Vol Gastronòmic: Showcooking de Tony Vallory

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

Desde que nos hicimos eco de la noticia de la creación de Vol gastronómic queríamos ir a visitarlo. Nos llamaba la atención su concepto, suele provocar admiradores y detractores. Queríamos ver hasta que punto una estructura de este tipo estaba integrada en el paisaje o resultaba dañina a la vista y verlo allí, no en fotos. Los Gironins opinan de todo sobre él. Tienen derecho a hacerlo porque son quienes conviven a diario y quienes se han podido sentir más invadidos. Al final, nosotros, vamos un día a esta magnífica ciudad, comemos y nos volvemos a nuestra casa. Partamos de esta premisa para decir que nos pareció menos agresivo de lo que pensábamos: más pequeño y menos llamativo. Supongo que ser de color blanco y tener bastante vidrio lo hace más liviano que lo imaginado. Hay que recordar que es una estructura provisional, totalmente desmontable con el ánimo de ir de ruta por diferentes lugares para promocionar la gastronomía gironina.

Después de buscar fecha para poder ir a Girona que coincidiera con algún showcooking que hicieran a mediodía y que fuera interesante, escogimos el que ofrecía Toni Vallory de Girona Bons Fogons, un grupo de cocineros restauradores de Girona que promocionan la gastronomía de la zona. Nos cuadró la oferta y la fecha, así que por fin visitamos Vol Gastronómic.

Aitor y Astrid son las dos personas que aquel día nos recibieron con una copa de cava y una sonrisa mientras que íbamos llegando todos los comensales. Ayuda a romper el hielo para que la gente se vaya conociendo, ya que al ser un espacio reducido parece que sea bueno liberar cierta tensión. Tensión que simplemente puede ser generada por la falta de costumbre que tenemos de compartir mesa con desconocidos, porque no se trata de nada más, ni hay que entablar conversaciones ni hay que hacerse amigos. Solo compartir espacio. Un espacio por cierto luminoso y bien aclimatado que permite disfrutar de unas buenas vistas.

El menú degustación estaba confeccionado en su mayoría con productos catalanes y maridado con vinos de l’Empordà. Tenía una previsión de 3 horas de duración. No se puede ir con prisas, se va a disfrutar desde el primer hasta el último momento.

Lo primero y mientras que acabamos la copa de cava y se sirven los platos, unas olivas marinadas. Curiosamente Toni nos explica que las olivas no están consideradas como un producto gastronómico, pero ¿hay algo que se le pueda comparar a la hora de un aperitivo?

Las olivas tenían un toque picante y el vino escogido para empezar con los primeros platos fue un autodenominado “vi simpàtic” (vino simpático), seguramente por su frescura y facilidad. O quizá por su etiqueta. Babalà vi simpàtic de Celler Cooperativa l’Espolla, D.O. Empordà, de Cariñena Blanca y Moscatell de Alejandría.

Llega el primer entrante que Toni había ido preparando: un puré de escalivada con pan de centeno de Can Moner y Anchoas de l’Escala.

Una tostada de buen pan, un plato clásico donde la diferencia fue presentar la escalivada como puré. No hay mucho que destacar en cuanto a elaboración, es una combinación a la que por aquí estamos muy acostumbrados. Eso sí, los tres ingredientes de primerísima calidad.

Seguimos con un Steak Tartar como no, de Ternera de Girona.

De aspecto, el típico Steak Tartar con huevo... pero no. No lleva huevo, sino una crema hecha con mango maduro y triturado. Toda natural que le da un buen toque al timbal de carne cruda y compensaba el toque picante que tenía. Acompañando el tartar, las tostadas eran de pan de Triticum, con frutos secos, muy finas y horneadas. Tengo que decir que es una de las pocas veces que he encontrado una ración equilibrada entre el pan y el steak tartar servido!. Bueno, muy bueno.

Cambio de vino, aunque sigue siendo blanco: un Collection Blanc de Perelada. Coupage de Chardonnay y Sauvignon Blanc, también D.O. Empordà. Con más cuerpo que el anterior y algo más “serio” en cuanto a imagen.

Acompañó un cremoso de patata con pulpo, una parmentier de las mejores que he comido. Recuerdo que al probarla me pareció extraordinaria. Hecha con mantequilla, patata y crema de leche en armoniosa proporción. El pulpo estaba cocinado al vacío, no a la brasa. Estaba en su punto y aderezado con Pimentón de la Vera con su toque ahumado tan característico. Es cierto que no es un producto de la zona, pero como nos dijo Toni, hay que reconocer que era el mejor ¿por qué rechazarlo?. Me parece un buen criterio.

Toni Vallory, mientras que íbamos degustando preparaba con un ritmo trepidante el siguiente plato para no hacernos esperar. Cocinaba en algunos y servía en otros dando primero el último toque. Y al mismo tiempo  nos explicaba como lo hacía. En Vol Gastronómic hay total libertad para levantarse, acercarse a la cocina y aclarar cualquier inquietud que tengas con el cocinero. Algo que quizá en un principio cuesta, pero a medida que se coge confianza y el vino hace su efecto, deja de ser una barrera.

El siguiente plato fue uno de los que más me gustó. Aprovechando las últimas calabazas de la temporada, tomamos una crema de esta baya. Cocinada con su propia piel para utilizarla como papillote, con vieiras y queso, aunque en mi caso no lo pusieron. Una de las primeras cosas que dicen al empezar el menú degustación: aclarar posibles intolerancias, alergias o gustos por si alguien no lo ha notificado al hacer la reserva. Las vieiras las hace a la plancha, pero antes les ha quitado el coral para hacer un puré que añade a la crema, potenciando así el sabor.

Exquisita. Toni Vallory consigue con esta crema, además de una textura perfecta, un sabor extraordinario. Y seguimos con un bacalao, hecho en roner con agua a 55 grados y acompañado de manzana y miel.

Toni reconoce que cocinar el bacalao así sacrifica el crujir de su piel, pero se gana en textura. Debemos darle la razón. La cocción queda perfecta.

Aún siendo uno de mis pescados preferidos es un pescado más bien insulso si no fuera por la variedad de recetas que usan diferentes acompañamientos. Quizá esa sosería es la que le permite admitir toda esa versatilidad. Para compensar la textura y darle el toque crujiente, acompañaron el bacalao con unas láminas muy finas de manzana que harán de lecho.

También se le añadió al pescado unos tacos de panceta, frambuesa liofilizada (deshidratada por congelación) y unos piñones. Las láminas del bacalao se abrían casi sin tocarlas, pero, nos pareció que al conjunto le faltaba algo más de potencia. Es posible que algo más de aderezo, o pasar la manzana por la plancha. No se, pero en conjunto fue algo plano de sabor. Como siempre, son opiniones, ya que al resto de comensales les gustó mucho por lo que pudimos escuchar. De lo que no hay duda es del punto de cocción y, una vez más, de la calidad del producto.

Pasamos a un Tinto Reserva, Clos de les Dòmines, del que ya habíamos oído hablar por su fermentación en depósitos de cemento. Y junto a él un plato tradicional de la cocina catalana, el menos innovador, el menos sorprendente, pero quizá el más sabroso: Albóndigas con sepia.

Sabrosísimas. Un fondo de horas y horas de cocción, no podía ser de otra forma. Sabores como el de estas albóndigas solo se consiguen con paciencia y reposo. Solo allí, en directo se le da el toque de calor que mejora aún más el guiso. Una maravilla.

Solo falta el postre. Ya era lo que tocaba, habíamos comido un par de entrantes y 4 platos con suficiente cantidad. Y el postre también es un tradicional que últimamente parece querer revivir los recuerdos de todos lo que tenemos cierta edad. La base es aceite, sal y chocolate, pero mezclado con Coca de Forner en vez de con pan.

No podía haber un mejor fin de fiesta a este showcooking y menú degustación.

La experiencia nos gustó. El espacio, una cocina a la vista donde el cocinero seleccionado hará la comida que después todos degustarán. Algo diferente que difícilmente se repetirá en cada cita: nunca será el mismo grupo ni el mismo cocinero ni el mismo menú. Aunque se repita el showcooking, el público será diferente y dinamizará la sesión de otra forma. Los productos variaran dependiendo de la época del año, por lo tanto los menús degustación también lo harán. Diferentes Chefs presentarán menús especiales y periódicamente van añadiéndose eventos y degustaciones de productos. La única forma de estar atentos es visitar su web periódicamente y ver su agenda que van actualizando con algunos días de antelación. El precio de los menús de showcooking como este es de 67 Euros todo incluído. Pero hay otras opciones que varían de precio dependiendo del Chef elegido. Entre ellos, algunos con Estrella Michelín como Marc Gascons o Quim Caselles.

La previsión es desmontarlo en Junio para “volar” hacía otra ciudad y seguir con su misión de embajadores de la Gastronomía de Girona. Quizá su próxima parada sea Barcelona. O quizá Londres. Por si acaso, si no queréis perder la oportunidad de degustar una buena comida o cena, hacerlo ya, que Girona no está tan lejos…y además llega Girona Temps de Flors!