Todos teníamos "mono" de OSPA y las ganas de comenzar la primera temporada con el maestro Milanov de titular. Los titulares de prensa previos ya apuntaban bien y la entrada con "orbayu" no impidió saludar a tantos conocidos, amigos, músicos, encantados del reencuentro esperado.
El programa elegido tenía muchos guiños y el pianista invitado un lujo para una ciudad que disfruta con los mejores y hasta tiene unas jornadas propias.
La aplaudida salida del maestro búlgaro fue mayor tras la lectura de sus primeras palabras en un castellano más que correcto, cumpliendo su promesa de hablar español para su llegada. Incluso dio las gracias a la gerente Ana Mateo por su trabajo constante, y al Gobierno del Principado por seguir apostando por nuestra mejor embajadora, así como a la Consejera de Educación, Cultura y Deporte mi colega de profesión Ana González Rodríguez. Hasta nos invitó a brindar al descanso con una copa de vino de las Bodegas OSCA, patrocinadora del concierto, que animó un descanso algo más prolongado de lo habitual.
Tras el vino del descanso, que me tomé afuera mientras fumaba mi cigarrillo, la segunda parte mantuvo el perfume francés con aromas españoles, primero rusos y ahora galos.
Para cerrar este concierto de aire español, la Iberia (Imágenes) equiparable a la pianística de Albéniz con el buen hacer orquestador de Debussy, deudor de algunos compatriotas pero magistral en su recreación. Inspirado hasta en los títulos, Por las calles y los caminos como ideario para toda la temporada, Los perfumes de la noche delicados y aromatizados con buen vino, y La mañana de un día de fiesta, pues así entendimos muchos este concierto inaugural. Fiesta de la música desde una pasión que el Maestro Milanov va a compartir con todos... esperando sean muchos años.
Pese a la premura por llegar a casa (pasaban quince minutos de las diez de la noche), mi comentario rápido fue "Ésto promete", y el próximo concierto el Día del Pilar nada menos que con La NovenaBeethoven de ...
«No entiendo la vida sin la música, para mí es como una gran devoción» (Rossen Milanov)