Volunturismo: una forma solidaria de viajar

Por Marbel

Como muchos de vosotros sabéis, estoy en Edimburgo estudiando un máster de Ecoturismo (MSc Ecotourism), en concreto en la Universidad de Napier. El máster me ha dado material para escribir algunos artículos interesantes, tanto de temas que hemos visto en algunas asignaturas, como de lugares que hemos visitado en nuestras prácticas de campo. Hace poco me dieron la nota de uno de los trabajos que más he disfrutado del máster, un ensayo sobre “volunturismo”. Como algunos de vosotros sabréis (si habéis leído mi curriculum viajero), durante dos años trabajé como coordinadora de programas de una agencia de voluntariado internacional. Además yo ya había hecho mucho voluntariado antes, tanto en España como en el extranjero. En varios de mis posts hablo de mis experiencias de voluntariado, e incluso hay dos donde cuento mi experiencia llevando a un grupo para hacer un programa combinado de voluntariado y viaje.

En mi caso, empecé a hacer voluntariado por varios motivos: por ser una forma barata de viajar un tiempo largo, por ayudar a una buena causa, por adquirir experiencia profesional y mejorar mi curriculum, etc. En todos los países donde he estado al menos un mes, he hecho voluntariado en algún momento, combinándolo con viaje, trabajo o estudio, dependiendo del caso. A continuación voy a explorar este mundo del “volunturismo” y os presentaré algunos interesantes argumentos que encontré en los diversos artículos que tuve que leer para hacer mi trabajo del máster.

El “volunturismo” es una forma alternativa de viajar que combina el viaje con el voluntariado, ofreciendo una experiencia más profunda de la cultura local y el medio ambiente, que normalmente el turismo de masas no ofrece. La demanda de este tipo de turismo ha crecido mucho en los últimos años y en respuesta a esta demanda, una gran variedad de programas están siendo ofertados tanto por organizaciones como por tour operadores. Las actividades del “volunturismo” son variadas, desde trabajos manuales o de construcción, a enseñanza o cuidado de niños, incluyendo también actividades ambientales de conservación del medio o la fauna.

Según Wearing, uno de los investigadores que más ha escrito sobre el tema, los voluntarios turistas o “volunturistas” se pueden definir como aquellos que participan en unas vacaciones en las que se pretende ayudar a grupos desfavorecidos de la sociedad, restaurar entornos naturales o investigar aspectos de la sociedad o el medio ambiente. Este tipo de turistas suele tener una interacción con la gente local y su entorno que no es la usual en el turismo convencional. Como resultado, los volunturistas experimentan intercambio cultural y aprenden sobre la cultural local, lo que en definitiva les llevará  a una mayor comprensión de la realidad de la comunidad donde transcurre el programa.

En muchos artículos sobre el tema se comenta que el “volunturismo” puede ser una nueva forma de neo-colonialismo, y precisamente esa visión era la que teníamos que argumentar en el ensayo del máster. Por si os preguntáis que es eso del neo-colonialismo, se refiere a la posición de poder que los países desarrollados adoptan cuando tratan de ayudar a los países en vías de desarrollo. Lo que sucede es que los voluntarios son a menudo considerados “expertos” simplemente por ser occidentales, cuando muy a menudo carecen de la experiencia y formación necesaria para llevar a cabo un trabajo efectivo en la comunidad. Por desgracia, esta percepción errónea es adoptada tanto por los países del “primer mundo” como los del “tercer mundo”, poniendo los locales todo su poder en manos de los occidentales. Éstos últimos posiblemente adoptan esta actitud paternalista con idea de limpiar la culpa remanente de los tiempos de la colonización.

Estas posturas neo-colonialistas refuerzan los estereotipos y la idea del “otro” como distinto y separado de mí. A menudo, muchas de las organizaciones de envío o los mismos voluntarios, racionalizan la pobreza de los países en vías de desarrollo. Comentarios como “pobres, pero felices” son indicativos de esta racionalización de la pobreza, de manera que a esta a veces parece que queda justificada o incluso contemplada de una manera romántica por muchos voluntarios.

Guttentag, el autor de uno de los artículos que leí, habla de los distintos efectos negativos que el “volunturismo” puede tener en las comunidades. Uno de ellos es el “demonstration effect”, que se refiere a la respuesta que los objetos de valor mostrados por los turistas causa en los locales. Puede que tengan deseos de adquirir esos objetos, pero a ello le acompaña la frustración por no tener dinero para comprarlos. Yo misma recuerdo cuando en las comunidades de Ecuador donde hice voluntariado los niños se quedaban fascinados con mi cámara, o cuando recorrí el Atlas en Marruecos un niño me suplicaba que le regalara mi reloj. En algunas organizaciones dejan bien claro a los voluntarios que no hagan ostentaciones de sus posesiones materiales ante miembros de la comunidad, por ejemplo ese fue el caso cuando hicimos voluntariado en la comunidad rural de Himachal (India). Incluso, pueden pedir que el voluntario se vista de una manera similar a ellos, para así no acentuar las diferencias. En determinadas culturas, la forma de vestir europea, enseñando determinadas partes del cuerpo, puede ser hasta ofensiva.

Otro impacto negativo es ignorar las verdaderas necesidades y deseos de la comunidad. A menudo, las organizaciones creadas por occidentales, creen saber lo que más le conviene a la comunidad, y sin consultarles, inician un proyecto para ellos. Quizás ellos no piensan lo mismo y preferirían otra cosa, sin embargo, los occidentales en su postura neo-colonialista, les han ignorado. Es importante contar siempre con la comunidad a la hora de realizar proyectos de ayuda humanitaria, y que se sientan partícipes en todo momento. Y algo muy importante es prepararles y formarles para que sean autosuficientes; de lo contrario, acabarán volviéndose dependientes de la organización y su dinero, y si un día dejan de recibir esa ayuda, se ven perdidos.

Es también interesante destacar que la presencia de voluntarios puede propiciar el desempleo en la comunidad, y muy a menudo se da el caso de voluntarios poco cualificados haciendo un trabajo que podrían hacer mejor los locales (por ejemplo, trabajos de construcción). Se cae en el error de creer que por no tener que pagar al voluntario la comunidad ahorra un dinero, pero por otro lado, hay gente de la comunidad que podría estar ganando dinero haciendo ese trabajo, y esos son puestos de trabajo perdidos. En ese sentido, me parece más interesante que las organizaciones se concentren en formar a los locales y crear puestos de trabajo para ellos. Por otro lado, tener “volunturistas” también puede aportar beneficios extras a la comunidad, pero siempre y cuando no les priven de puestos de trabajo. Quizás este tipo de programas de voluntariado deberían ser más vistos como una experiencia de intercambio cultural y aprendizaje, que como una misión de ayuda humanitaria donde el “volunturista” viene a salvar al “local” de su situación de pobreza.

La duración del programa de voluntariado es también un factor a tener en cuenta. Normalmente los voluntariados de larga duración suelen exigir que el voluntario reúna una serie de requisitos profesionales y personales para poder desempeñar su labor, siendo las motivaciones de estos voluntarios principalmente de naturaleza altruista. En cambio, los voluntariados de corta duración, que a menudo son programas combinados con viaje, no suelen pedir que el voluntario esté cualificado, aunque por otro lado estos programas son más costosos. Este tipo de voluntarios tienen como principal motivación viajar y conocer otras culturas de una forma alternativa, y las organizaciones utilizan las cuotas que pagan por participar como forma de financiación. En un libro sobre el tema, me encontré con que llamaban VOLUNturistas a los primeros y volunTURISTAS a los segundos, pues unos tienen más de voluntarios que de turistas y otros lo contrario.

Otra motivación importante a tener en cuenta, sobre todo en estos tiempos de crisis que corren, es que muchos jóvenes hacen voluntariado con la idea de adquirir experiencia profesional en su área de estudios. También otros no tan jóvenes, pueden aprovechar la ocasión de estar en situación de desempleo, para marcharse fuera a hacer un voluntariado que les pueda a ayudar a mejorar su curriculum. No obstante, a menudo los voluntarios experimentan una transformación personal cuando están en la comunidad de acogida, y no es de extrañar que alguien que empezó con una motivación más egoísta, acabé desarrollando una motivación más altruista. No son raros los casos de voluntarios que deciden alargar su estancia o que a la vuelta inician una ONG en su país para seguir ayudando a la comunidad de acogida, e incluso los hay que deciden cambiar su trayectoria profesional y dedicarse a la cooperación. En este sentido el “volunturismo” puede ser muy positivo.

Aunque durante mi artículo me he referido más al voluntariado social, los programas de voluntariado ambiental también resultan muy atractivos para los “volunturistas” y la oferta cada vez es mayor. Sin ir más lejos, yo misma tengo más experiencia en voluntariado ambiental, y fue precisamente este ámbito en el que me inicié. Años después me interesó también el voluntariado social y he participado como voluntaria en varios programas tanto en España como en el extranjero. En el voluntariado ambiental he tenido experiencias muy diversas, desde participar en proyectos de investigación, más científicos y donde los voluntarios tenían que contar con estudios de biología o medio ambiente, hasta trabajos más prácticos en reservas naturales como reforestaciones o mejora de senderos, siendo estos últimos asequibles para cualquiera. Muchos de estos voluntariados ambientales tenían que ver con el mundo de las aves, ya sea anillando, haciendo censos o vigilando nidos, y es que las aves me apasionan, como ya he comentados en varios posts de mi blog.

También he sido voluntaria en granjas ecológicas a través de la organización WWOOF, en Canadá y Polonia. En Ecuador ayudé durante unos días en una plantación ecológica de café y plátano, y en el huerto comunitario del pueblo. La educación ambiental ha sido otro de mis voluntariados, aunque esto es algo que he hecho más como trabajo remunerado. En cuanto a la duración, algunos de mis voluntariados fueron cortos, de una o dos semanas, tipo campo de trabajo, y otros más largos, de hasta tres meses de duración.

Ahora llega el momento de hablar del tercer elemento del “volunturismo”: las organizaciones de envío, que son el nexo de unión entre voluntarios y organizaciones y/o comunidades de acogida en el país de destino. Algunas de ellas son ONGs (supuestamente sin ánimo de lucro), mientras que otras son  empresas privadas (también llamadas agencias de voluntariado). Es cierto que cada vez son más las organizaciones de envío que están haciendo negocio de todo esto, y llega un momento que atraer a clientes para que paguen por programas de voluntariado se ha convertido en algo más importante que atender las necesidades de una determinada comunidad. No sólo las empresas privadas están haciendo esto; cuidado con todas aquellas organizaciones que aseguran ser sin ánimo de lucro pero que también están sacando sus beneficios del voluntariado.

Yo también cuento con experiencia en organizaciones de envío, pues fui coordinadora de programas en la agencia de voluntariado que creé junto con una agencia de viajes. En mi trabajo me encontré con algunas organizaciones de acogida en diversos países, que poco les importaba si el voluntario estaba capacitado para desarrollar su labor, pues sólo querían su dinero. Me di cuenta de que estas supuestas ONGs eran en realidad negocios encubiertos, que un listillo de ese país, con más estudios y poder adquisitivo, había montado para sacar dinero con la excusa de ayudar a una comunidad.

Aquella experiencia que tuve con la agencia de voluntariado duró un total de dos años, tras los cuales decidí abandonar. Mis socios iban más por el negocio (normal, eran una agencia de viajes), y yo, aunque también quería ganar dinero, me movían más las motivaciones altruistas. Claro que al final llegué a la conclusión que si  quería vivir de ello tenía que cobrar unos precios exagerados a los voluntarios. Tuve un dilema muy grande, pues no me gusta “comodificar” (ponerle un precio para ser vendido en el mercado) el voluntariado, pero tampoco podía dedicar tanto tiempo a algo que no me daba un sueldo digno. Me hubiera gustado encontrar la fórmula de hacer esto de forma altruista y a la vez ganarme la vida con ello, pero no la encontré. Lo que sí veo es que la mayoría de las agencias de voluntariado que proliferan en el mercado, cobran unos precios que en mi opinión son exagerados, y que dejan fuera a estudiantes o personas con pocos recursos económicos.

En definitiva, en “volunturismo”, ¿tienen más peso los efectos negativos o los positivos? ¿Compensa seguir haciéndolo a pesar de los efectos negativos que pueda desencadenar? En mi opinión, todo depende de cómo se lleven a cabo estos programas. Es importante gestionarlos bien, y esto juegan un papel importante tanto la organización de envío como la de acogida. A la hora de promocionar estos programas, se debe hacer más hincapié en la experiencia de aprendizaje que los voluntarios van a tener, en lugar de lanzar mensajes de “cambiar el mundo” o “hacer la diferencia”. Muchos voluntarios van llenos de expectativas y cuando llegan allí se dan cuenta de que no están preparados para hacer ese trabajo. Y otro tema importante, es que la comunidad tiene que sentirse plenamente partícipe y con capacidad de tomar decisiones; de lo contrario, se caerá en posturas neo-colonialistas que no van a hacer otra cosa que exacerbar las diferencias. Es importante también que las organizaciones de envío hagan una selección adecuada de voluntarios, situándolos en los programas adecuados para ellos según sus capacidades y características. Además, hay que prepararlos para el encuentro con la comunidad, con abundante información y formación previa.

Termino ya este artículo esperando que no os haya resultado demasiado largo y denso. Siento si en algún momento me he puesto un poco académica; se me está pegando la forma de escribir que utilizamos en el máster, es inevitable. He querido también aportar un poco de mi experiencia personal para hacerlo más ameno y real. He tenido buenas y malas experiencias en esto del “volunturismo”, pero en general, me alegro de haberlo hecho y de todo lo que aprendí con ello. Os lo recomiendo sin lugar a dudas, pero tan sólo os digo que tengáis cuidado a la hora de elegir la organización de envío o la de acogida (si la encontráis directamente en internet). Aseguraros de que son profesionales y que su principal motivación no es la económica, sino atender las necesidades de una comunidad o un área natural utilizando los voluntarios adecuados. Siempre está bien tener referencias de otras personas que hayan estado antes. Si estáis interesados en ello, no dudéis en escribirme y yo os puedo dar información, dentro de mis posibilidades y mis conocimientos. Espero que este artículo os motive para hacer “volunturismo” o si ya estabais motivados, que os animéis a hacerlo.


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