentos de la literatura argentina». Sé que no soy el primero que lo dirá en una reseña, porque ya se escribió en Los inRocktibles, pero yo lo había pensando antes de leerlo ahí (y, por tanto, creo que esto me legitima para escribirlo): lo mismo se podría decir de Gandolfo. Recapitulo los cuentos que me parecen más sobresalientes de este libro: Un error de Ludueña, Llano del sol, Filial, El manuscrito de Juan Abad, Las negritas, El tango y Tito Lamónica, Vivir en la salina y Sobre las rocas. Cualquiera de estos ocho cuentos podría estar en las mejores antologías del cuento en español de las últimas décadas, y repito: que el lector español no tenga a su alcance un libro como Vivir en la salina, Cuentos completos no habla nada bien de la sana confluencia que debería existir (pero que suele fallar) entre los países de habla hispana.
No me resisto a comentar que yo he leído un cuento más de los que están aquí, un cuento escrito con posterioridad al cierre de este volumen (2016) y que Gandolfo me envió por mail, un cuento de ciencia-ficción postapocalíptica que me gustó mucho. Como sé que es difícil para la mayoría de los lectores tener en sus manos este libro y quizás les entró la curiosidad hacia los cuentos de Gandolfo, voy a dejar, para finalizar, un enlace a una web en la que se puede leer el cuento Vivir en la salina, que da título a estos Cuentos completos. Así podrá juzgar por sí mismo si mis palabras sobre la calidad de los cuentos de Gandolfo son exageradas o le hacen justicia.
PINCHANDO AQUÍ se puede leer el cuento Vivir en la salina. Disfrútenlo.