Voto útil

Publicado el 12 mayo 2014 por Jcromero

Decían los clásicos que para hablar bien eran necesarios tres requisitos: personalidad, emoción y argumentos. Habría que añadir conocimiento, como una condición previa e indispensable y algo de tiempo para reflexionar. Uno que es más de escuchar que de hablar y más de leer que de escribir, entiende que estos mismos elementos pueden aplicarse a la escritura y a la política, entre otras muchas actividades.

Probablemente también los clásicos concibieron la democracia como un sistema fundamentado en la participación y persuasión. No estaban equivocados. En la actualidad, y de manera especialmente obscena cuando llega una campaña electoral, se opta por el mensaje demagógico y la descalificación del contrario; por la mota de polvo ajena y por soslayar el estercolero propio. Muchos de los que toman la palabra para erigirse en representantes de la ciudadanía carecen de esos requisitos o los ocultan, en favor de las exigencias de sus partidos. En todo caso, ¿hay alguna opción política que se esfuerce en convencer de que sus propuestas son mejores, más viables y necesarias que las presentadas por otros contendientes? ¿Dedican más esfuerzos a explicar sus programas o a desacreditar al contrario?

En esta convocatoria, con Europa como pretexto, el bipartidismo y la apelación del llamado voto útil son dos temas de interés. Romper el bipartidismo —a la luz de la experiencia— se convierte en una necesidad, pero también es una estrategia de comunicación que abrazan partidos que hoy por hoy no concitan la confianza necesaria para ser alternativa real. Como en la entrada anterior ya se dejó un ligero esbozo sobre el bipartidismo, hoy toca hacer lo propio con voto útil. Simplificando mucho, diría que se vota por afinidad ideológica pero el electorado, en determinadas circunstancias, opta por voto de castigo confiando en el partido que, aun no siendo el propio, se observa como la opción necesaria.

Particularmente soy partidario del voto útil en determinadas circunstancias. La derecha sociológica tiene muy claro cuál es la opción que defiende mejor sus intereses. Sólo en aquellos territorios donde el voto nacionalista es muy numeroso, se plantea hacer uso de este voto estratégico. Cosa distinta sucede en el ámbito de la izquierda donde cada día parece más evidente que el PSOE ya no es el partido refugio para el votante de izquierdas. Zapatero hizo de Atila y a su paso creció el páramo. La izquierda social precisa de un nuevo escenario en el que los votantes socialistas tengan, tengamos, la generosidad y la complicidad, con el resto de la izquierda, para concentrar el voto en otras cestas.

Algunos certifican el final del bipartidismo y la defunción del voto útil. Pero, a falta de proyectos y políticos que generen empatía, tengan personalidad y argumentos, la pregunta es, ¿podemos concentrar el voto en IU? Podemos.

Es lunes, escucho a Jesse Boyd Trio: