Mucha gente se ha de preguntar ¿cuán difícil es la experiencia de irse a otro país donde no hablen tu idioma?
Sin duda alguna, tener que aprender otro idioma que no sea español o inglés debe ser algo distinto, sobre todo viviendo en zona fronteriza. Aquel que ha vivido unos años en el extranjero tendrá alguna anécdota que contar sobre el idioma. Supongo que los primeros meses son como si los demás hablaran idioma "extraterrestre" y poco a poco se van comunicando con las personas. Un ejemplo son los estudiantes cuando se van de intercambio a otro país. Es decir, ir a vivir por meses o más a un país donde no hablan el mínimo de español.
Es el caso de Rafael Contreras, un estudiante de comunicación, que en el año 2001, por parte de una escuela de idiomas, se fue de intercambio a La República Checa. Aunque años atrás vivió en Corea del Sur, a causa del trabajo de su padre, pero era un niño cuando eso sucedió, por lo que esa experiencia no la tiene tan latente como la del país checo, pero aún así para Rafael ambas han sido grandes experiencias.
Cuando estuvo Corea, comenta que para él fue más fácil ya que sus padres estaban con él todo el tiempo, "Cuando llegamos a Corea del Sur todo fue muy "fácil", desde mi perspectiva de hijo, ya que siempre que tenía un problema era sencillo ir donde mis padres para que me ayudaran o resolvieran el problema. En el caso de República Checa fue algo distinto ya que esta vez fué una experiencia de mayor madurez y de más responsabilidad ya que acá estaba solo, contaba con mis padres a distancia".
El idioma, algo más que simple comunicación...
Rafael Contreras atravesó por ese pequeño problema llamado IDIOMA. En cuanto llegó al aeropuerto la familia que lo hospedaría lo recibió con unos libros del idioma eslavo. "A la llegada al aeropuerto de Praga pude identificar fácilmente a mi familia "hospedera" ya que los había visto en una foto, con ellos estaba mi "coordinador" de intercambio, me acerqué a ellos y con el poco inglés que sabían me explicaron que ellos iban a ser mi familia, pero lo más gracioso fué que lo primero que me dió fueron unos libros y unos audio "cassettes" para empezar mi aprendizaje en ese idioma checo", recordó.
Una de los problemas que pasó Rafael Contreras fue la pronunciación, las cuales pudo "dominar" en meses ya que hay sílabas y terminaciones que no son nada parecidas al español. Entre risas dijo: "La verdad encontré todas las dificultades, desde la pronunciación hasta las estructuras gramaticales. Por ejemplo, en el idioma checo hay una sílaba que es como una "r" pero muy suave, y me costó casi cuatro meses de mi estancia aprender a pronunciarla. Otro ejemplo es que en ese idioma utilizan muchas palabras que tienen dos o hasta tres consonantes juntas y forman una letra, como: 'krk' (cuello), en la estructura gramatical se me hizo bien complicado ya que no es como el español o el inglés en los plurales", explicó el joven.
Para Rafael hubo muchos cambios, choques culturales, los cuales se suscitaron durante los primeros días, como la diferencia de horario, después la comida, la religión, la raza, entre otras cosas que son importantes además del idioma. "En Corea fue también el aspecto religioso porque allá hay más predominio de la religión budista y protestante...creo que es un choque cultural de lo que más puedo recordar que haya sido relevante. Bueno de pilón, en Europa fue algo extraño (pero gracioso), por mi color de piel, muchas veces fuí confundido por turco pero fue al principio que sufrí una agresión de racismo por integrantes de mi primera familia "hospedera" porque me tuve que cambiar de hogar, de eso me enteré ya con la segunda familia que me recibió", dijo.
Puntualizó diciendo que no puede decir que haya algo que no le gustase de su estadía en otros países distintos al suyo, sino que más bien fue una experiencia beneficiosa ya que aprendió cosas nuevas, creció como ser humano, y aprendió que a veces las cosas no son como uno quiere, aprendió a tolerar y respetar, conoció lugares, costumbres, tradiciones y creció culturalmente hablando.