Sin rumbo, otra vez, deambulo hacia…
Cuando las ciudades hablanA veces gusta viajar a capricho, sin mapas ni guías, pero incluso durante esos recorridos erráticos pasas por esos lugares que te piden parar una vez más, como has hecho siempre, como sabes que volverás a hacer. Hay lugares que, además de estar ahí fuera, los llevas en el corazón.Este puerto seguro, que pasa por una Nueva York sin edad, es conocido como O. Henry, cuentista de obligada parada y fonda. LA VOZ DE LA CIUDAD. O. Henry«¿Quién puede desentrañar la voz de la ciudad?», se pregunta el narrador de esta historia, decidido a hallar esa voz y ser capaz de comprenderla. Para ello, emprende una particular peregrinación por sus calles, preguntando a la gente, intentando escucharla. Este es un viaje urbano pero también un viaje interior que recoge no solo una voz, sino muchas, las que componen la canción que canta el alma de la ciudad. Una melodía tenue, con notas que entretejen el lirismo y el humor. Es un cuento lleno de belleza, esa belleza que nace de la sencillez, la más auténtica. El libro al que pertenece el relato se titula, como él, “La voz de la ciudad” y lo editó Bruguera en 1982, dentro de la colección Club Joven, con traducción de Marta Sánchez. El autor me lo recomendó mi padre cuando me revelé como lectora recurrente de relatos y tímida pecadora. Gracias, otra vez.
Sin rumbo, otra vez, deambulo hacia…
Sin rumbo, otra vez, deambulo hacia…