Cuenta la escritora Marianne Williamson ("La edad de los milagros") que cuando pequeña sus padres la llevaban a un restaurante que en la noche decoraban con luces y burbujas de colores. Ante sus ojos de niña era mágico. Mientras todos cenaban ella se dejaba llevar por su imaginación.
Y revisamos cada uno de ellos, valoramos lo que hace y hasta donde está ubicado, y al final decidimos…Pero muy al final…cuando con nuestra imaginación puesta en el pastor, o en el chico con el perro, en el pintor, en la niña o en su mamá decorando el árbol,…dejamos de ser nosotros y hemos sido por un lapso de tiempo, alguno de ellos.