Revista Ciencia

Voluntariado en Yeste III: segunda noche de safari fotográfico

Por Guillermo Garcia-Sauco S. @guillesauco
    Tras recuperar la zona de agua, una ducha y una buena cena, volvimos a salir de La Alberquilla en busca de más animales (de más arañas, más bien). Esta vez, sí nos internamos en el monte, pasando primero por el murete de rocas, siempre andando por el camino, pero casi a oscuras.

Voluntariado en Yeste III: segunda noche de safari fotográfico

Agelena labyrinthica construye su tela en forma de embudo a ras de suelo o en la parte baja de muretes de roca.

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Otra Agelena de librea más clara. Se aprecia la entrada del embudo de telaraña.

    Sin duda, el monte de noche pertenece a los arácnidos. Las arañas lobo seguían campeando, los machos de Hogna radiata estaban de nuevo por doquier, desde las grieta del murete hasta en medio del camino.

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Hogna radiata

    Otro arácnido que vimos, y que no era una araña, era el llamado solífugo o escorpión de viento (Gluvia dorsalis). Siempre los veo correr a toda velocidad, pero aquí, de noche, el que vimos se movía despacio pero sin pausa. Sin embargo, se dejó hacer fotos durante unos minutos. 

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Gluvia dorsalis

    Los solífugos son animales interesantes de observar. No son venenosos ni agresivos, pero con sus poderosos quelíceros pueden morder y agarrar pequeños insectos y arácnidos. Los pedipalpos son largos y tienen el aspecto de patas ya que parecen nacer de la parte inferior de la zona cefálica. Su función es prensil y adherente, aunque también las usan para ir tentando el terreno a modo de antenas. En la punta de éstos tienen unas pequeñas ventosas que son capaces de anclarse incluso a cristales.

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Gluvia dorsalis

    Durante el día permancen escondidos bajo rocas y en lugares oscuros, o en pequeños nidos tubulares que abandonan por la noche para ir en busca de alimento.    La luna llena, una de las más grandes del año, iluminaba las sierras y las colinas, y les otorgaba sombras siniestras. Los pinos, muchos de ellos colonizadores de otras zonas, se erguían siniestros en la oscuridad. La brisa traía su olor y nos gustaba.

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Pino carrasco (Pinus halepensis)

    Al empezar a internarnos más de la cuenta en el monte, nos dimos cuenta de que ya era tarde, y volvimos de nuevo al muro de rocas. La araña patilarga (Pholcus cf phalangioides) también encontraba su sitio en un resquicio de la zona. Estas arañas tienen un mecanismo de defensa muy particular. Cuando algo grande roza sus telas, las hacen temblar, con lo cual, tan finitas ellas, desaparecen difuminadas por el movimiento de sus delgados cuerpos. Esto lo descubrí con una temprana edad en mi propia casa, en el garaje, donde solía haber grandes cantidades de esta araña.

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Pholcus cf phalangioides

    Ya de vuelta a la habitación, nos detuvimos en el farol donde habíamos visto la Eusparassus, y allí estaban otra vez. Me sorprende que una de las arañas más grandes e interesantes de Europa sea prácticamente desconocida más allá de los círculos naturalistas entendidos. Es un animal elegante e imponente que debería tener nombre en castellano. Con la visión de esta criatura, nos fuimos a dormir. Terminada ya la restauración de la fuente, el abrevadero y el estanque, no quedaba nada que hacer, así que aprovecharíamos para explorar la Sierra al día siguiente, la joya de la provincia de Albacete.

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Eusparassus cf dufouri


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