Algo deslucida por la lluvia, que apareció a ráfagas, al igual que el buen rugby, la Supercopa cumplió con el guión previsto y marcado por los entrenadores en la previa del partido: igualada y emocionante. Y tanto. Se decidió en los últimos minutos y cualquiera de los dos equipos pudo hacerse con el título. El juego, con demasiadas interrupciones, no fue el mejor ni el más vistoso, pero el Quesos supo llevar a su terreno el duelo.
Manu Mora demostró desde los primeros compases que sobre el césped no entiende de sentimentalismos. Lejos de amilanarse, el ex jugador del Bathco se creció ante sus antiguos compañeros y suyo fue el primero ensayo del Quesos y del partido. Tras un maul, consiguió posar el oval y subir el 5-0 en el marcador de Pepe Rojo. Griffiths, que todavía no había afinado su zurda, no consiguió transformar (5-0).
Los bisontes del Bathco no tardaron en responder. Santiago Tobal se convirtió en el protagonista sin discusión de los cántabros, sumando todos sus puntos. En poco más de 13 minutos conseguiría una transformación y un ensayo tras el que también colaba entre palos el oval. Bathco remontaba y se ponía por primera vez por delante en el partido (5-10). Pero poco le duró la alegría a la ruidosa afición verde. Un inteligentísimo Manu Mora ganó el oval forzando el fallo con el pie de Mariano García y asistió a Daniel Snee. Griffiths, esta vez sí, ratificó, y el VRAC se fue al descanso con ventaja en el marcador tras defender con la cabeza y el corazón una última jugada ofensiva del Bathco que minó la moral los de Moziman (12-10).
Lo ajustado del resultado marcó una segunda parte en la que durante muchos minutos ninguno de los equipos quiso arriesgar. El VRAC defendió mejor que atacó, pese a que asumió la iniciativa en los momentos decisivos. Tobal y Griffiths, con sendos golpes transformados al poco de comenzar el segundo tiempo, mantenían la emoción (15-13). Una amonestación a Gavidi no mermó al VRAC, que demostró estar muy metido en el partido. A partir de aquí, treinta minutos que pasaron lentos y en los que las defensas se emplearon a fondo. Jarreaba con fuerza a la vez que el sol buscaba imponerse. El partido entró en el marco de lo épico y otra vez Tobal lograba pasar el oval entre palos para acercar a Santander el título (15-16).
Fue entonces cuando el Quesos no defraudó. Cuando supo que era su momento, el decisivo y definitivo, y que un ensayo dejaba la Supercopa en Pepe Rojo y en las rebosantes vitrinas del VRAC. Cuando lo rozaba y lo merecía, se encontró con un justo castigo señalado al Bathco que Gareth Griffiths no perdonó. Los de Merino aguantaron hasta que Figueruelo señaló el final y cuando lo hizo quedó escrito con letras azules un capítulo más de la historia del rugby español Publicado por Mascherato viola en 0:54