El poeta se acuerda de su vida
“Vivir, dormir, morir: soñar acaso.”
Hamlet
Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos
vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, más nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora,
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, y da en tu rostro acaso.
Con un pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.
Vicente Aleixandre
Los poetas erramos alrededor de las palabras efímeras, como gotas de agua en el mar de los versos; como polillas alrededor del farol; en esa sed que se convierte en necesidad vital para descubrir una nueva luz que nos lleva a través de la experiencia, en un camino tortuoso, pero también de deleite y emociones que alimentan el alma y nos conducen hacia una mágica percepción de las cosas, a la más auténtica verdad del mundo, de la naturaleza, del hombre, su esencia y su existencia…
Pero también a la mentira, la más abyecta mentira del existir. Inventamos mundos de palabras dando rienda suelta a la imaginación.
Las historias están esperando a los prestidigitadores de palabras, ocultas entre el fango de la Historia, de la cotidianidad, de la misma vida, y con ella, la poesía.
(…) “Palabras que se equivocan, palabras equivocadas y la luz de la quimera en las palabras, que se apagan en diez segundos para renacer de nuevo, una y otra vez, en su ciclo, mientras seguimos… errando.”
(Fragmento. Metamorfosis de la poesía)