Tanto pequeños insectos como microorganismos en la superficie de suelos en Meliquina fueron, en general, estimulados. Dos trabajos de tesis abren una interesante línea de investigación.
09 DIC 2016 - 00:00
El 4 de junio de 2011, el volcán Puyehue en plena erupción.El equipo de investigación en las tareas de campo en Meliquina.
Comparte esta noticiaIMPRIMI LA VERSION SOLO TEXTOEl 4 de junio del 2011, el volcán Puyehue, ubicado en Chile aunque cercano a Villa La Angostura, en Neuquén, entró en violenta erupción. Durante dos días arrojó a la atmósfera enormes cantidades de ceniza que cayeron directamente sobre pueblos y ciudades cercanas al volcán, tanto en el país trasandino como en Argentina, causando un fuerte impacto adverso en las poblaciones y en el paisaje.Sin embargo, desde el punto de vista científico, la erupción ofreció una oportunidad única para estudiar sus efectos sobre los ecosistemas afectados.Contra todos los pronósticos, las cenizas habrían producido un efecto benéfico sobre el ecosistema, según expresaron Paula Berenstecher y Daniela Gangi, quienes realizaron el trabajo en el marco de sus tesis de grado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Fauba.
La “invisible” fauna del sueloCompuesta de microorganismos, artrópodos epígeos (aquellos que habitan en la superficie del suelo), como insectos, arácnidos, miriápodos y crustáceos, no ha sido muy estudiada en relación a las erupciones volcánicas. Según Amy Austin, directora de tesis, “los organismos del suelo tienen una función crítica en los ecosistemas debido a su rol en los procesos de descomposición de materia orgánica y en el ciclado de nutrientes”.La idea inicial fue que la fauna del suelo se vería afectada negativamente debido a la ceniza volcánica.Sin embargo, para la sorpresa de las investigadoras, la cantidad total de artrópodos presentes en el suelo no solo no se redujo, sino que aumentó, en algunos casos considerablemente. Pero la respuesta del ecosistema natural fue diferente de la del sistema forestado con pino. En principio, la abundancia de artrópodos era menor y su variedad más homogénea en la parcela modificada que en la de vegetación natural antes de la erupción. Luego de la caída de cenizas, se observó que en la parcela de vegetación natural la cantidad total de artrópodos aumentó a la vez que se mantuvo estable su variedad. En cambio, en el área forestada con pino, si bien también se registró un aumento en su abundancia total, algunos artrópodos mostraron un gran aumento proporcional mientras que otros mostraron una disminución.Daniela Gangi explicó estos resultados por el hecho de que los sistemas naturales, al ser mucho más diversos, ofrecen mejores recursos de supervivencia para un amplio abanico de artrópodos y organismos del suelo.
La descomposiciónEn el trabajo de Berenstecher, se estudió el efecto de las cenizas sobre los microorganismos del suelo, enfocándose en su actividad como descomponedores de materia orgánica. La hipótesis era que la descomposición disminuiría notoriamente. Y, al igual que su colega, se llevó una sorpresa.“Nosotras estudiamos cómo el proceso de descomposición de hojarasca había sido afectado por las cenizas. Para eso medimos la actividad enzimática, que es una forma de ver cuán activos están los microorganismos, y también medimos la biomasa microbiana. Y nos encontramos con que la actividad de los organismos analizados en la broza (la materia orgánica que está sobre la superficie del suelo) había sido fuertemente estimulada. No era lo que esperábamos encontrar”, comentó Berenstecher.La explicación de esta estimulación tan intensa involucra muchas causas, como el aumento de la humedad (las cenizas tienen gran capacidad de absorción de agua) o con el hecho de que la broza quedó enterrada. Pero, en comparación con registros obtenidos de broza en condiciones de entierro y alta humedad pero sin ceniza, el aumento de la descomposición en presencia de cenizas seguía siendo mucho mayor. Esto implica, entonces, que hay un factor propio de la ceniza que estimula la actividad microbiana.Otra de las sorpresas que surgieron de este estudio fue que la parcela de vegetación natural y la parcela forestada tuvieron efectos posceniza muy similares. Berenstecher estimó que el área modificada sufriría un impacto mucho más adverso que el natural, sin embargo, no fue así. Si bien no hay respuestas claras acerca de este resultado, Austin en principio le atribuye esto al hecho de que el evento fue tan amplio que superó cualquier diferencia entre el sistema natural y el forestado. Pero la pregunta sigue abierta.“Encontramos que la actividad de los organismos había sido fuertemente estimulada. No era lo que esperábamos”.Paula Berenstecher, licenciada en Ciencias Ambientales de la Fauba.El estudio de campo se realizó en MeliquinaUno de los factores más interesantes de las investigaciones realizadas sobre los organismos del suelo en el contexto de la erupción del volcán Puyehue es que se contó con información sobre las variables estudiadas en instancias previas y también posteriores a la erupción. Este hecho afortunado, totalmente azaroso, permitió realizar una comparación entre ambos momentos y así se pudo evaluar con mayor precisión el impacto de la deposición de cenizas en los dos sistemas estudiados. Se estudiaron una parcela de vegetación natural y una parcela sembrada con una especie exótica (Pinus ponderosa), ambas localizadas en la Villa del lago Meliquina, provincia de Neuquén.