Volver a casa es una aventura. Mi familia y yo hemos decidido regresar a España después de casi 7 años en Colombia. Tomar la decisión no fue difícil, mi chica y yo sabíamos que el ciclo se había cerrado aquí, que teníamos ganas de volver, y el gato, aunque es bogotano, no puso muchas objeciones.
Pero no va a ser sencillo volver, aunque parezca mentira. No somos los mismos, no pensamos igual, no encajamos en ciertas lógicas, no estamos dispuestos a pasar por determinadas situaciones. Los migrantes cuarentones no estamos para bromas.
Volvemos a casa porque lo necesitamos. Queremos estar cerca de los que más queremos, porque nos hemos perdido muchas cosas en estos años. Volvemos a España porque nuestra tierra está donde están los nuestros. Si mi madre viviese en Osetia del Norte estaría haciendo las maletas para allá sin problema.
Pero voy a echar de menos muchas cosas. Aquí les dejo el top 10 de cosas que más voy a extrañar de Colombia:
- La forma de hablar. No hay nada más bonito que el colombiano, con sus giros, sus dobles (y triples) sentidos, con la broma continua. No me voy a poder quitar de la boca el sumercé, ni el parce, ni el marica por un tiempo.
- El país. Es uno de los países más bonitos que conozco. Bogotá es una ciudad que no me gusta, pero el resto del país es una joya. Es un documental de la 2 continuo.
- La gente. Aunque he tenido mis más y mis menos con la cultura, la gente es afable (que no correcta). Que me saluden: ¿cómo me le va?, me parece precioso.
- La bandeja paisa. Parce, ¿qué voy a hacer yo sin el plato más grasiento del mundo? A esto le sumo el ajiaco y el sancocho, que están de muerte. La yuca frita y la guanábana ya son de otra liga. Amor eterno.
- Las polas. Las frías. El tomarme las cervezas con los colegas mientras hacemos planes, mientras soñamos en nuestros libros, películas, artículos, o en la próxima borrachera.
- El guayabo. La resaca. Porque eso significa que he tenido una gran noche con los parceros.
- La música. Ojo, no toda, no jodamos. Sobre todo, la salsa viejita, que he aprendido a escucharla lentamente y con muchas polas.
- Las discusiones políticas. Aquí las cosas no son fáciles, con lo que la escala de necesidades es bastante diferente. Y me gusta hablar de las cosas básicas de la vida, afirmar que los cambios los tenemos que originar nosotros. O, al menos, intentarlo.
- Perderme en las calles de Bogotá (en los barrios seguros, no soy tan imbécil). Y siempre encontrar cosas nuevas, cosas que me gustan y otras que no, pero siempre encontrar cosas.
- Los cojones que tienen muchos colectivos para salir adelante. La conciencia social y cívica que se tiene aquí, las ganas de cambiar las cosas, la necesidad de salir de un pozo de mierda que dura demasiado.
Volvemos a casa. Crucemos los dedos para que esta aventura salga bien.