Nada, en medio de esta crisis que va a convertir Europa en la nueva Latinoamérica, en maniobra concertada por los admirables chinos, los espirituales indios, los grandiosos rusos y nuestro bienamado Obama, pues resulta que los eurodiputados viajan en business. Porque sus culos de mal asiento, que van de Bruselas a Estrasburgo, de allí al avión, de allí a sus cargos nacionales y de aquí a su casa en el minitiempo que les da una semana que empieza el lunes para viajar, con el martes como primer día de trabajo y con el jueves por la mañana como último jornal para poder estar, esa misma noche en tertulias de radios y televisiones y el viernes, claro, descansar con la familia. Un ajetreado ritmo de vida sí debe tener compensaciones como no tener exclusividad en su cargo - incumpliendo la famosa ley de incompatibilidades funcionariales que se da en casi todos los miembros de la UE - permitiendo que trabajen en multiples administraciones y medios de prensa privados, o que disfruten de pensiones que no cumplen con los sistemas de pensiones máximas o, claro, viajar en business, como el señor Alejo Vidal Quadras, antes Aleix, defendía el otro día. O como mentía el exministro López Aguilar casi a la vez (ese tuvo el descaro de decir que se habían equivocado al votar).El caso es que, y esto no lo dice nadie, los nacionales, los de aquí, hacen lo mismo. Y esto lo sé de primera mano. Además de sus iPhones 4 por la cara y su catering del Palace de Madrid. Y, seguramente, los regionales también.Todo esto es de una desfachatez y gravedad extremas, pues el culo de un ministro no pasa de culo de un ciudadano al que hemos nombrado diputado. Y los ciudadanos hemos sufrido recortes tremebundos. Los diputados, no. Y ahí empieza y acaba toda discusión.La otra cuestión que nadie plantea es por qué regla de tres un señor de Bilbao que es elegido para senador en Madrid no se desplaza a Madrid a vivir, se alquila un piso y hace una vida de ciudadano normal o por qué un eurodiputado no vive en Estrasburgo. Evitaríamos no sólo los aviones en business (o en otra cosa), como los 4000 euros limpitos de polvo y paja de sus dietas (que se suman a los casi 8000 del sueldo). De ese modo, vivirían como ciudadanos que son, con buenos sueldos, como merecen y con una mayor vigilancia y sin tanto zapato Church, tanto reloj Blancplain y tanto traje de Pal Zileri.Y todo podría ser como esta canción del año 1972 de los Kinks, grupo mítico, en el que dicen invitarnos a su cohete supersónico en el que "Nadie viaja en segunda clase, habrá igualdad y no supresión de minorías". Pues eso.
Nada, en medio de esta crisis que va a convertir Europa en la nueva Latinoamérica, en maniobra concertada por los admirables chinos, los espirituales indios, los grandiosos rusos y nuestro bienamado Obama, pues resulta que los eurodiputados viajan en business. Porque sus culos de mal asiento, que van de Bruselas a Estrasburgo, de allí al avión, de allí a sus cargos nacionales y de aquí a su casa en el minitiempo que les da una semana que empieza el lunes para viajar, con el martes como primer día de trabajo y con el jueves por la mañana como último jornal para poder estar, esa misma noche en tertulias de radios y televisiones y el viernes, claro, descansar con la familia. Un ajetreado ritmo de vida sí debe tener compensaciones como no tener exclusividad en su cargo - incumpliendo la famosa ley de incompatibilidades funcionariales que se da en casi todos los miembros de la UE - permitiendo que trabajen en multiples administraciones y medios de prensa privados, o que disfruten de pensiones que no cumplen con los sistemas de pensiones máximas o, claro, viajar en business, como el señor Alejo Vidal Quadras, antes Aleix, defendía el otro día. O como mentía el exministro López Aguilar casi a la vez (ese tuvo el descaro de decir que se habían equivocado al votar).El caso es que, y esto no lo dice nadie, los nacionales, los de aquí, hacen lo mismo. Y esto lo sé de primera mano. Además de sus iPhones 4 por la cara y su catering del Palace de Madrid. Y, seguramente, los regionales también.Todo esto es de una desfachatez y gravedad extremas, pues el culo de un ministro no pasa de culo de un ciudadano al que hemos nombrado diputado. Y los ciudadanos hemos sufrido recortes tremebundos. Los diputados, no. Y ahí empieza y acaba toda discusión.La otra cuestión que nadie plantea es por qué regla de tres un señor de Bilbao que es elegido para senador en Madrid no se desplaza a Madrid a vivir, se alquila un piso y hace una vida de ciudadano normal o por qué un eurodiputado no vive en Estrasburgo. Evitaríamos no sólo los aviones en business (o en otra cosa), como los 4000 euros limpitos de polvo y paja de sus dietas (que se suman a los casi 8000 del sueldo). De ese modo, vivirían como ciudadanos que son, con buenos sueldos, como merecen y con una mayor vigilancia y sin tanto zapato Church, tanto reloj Blancplain y tanto traje de Pal Zileri.Y todo podría ser como esta canción del año 1972 de los Kinks, grupo mítico, en el que dicen invitarnos a su cohete supersónico en el que "Nadie viaja en segunda clase, habrá igualdad y no supresión de minorías". Pues eso.