Voces latinas en Oslo

Publicado el 18 noviembre 2017 por Enprimerafila
Una de las citas cinematográficas más interesantes en Noruega es el Festival Film Fra Sør, un encuentro dedicado a recorrer la producción más destacada de cinematografías tan aparentemente distantes de la personalidad escandinava como la de los países asiáticos, africanos y latinos. Atraídos por su buena programación, que se estructura en una Sección Oficial que incluye algunos de los títulos más reconocidos del año, y una serie de secciones paralelas que engloban diferentes aspectos temáticos o personales, acudimos al Festival para encontrar el calor del Sur en mitad del frío del Norte.

Entre las secciones paralelas, encontramos una incursión en el género fantástico y de terror con Thrills & Chills, que incluye algunos interesantes títulos como Mate-me por favor (Anita Rocha de Silveira, 2015), producción brasileña que utiliza el retrato de unos adolescentes aparentemente ausentes de vuelta de todo para crear un juego de terror formal a través de imágenes que quizás en algún momento resultan demasiado aparentes en su búsqueda del efectismo. Aunque esta sección está  compuesta principalmente por destacados títulos asiáticos, que en otro momento comentaremos, también encontramos el thriller colombiano Siete cabezas (Jaime Osorio Márquez, 2017), protagonizado por una pareja de biólogos que investigan extrañas muertes de animales mientras el introspectivo guardabosques va alimentando en su interior un monstruo que poco a poco irá revelándose. El director maneja bien las imágenes, pero no consigue atraparnos con ese juego de ambigüedades que termina resultando poco revelador para este thriller psicológico.Este año, Film Fra Sør dedica sus retrospectivas (no especialmente completas, pero al menos con títulos interesantes) al iraní Mohammad Rasoulof, arrestado junto a Jafar Panahi mientras rodaban una película juntos, y condenado a seis años de cárcel, que finalmente se redujeron a un año, y ganador posteriormente del Premio Un Certain Regard del Festival de Cannes por Goodbye (Mohammad Rasoulof, 2011) y el Premio FIPRESCI por Manuscripts don't burn (Mohammad Rasoulof, 2013); la palestina Annemarie Jacir, de la que en España hemos visto La sal de este mar (Annemarie Jacir, 2008); la argentina Anahí Berneri, de la que es interesante recuperar esa crónica de un joven que se enfrenta al SIDA en los primeros años de la enfermedad, en Un año de amor (Anahí Berneri, 2005) para acabar recabando en su última película, la espléndida Alanis (Anahí Berneri, 2017), ganadora de los Premios a Mejor Director y Mejor Actriz en el pasado Festival de San Sebastián, que es también un recorrido por la vida dura, en esta ocasión una prostituta que trata de mantener a su hijo recién nacido; y finalmente al también argentino Daniel Lerman, del que podemos ver dos muestras de su filmografía, su interesante debut en la ya clásica Tan de repente (Diego Lerman, 2002) y sus dos recientes incursiones en el thriller, Refugiado (Daniel Lerman, 2014) y Una especie de familia (Diego Lerman, 2017).

Tradiciones de fuego y luz 

Otro de los intereses del Festival es la sección Dok: South, dedicada al género documental, protagonista también de nuestros últimos posts, en los que repasamos las producciones que se han presentado a la Academia de Hollywood para ser nominados al Oscar. Algunos de ellos se han podido ver en Film Fra Sør como el irregular Born in China (Lu Chuan, 2017), que aquí se ha incorporado directamente en la Sección dedicada al público infantil, la belleza visual de Brimstone & Glory (Viktor Jakoveski, 2017), o la contundencia periodística de Last men in Aleppo (Feras Fayyad, 2017), ya comentados en nuestros posts anteriores. En el terreno latino, que es en el que hemos podido adentrarnos en esta edición, destaca también el documental Buena Vista Social Club: Adiós (Lucy Walker, 2017), que acompaña a la mítica banda cubana en su gira de conciertos de despedida. Las Sesiones Especiales, por su parte, ofrecen un ramillete de películas de interés, algunas ya conocidas en nuestras salas como la interesante Neruda (Pablo Larraín, 2015), que tiene como complemento aquella otra incursión en la poesía del escritor chileno, El cartero (y Pablo Neruda) (Michael Radford, Massimo Troisi, 1994), que se convierte si pretenderlo en un homenaje póstumo al compositor Luis Bacalov, ganador del Oscar por su trabajo en este película, y fallecido el pasado miércoles. 

Pero también hay títulos más recientes como In the fade (Fatih Akin, 2017), ganadora del Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes para su protagonista, Diane Kruger, un drama en torno a un ataque terrorista y el deseo de venganza que, como comentaba su director en una entrevistas previa proyectada antes de la película, ofrece una lectura políticamente incorrecta sobre el terrorismo. Y ciertamente puede ser discutible esta lectura, pero lo que resulta más contraproducente para la película de director de las interesantes Cruzando el puente: los sonidos de Estambul (Fatih Akin, 2005) o Goodbye, Berlín (Fatih Akin, 2016), es que resulta algo simplista en su narración.

La protagonista lucha contra los elementos

Para terminar, la Sección Oficial nos ofrece catorce títulos de los que casi la mitad son latinoamericanos, incluyendo la ya mencionada Neruda (Pablo Larraín, 2015), o la reciente ganadora del Premio al Mejor Guión en el pasado Festival de Berlín, Una mujer fantástica (Sebastián Lelio, 2017). Retrato de una mujer transexual que debe enfrentarse a la rabia y la incomprensión de la familia de su ex novio cuando éste fallece de repente, casi como si con su muerte se hubiera eliminado la pared de hipocresía que se habían construido hasta entonces, esta película del chileno Sebastián Lello tiene algunas coincidencias, especialmente en el dibujo de una mujer que debe hacer frente a su propia soledad, con su anterior película, Gloria (Sebastián Lelio, 2013). Y como en aquella ocurría con la actriz Paulina García, aquí el trabajo de Daniela Vega requiere una notable contención bien resuelta. Esa secuencia en la que la protagonista trata de caminar mientras una corriente de aire parece querer detenerla es el reflejo preciso y milimétrico de una historia que, aunque contiene algunas lagunas, consigue movernos a la reflexión en torno a la hipocresía de una sociedad que va construyendo muros frente a temas incómodos.

Bárbara Lennie construye otro dramático personaje

También es una mujer, aquí interpretada por la española Bárbara Lennie, la protagonista de Una especie de familia (Diego Lerman, 2017), última película del director argentino, ganadora también del Premio al Mejor Guión en el pasado Festival de San Sebastián. Empeñada en conseguir el hijo adoptivo que ha pactado con una madre de alquiler, el personaje principal parece no tener límites frente a cierta estafa de compra-venta en la que se convierte la adopción. El problema principal es que el retrato de esta mujer, bien interpretada por la actriz, no nos ofrece demasiada información sobre esa inestabilidad emocional constante en la que vive (por más que haga referencia a un drama personal que vivió en el pasado), y por tanto sus acciones resultan a veces histéricas y poco convincentes. Pero, como suele ser habitual, Diego Lerman sabe construir un drama que mantiene la atención del espectador y se sostiene en diálogos improvisados para dotar a la historia de realismo. Entre las películas de la Sección Oficial también encontramos Las hijas de abril (Michel Franco, 2017), ese otro duro drama sobre la posesión de un hijo recién nacido que protagoniza la actriz Emma Suárez, estrenado ya hace unos meses en España.

Realidad y ficción se dan la mano en esta película

La mujer es especial protagonista en este recorrido por el reciente cine latinoamericano que nos propone Film Fra Sør, ya sea frente o detrás de la cámara. La directora colombiana Laura Mora cuenta una historia terrible que trata de exorcizar su propia experiencia personal en la violenta ciudad de Medellín Matar a Jesús (Laura Mora Ortega, 2017). La realizadora estudió cine en Barcelona después de que fuera rechazada varias veces en su país, y justo cuando regresó a Colombia, presenció el asesinato de su padre a manos de un sicario. Esta historia dramática vivida en primera persona es la que presentó en el festival, curtida gracias a un buen trabajo de dirección con actores no profesionales que le da esa autenticidad característica a un cine latinoamericano que sigue bebiendo de las fuentes originales de la calle. Ocurre algo parecido con el director venezolano, también presente en el festival, Gustavo Rondón Córdova, que también utiliza un adolescente amateur para protagonizar su película La familia (Gustavo Rondón Córdova, 2017), un drama que habla de los lazos familiares entre un padre y su hijo, cuando un hecho violento se cruza en sus vidas. La relación entre los dos protagonistas es el núcleo principal de una película pequeña en formato pero amplia en su mirada, no solo al particular conflicto personal, sino también en cuanto a la situación política y social de Venezuela. Precisamente el director encontró en una productora de Noruega parte del apoyo económico, y es en esta lejana colaboración entre Trondheim y Caracas sobre la que se construye uno de los títulos más interesantes que se han visto en la Sección Oficial del Festival.