Sin embargo, el camino hacia la victoria de los españoles decentes , demócratas y honrados aparece cada día mas nítido. Cuando el ministro Gallardón pidió recientemente a los ciudadanos que no desaprovechen su voto apoyando a partidos pequeños, muchos comprendimos que ese "voto a los partidos pequeños" es la única opción que hace daño al sistema y, en especial, a los grandes partidos que dominan hoy el Estado.
Los partidos políticos, cuyo objetivo prioritario es mantenerse en el poder y seguir ordeñando la gran teta del Estado, han sabido generar defensas contra protestas ciudadanas como la abstención, el voto en blanco y el voto nulo con reproche. A los abstencionistas los califica de ser indiferentes y carecer de interés por la política; a los que votan en blanco los considera poco menos que una minoría siempre descontenta y a los que anulan su voto incluyendo en la papeleta términos como "chorizos" "ladrones" o "sinvergüenzas" los tachan de antisistemas.
Sin embargo, carecen de defensa ante el voto masivo a partidos pequeños que todavía no estén contaminados y que na hayan participado en la nefasta gestión política que ha convertido a España en un país basurero marcado por la corrupción, el desempleo, el avance de la pobreza, la injusticia, la desigualdad y el abuso de poder, vicios y dramas atribuibles por completo a la pésima gestión de los grandes partidos (PP y PSOE) y a los partidos cómplices y coparticipes en el gobierno (IU y nacionalistas vascos y catalanes).
Apoyando a partidos pequeños, los grandes pierden votos, escaños, dinero y poder. Al ser agrupaciones sin ideología y basadas en el clientelismo, al perder poder entran en dinámicas peligrosos de desencanto entre los suyos, que no reciben las compensaciones que esperan y esos partidos comienzan a desmoronarse porque tienen los pies de barro.
Votar a los pequeños puede provocar la desintegración de este sistema perverso que ha destruido la grandeza de España, ha dinamitado los valores, ha destruido el prestigio de la nación y ha convertido al país en un grave problema para Occidente y en el hazmereir de medio mundo.
El descaro y la falta de ética de los grandes partidos les permite aceptar el poder aunque sólo reciban el voto de una exigua minoría. De nada sirve que tres de cuatro españoles se abstenga o emita votos de rechazo porque ellos, con apenas un puñado de votos, se proclamarán vencedores y se repartirán el poder, perpetrando un nuevo atentado, sucio y sin legitimidad, contra la democracia y la decencia.
Los ciudadanos demócratas de España, hasta ahora desmoralizados y sin saber como derrotar a los grandes partidos y al sistema que domina España haciéndose pasar por una democracia, cuando solo es una sucia partitocracia sin controles ni frenos, tienen ya claro cual es el camino para alcanzar la deseada democracia limpia y decente que España necesita para resurgir, un camino que pasa por votar masivamente a partidos pequeños y por dar la espalda a todos los partidos políticos que hayan tenido responsabilidad en el desgraciado y nefasto gobierno de España y sus autonomías.