“Vuelos”, de Arcaladanza, apertura contundente de un Fetén que cumple 25 años// Toda emoción y plenitud estética: impresionante y diferente. Una obra que no olvidarán nuestros sentidos
Boca y ojos. El espectador los abre nada más empezar la obra y no los cierra hasta que acaba. Tampoco los oídos: las orejas desplegadas como las de un perro. La presa no es para soltarla. Vuelos, el espectáculo con el que Arcaladanza abrió oficialmente el pasado 21 de febrero la Feria Europea de Artes Escénicas (Fetén) en Gijón, sorprende, admira, impacta. Pueden elegir de estos verbos el que más les guste. No esperen por entretener ni educar, porque no va por ahí el propósito de Enrique Cabrera, coreógrafo y fundador de la compañía, su alma.
Vuelos, decía, te capta desde la primera nota, desde el primer paso y no te suelta hasta el final. “Más”, pides cuando acaba. “¡Qué corta!”, lamentaban los niños conquistados al echarse el telón en el minuto 55.
El espectáculo podría transcurrir en el taller del inventor de inventores Leonardo Da Vinci. Suyo es el sueño humano que recrea la obra: volar. Imaginación y danza para construir belleza sobre las tablas y transformar la realidad.
Alas de distintas texturas, palos, cubiertos, autómatas y otros objetos y elementos escenográficos componen la marca personal de Arcadanza. Esos artefactos son los otros personajes de la obra, junto con los cinco bailarines. Su utilización y engranaje convierten el espectáculo en algo totalmente diferente de cualquiera que hayamos visto antes.
La música, hermosa y clave. Sostiene y alimenta la tensión, el ritmo, la emoción estética. Nos hace volar.
El juego: los caballos trotones, las sombras con las manos. La coreografía de los poliedros, la de la mesa…
El amor, la ternura: la pareja alada que se besa.
Una obra completa, directa. Impresionante. Bella. Arte puro. Los sentidos expuestos la recordarán siempre.