Para vivir sin trabajar, hay que salir del modelo limitante del mundo que realizó Descartes, el de la ciencia moderna, que elimina la cualidad y tiene en cuenta solamente lo que se puede medir. Una parte enorme de la realidad, en cierto sentido toda la experiencia subjetiva (o sea: toda nuestra experiencia) queda fuera. Llevamos aquí anclados más de tres siglos.
En el post Ciencia y cientificismo vimos que cuando queremos aproximarnos a una realidad compleja tenemos el problema de que para acércanos a ella tenemos que reducirla a algo concreto, o dicho de otra forma, cristalizarla en una realidad parcial. Podemos entender las realidades parciales como proyecciones (dimensiones) de la realidad compleja y completa. Podemos proyectar, por ejemplo, la realidad completa en la dimensión sensible (la extensión, el color, el olor, la rugosidad, la presión o la temperatura) y obtenemos el mundo de los sentidos. Proyectamos la realidad en la dimensión definida por las magnitudes que maneja la ciencia (como la carga eléctrica, intensidad luminosa, etc) y tenemos el mundo físico. Proyectamos sobre las variables que maneja un escritor y tenemos el mundo de la escritura (idioma, tipo de letra, escrito en verso o en prosa, en lenguaje culto o vulgar, etc). Mundos que son diferentes dimensiones en los que una única realidad multidimensional se proyecta, igual que una pieza tridimensional se proyecta en diversos planos para dar la planta, el alzado o el perfil. Mundos que son, cada uno, una versión parcial de la realidad.Si queremos vivir sin trabajar, debemos orientar nuestra búsqueda a ensanchar nuestro mundo, alejándonos de los influyentes achatadores que son los que hoy quieren reducir todo a la dimensión física. Hay más cosas en el cielo y en la tierra de lo que puede soñar nuestra mente.