Voy a dejar de seguir a quien no sea de mi equipo. Voy a romper todos los vínculos con quien ataque al club de mis amores, con quien insinúe que no son los mejores, con aquellos que no reconozcan su superioridad absoluta sobre todos los demás conjuntos.
Voy a dejar de seguir a todos aquellos que no votaron como yo. Voy a quemar los puentes con aquellos que critiquen las propuestas que me parecen justas y con la totalidad de las personas que no piensen que los elegidos por mi son los que tienen la razón en cuanto que hacer para mejorar la vida de mis conciudadanos.
Voy a dejar de seguir a quien no ame mi ciudad. A quien pretenda que su ciudad es más bonita, más acogedora o simplemente más divertida. Voy a enemistarme con quien la ponga verde o con esos que pretenden sacar a la luz sus defectos y ponerlos por encima de sus virtudes.
Voy a dejar de seguir a quien no ame a Norma Jean, a quien no le parezca atractivo Paul Newman, a los que no se alucinen del rostro de Ava Gardner, a todos los que no han visto Casablanca, y también a los que no sepan que es lo que el viento se llevó.
Voy a dejar de seguir a los que no entiendan cual es la música que se debe escuchar, a los que llenen su disco duro de canciones que yo jamás escucharía. A los que hacen oídos sordos a mi perfecto oído musical.
Voy a dejar de seguir a los que crean en dioses, a los que esperan a fantasmas, a los que leen los horóscopos, a los que compran el Hola! y a los que no lo dicen al verme.
Y después, y por fin, voy a dejar de seguirme yo. Que no me gustan los tipos sin amigos.