Vivir muriendo

Publicado el 23 enero 2018 por Carlosgu82

Hoy te levantaste sin ganas, sin ganas de hacer nada. Te miras al espejo y ves tu rostro demacrado, sin vida, con ojeras y sin luz. Resoplas, miras un poco lo que consideras que son tus imperfecciones, y rápidamente te quitas del espejo para no verte más… Un día nuevo, igual que el de ayer seguramente, y posiblemente, igual que el de mañana. Todos los días son iguales para ti, la misma rutina, las mismas cosas, las mismas personas, el mismo sentimiento. El sentimiento de no estar haciendo nada, el sentimiento de que la energía desaparece poco a poco de tu vida dejándote cansado, sin ánimo y sin fuerzas. No sabes hacia donde te diriges, y lo peor es, que no sabes hacia donde dirigir tu vida. Eres ya un adulto y aún no sabes lo que quieres… ¿Cómo es posible? Todo el mundo parece tener un futuro, una meta, y tú… aun no sabes que es eso que te puede hacer vibrar, si es que existe. Sientes que no creces, que no avanzas, que no sabes que hacer en tu vida, no sabes que camino tomar para ser feliz. Simplemente, estás totalmente estancado. Vives cada día muriendo poco a poco, sin ilusión y sin saber que hacer para cambiar tu situación

Si alguna vez te sentiste así, o ves tu reflejo ahora mismo en lo que lees, quiero que sepas, que no eres la única persona a la que le pasa ésto. Todos, en algún momento, nos podemos ver en una situación de desmotivación por la vida que llevamos, y es que, a veces, vivimos con el piloto automático puesto las 24 horas del día, haciendo muchas veces cosas que no nos agradan, o que no nos hacen vibrar de pasión, pero… ¿Por qué lo hacemos?

Cuando te dejas arrastrar por la corriente

¿Cuántas veces has dejado que los demás tomasen decisiones sobre ti que no les correspondían? ¿Cuántas veces has hecho lo que otros querían por no imponer tus deseos u opiniones? ¿Cuántas veces has tomado decisiones equivocadas por miedo a no contradecir a las personas a las que quieres?

A veces, nos dejamos arrastrar por la opinión de los demás, por miedo a que se nos rechace, por miedo al conflicto, o a que nos tachen de locos, y terminamos navegando por el mar de otros, acabando frustrados. Puede que, en un principio, no nos demos cuenta, pero llegará el momento en el que, miremos nuestro recorrido, y veamos que no hemos hecho lo que nosotros deseábamos, sino lo que querían los demás, o lo que la sociedad imponía. Puede que, en ese momento, estés tan acostumbrado a vivir en automático, que no sepas que camino es el que debes tomar, o creas que ya es tarde para cambiar de rumbo, por lo que, será entonces mucho más fácil quedarse en el punto en el que estabas, estancado, sin crecer, sin avanzar, sin disfrutar y sin vivir realmente. Aparecerán entonces sentimientos tan intensos como la culpa, ira y/o el resentimiento, hacia los que te ayudaron a seguir el rumbo incorrecto, pero también hacia ti, por no haber tenido el coraje suficiente, como para hacer lo que realmente querías.

Donde quedaron los sueños

Cuando somos niños, nuestra mente está siempre llena de sueños. Algunos niños quieren ser astronautas, otros futbolistas, cantantes, o pintores. Otros sueñan con tener mucho dinero para poder viajar y vivir grandes aventuras, o tener un deportivo rojo y precioso, o una gran casa frente al mar…

Sueños hay miles, pero por lo general, los sueños van disminuyendo a medida que aumentan los años vividos. De niños, creemos que todo lo podemos conseguir, creemos en los cuentos de hadas y en los príncipes azules, pero a medida que crecemos, la realidad se va tornando distinta, y esa realidad, dependerá mucho del ámbito en el que crezcamos.

Hay niños que viven con grandes recursos que les facilitarán la vida, o con personas a su alrededor que son grandes motivadores. El hecho de que tengas buenos recursos, no tiene por qué ir de la mano, con tener motivación para avanzar en tu vida, pero en cambio, cuando vives rodeado de motivación, es más factible que los sueños se alcancen con más facilidad, puesto que tendrás los apoyos suficientes para crecer, con una buena autoestima que te ayude a cumplirlos. Sin embargo, otros niños no corren la misma suerte. O bien su situación económica es delicada, y piensan que jamás podrán revertir la situación, o las personas que se encuentran en su circulo cercano, no son precisamente, el apoyo que se necesita para cumplir sueños. Cuando creces en un ambiente en el que, constantemente te cortan las alas, porque piensan que no podrás conseguir lo que deseas, puede llegar un momento en el que, no sepas ni que sueños tenías, ya que te habrás pasado la vida renunciando a todo lo que te gustaba. Es en ese momento cuando te das cuenta, de que estás perdido, estancado, y sin saber que camino tomar.

Las excusas nos frenan

A medida que nos vamos llenando de responsabilidades, el miedo a perder lo que tenemos, o a perjudicar a los que queremos, nos frenan muchas veces para avanzar en la vida. Por otro lado, hay ocasiones en las que podemos hacer lo que deseamos, pero las responsabilidades también nos sirven de excusa, para no enfrentarnos a hacer lo que queremos realmente.

Piensa en todas las ocasiones en las que no has hecho esa actividad que tanto deseabas, porque pensabas que no lo podías pagar, o porque preferías anteponer la felicidad de tus familiares a la tuya propia.

Y es que, avanzar significa, a veces, renunciar a algunas cosas para obtener lo que ansiamos, y obligarnos a salir de nuestra zona de confort. Ésto, cuesta un esfuerzo, que no siempre estamos dispuestos a hacer, quizá por miedo a no lograrlo. Así pues, es más sencillo poner la excusa del dinero, o de los hijos, o el marido, o del qué dirán, o de la falta de tiempo. Así no nos complicaremos la vida, y no tendremos que decir después, que obtuvimos un fracaso si no llegamos a conseguirlo.

Cuando te dices a ti mismo que no tienes otra opción, simplemente estás rendido ante tu situación Puede que te hayas resignado a la vida que te tocó, y crees que ya es tarde para cambiar, por lo que no será fácil moverte del punto en el que estás.

Cuando el pasado se impone

A veces, vivimos experiencias que nos marcan de tal manera, que no somos capaces de dar un paso. Tratamos de olvidar, pero nuestro pasado, nos recuerda cada día que está ahí y no nos deja avanzar. El miedo a volver a pasar por lo mismo, o por algo parecido, nos paraliza y nos atormenta. Lo más fácil en esta situación es, encerrarse en una concha imaginaria que te aísle del mundo, para evitar así que vuelvan a herirte. Pero si la situación se alarga demasiado, y no hay una reacción que te haga salir de ahí, la tristeza, la ansiedad, e incluso la ira, pueden ir tomando terreno poco a poco, hasta que aparezca una depresión, que vaya hundiéndote cada vez más, haciendo que tu energía esté bajo mínimos, y que tu mente, lo distorsione todo de tal forma, que no veas salida.

Estarás atado a tu pasado, comiendo de su mano, y sin fuerza suficiente para soltar sus cadenas. Eso es, vivir muriendo, poco a poco. Sobrevivir, en lugar de vivir, de disfrutar de lo que nos ofrece la vida.

La autoestima es la clave

Cuando no somos capaces de avanzar, siempre hay un motivo detrás, atado a una baja autoestima, que nos distorsiona la realidad, poniendo barreras a nuestro crecimiento. Esa autoestima dañada es la que, muchas veces, nos hace ser arrastrados por la corriente, cumpliendo los sueños de otros, en lugar de cumplir los propios, o haciendo que nuestros sueños desaparezcan y llegue un momento, en el que no sepamos que fue, lo que un día nos emocionó.

Nuestra baja autoestima es la que puede hacer que el miedo nos paralice, y permita que nuestra mente, construya un sin fin de excusas para no movernos.

Sobre todo, si nuestras experiencias nos han dañado profundamente, y no nos hemos enfrentado a ellas, nuestra autoestima caerá empicado, anclándonos a eso que nos dañó, e impidiendo que salgamos del estancamiento, por miedo a que seamos lastimados nuevamente. Veremos la realidad distorsionada, negativa y sin futuro, y nos arrastrará a una depresión de la cual será difícil salir, si no aparece otra perspectiva, que nos ayude a reaccionar.

La vida sin duda, va pasando por distintas etapas, en las que, no siempre estamos igual de motivados para avanzar, pero si nos aparece una etapa de estancamiento, y pasado un tiempo no hacemos nada, ésta puede convertirse en un infierno diario, donde la rutina aumente terreno, a la vez que disminuyan nuestras ganas de vivir.

Si estás pasando por una situación parecida, te pido que reacciones, porque hay salida. Convéncete de ello. ¡Pide ayuda!, busca alternativas que te hagan volver a empezar. El camino para revertir la situación puede ser difícil, pero merecerá la pena, porque comenzarás a vivir de nuevo.

En mi próximo artículo describiré distintas estrategias que pueden ayudarte a empezar a caminar de nuevo. Puede que te ayuden, pero realmente, lo que más te ayudará, es que tu creas que mereces salir de esa situación. Si te convences de que mereces una vida mejor y de que puedes hacerlo, cogerás de nuevo la energía suficiente para volver a empezar.

¡Tú eres la clave! !No lo olvides¡

Te puede interesar:

  • Cuidado con lo que decimos

  • Abraza tu dolor

¡Gracias por leer! Si te ha gustado el artículo, compártelo con tus amigos.