Vivir las Cinco Villas, de Susana Hernández Sánchez

Publicado el 09 septiembre 2011 por Goizeder Lamariano Martín
Título: Vivir las Cinco Villas Autora: Susana Hernández Sánchez Editorial: Autoedición Páginas: 62
Hace ya muchos meses, demasiados, una amiga blogera, Susana Hernández Sánchez, tuvo la amabilidad, el detalle y el cariño de enviarme un ejemplar de su libro de poesía, Vivir las Cinco Villas. Desde aquí le doy las gracias y le pido perdón por haber tardado tanto en leer su precioso poemario. 34 poemas sencillos, tradicionales y cercanos.
La primera parte se titula Tierra y vida y está formada por un único poema. El libro y el primer poema comparten el mismo título, que hace referencia a la comarca de Zaragoza en la que vive la autora desde hace muchos años. Una comarca con un entorno rural en la que la autora vive por elección propia. Mientras la mayoría de nosotros vivimos en una ciudad, ya sea grande o pequeña, por fortuna todavía hay muchas personas que viven en el campo porque lo quieren, lo necesitan y lo aman. 
La segunda parte, Tierra, intenta describir a través de 14 poemas los lugares que cada día rodean a la autora, el entorno en el que se mueve, el Románico, siempre presente, el Arba, el río que les da la vida, los pueblos que pierden habitantes, el fuego que devora cada verano los campos, los jóvenes que se marchan a las grandes ciudades y van dejando los pueblos tristes y vacíos...
Pero en esta tierra también hay sitio para el recuerdo, la añoranza, la nostalgia, el pasado y la Historia. Una Historia marcada, como en otros muchos lugares de nuestro país, por la Guerra Civil. Y la autora recuerda estos triste capítulos, como el de Farasdués, un pueblecito muy pequeño que en el pasado contó con mucha gente y mucho futuro. Un futuro que quedó marcado el primer día de la Guerra Civil, cuando fusilaron a nueve mujeres, todas progresistas, de izquierda, sólo por saber leer o escribir.
La tercera parte, Vida, nos acerca a la vida de su autora y a personas a las que ella admira. Manuel Azaña, Antonio Machado, Dulce Chacón, Miguel Hernández, Gustavo Adolfo Bécquer y, cómo no, su marido y su hija.
En la vida de Susana Hernández también hay sitio para la suerte, la esperanza y las ilusiones en un poema dedicado a la lotería y sitio también para el dolor, la rabia, la impotencia y el recuerdo con un precioso y emocionante poema dedicado a las víctimas del 11-M.
Los 34 poemas son fáciles de entender, cercanos, hacen reír y llorar, transmiten emociones, sentimientos y llegan dentro, muy dentro. Ponen los pelos como escarpias. Comunican. Porque, como dice la propia autora, para ella la poesía no es sólo un sonido armónico, es literatura y, sobre todo, comunicación. Y eso es lo que quiere ella, comunicar, transmitir, compartir. Su pasión por su tierra, por su familia, sus recuerdos, sus sueños, las cosas que le entristecen y las que le alegran.
Me atrevería a decir que el objetivo de Susana Hernández al escribir no es acercar a la gente a la poesía, sino utilizar la poesía como un lazo que le una con la gente que le rodea, estemos cerca o lejos y que todos la conozcamos un poquito más a través de sus versos.
Y, al menos conmigo, ha cumplido su objetivo. Aunque nunca nos hemos visto en persona y, a pesar de ser de Navarra nunca he estado en la comarca de Cinvo Villas, siento que ahora conozco un poco más a Susana gracias a estos poemas sencillos, intensos, cercanos, comprometidos, hermosos, emocionantes, entrañables e inolvidables.
Para terminar os dejo los dos poemas que más me han emocionado. Espero que os gusten. Podría haber elegido otros muchos, pero prefiero que leáis este poemario y que vosotros mismos encontréis el camino que os lleve hasta las Cinco Villas.
Juró que nunca volvería    Juró que nunca volveríay aquí está. Sus ojos, ya viejos y cansados, merecen el perdón por el quebranto.
Juramentos de guerra, tiempos de espanto.
Hoy, sus manos temblorosas, acarician las piedras de Santa María, recuerdan quizá su infancia, o su juventud perdida.
De bajada, calle Huesca y Mediavilla, y ante un portal los recuerdosflorecen en sus mejillas.
Pero calla, su voz aún sigue dormida, desde que salió de Ejea,humillada, viuday vencida.
Al pasar el Salvadortuerce el gesto, reposando su mirada... en la nada, mira los muros que faltan,y aquella pequeña puertaque a la escuela daba entrada. Siempre quiso ser maestra,santay republicana.
El resto del caminose hace lento, duro e ingrato, y la luz de sus mejillasse va borrando,llegamos al Campo Santo.
Ahora es ellala que guía nuestro pasos,poco a poco,al punto exacto, a esa parte de la tapialacerada por las balas,donde ha dejado caerlas dos rosas que llevaba.
Vidas rotas en AtochaTe siento,y no te siento. ¿Dónde ha ido tu tren?¿Dónde tu aliento?Sigue la noche negrade muerte y luto. El silencio me rodea, me marea. Sigo esperando tu trenque no llega. Y una voz me llama, y una luz me espera, llegas por fin, ¿no me ves?Pasas por mi lado, estás llorando,y abrazas a tu cuerpomi retrato. Yo sigo aquí,entre velas, entre flores y poemas, nadie me ve, sigo solo en el andén. Llega una nueva nochea tu ciudad soñada,y yo sigo esperando tu llamada. Seguiré clavadoen un andén desierto,donde dejé mi viday tu recuerdo.