Vuelta al cole (y III)

Por José Mª Ruiz Garrido @laparejadegolpe
Esta es la tercera –y última– entrega una trilogía que arrancó hace ya unos meses, cuando empezamos con el proceso de búsqueda de colegio para los pequeños padawanes, que este año han empezado su gran aventura en el sistema educativo. En la primera parte os comentaba sobre las opciones que buscábamos y las que realmente teníamos, el papeleo y la burocracia, y sobre todo, sobre esa especie de angustia inquietud que empezaba a sentir, temiéndome ya lo que se me vendría encima cuando empezara el curso. En la segunda parte, unos meses después y con el centro ya asignado, os hablaba del proceso de matriculación, la falta de información, y sobre nuestras dudas e indecisión sobre si separar o no a los peques en clases distintas. Ahora que ya ha empezado el curso, y como quedaron éstas y otras cosas importantes en el tintero, llegó el momento de finiquitar el tema.
Cuando matriculamos a los pequeños, preguntamos por la reunión previa informativa sobre materiales, libros y demás, y nos remitieron a principios de septiembre, antes del inicio del curso. Ya me veía recorriendo librerías y papelerías como un loco para conseguir los libros en el último momento. Pero a mediados de verano, una amiga nos avisó de que la lista de libros estaba ya en el tablón del colegio desde hacía un tiempo. La primera en la frente. En realidad no había mayor problema, pero como pardillos novatos en estas cuestiones, todo me parecía un mundo. A pedir los libros por internet y santas pascuas. Para colmo, la lista publicada estaba mal, y hemos tenido que devolver algún libro.
También estaban anunciadas las fechas para el inicio de curso. Y unas pequeñas pautas que los padres debíamos observar y tener listas para cuando arrancaran las clases. En la reunión nos insistieron en estos y otros temas, y nos informaron de cómo se desarrollarían las clases y el programa. Cuestiones como tener a los pequeños ya acostumbrados a ir al baño solos, y a que comieran solos, que fueran lo más independientes posible. Y tenerlos ilusionados y animados para el momento de ir al cole, o cómo llevarlos al centro y recogerlos a la salida, para intentar hacerlo todo menos traumático. Llegó el tema de los materiales y el formar un cooperativa para sufragar los gastos del curso. Y el de elegir de entre los padres a un delegado para cada clase. No me preguntéis cómo ni porqué, al final fui elegido delegado de una clase y subdelegado de la otra. Total, ahora voy a tener muchas de mis mañanas disponibles. Y supongo que es otra forma de mantenerme cerca de todo lo que concierne a Luke y Leia.
Los padawanes aún no controlan algunas cosas, son muy pequeños, pero poco a poco van superándose. Aún les cuesta bajarse y subirse la ropa cuando van al baño, o limpiarse solos, sobre todo el culete. Yo aún me maravillo cuando veo cómo son capaces de manejarse, porque a mis ojos son aún muy pequeños, apenas 33 meses, y lo único que podía pensar era que me llamarían, día sí día no, para ir a atenderlos cada vez que tuvieran un escape. Ya llegará, pero a día de hoy, esto aún no ha ocurrido.
Además, Luke y Leia, son de los pequeños más pequeños del cole, nacidos en diciembre, y eso se nota mucho, sobre todo a estas edades. Hay algunas niñas, posiblemente con los 3 años cumplidos hace meses, que le sacan casi una cabeza de altura a mi pequeña padawan, que además es bajita, y es lógico que sean mucho más independientes y espabiladas. Es muy curioso verlos a todos en fila en el patio para entrar en clase. Con el paso de los años estas diferencias se atenuarán, pero yo siempre los voy a ver como mis pequeños. Supongo que es algo inevitable.
Una de las cuestiones que quedaban por decidir era la de si separar o no a los niños en clases distintas. En el centro siguen la política de separarlos por sistema, pero teníamos la posibilidad de solicitar con un escrito que los mantuvieran juntos. Yo era más partidario de esto. Aparte de por cuestiones puramente prácticas –una sola seño, mismas actividades, reuniones y amigos...–, sobre todo por que sentía que sin haber pasado por la guardería, el choque al entrar en el cole sería más fuerte para ellos. Y siempre han estado juntos, para algunas cosas son como uno solo, y podrían darse compañía el uno al otro, tenerse cerca para pasar el trago. Pero no dejábamos de darle vueltas ni terminábamos de decidirnos. Y buscar información y opiniones en portales de internet y blogs tampoco ayudaba mucho a tomar la decisión. Como casi todo en esta vida, encuentras puntos a favor y en contra. Y como casi todo en esta vida –y en temas de crianza también– todo depende. Cada niño es un mundo, y si son dos, se disparan las variables.
Finalmente, viendo la relación que tienen entre ellos, pensamos que lo mejor era que también se independizaran un poco el uno del otro. Para algunas cosas Leia es la que lleva la voz cantante, y es muy protectora con su hermano. El pequeño Luke es algo más dependiente, siente más apego por todos y por todo. Pero la bendición que supone que estén tan unidos, cada uno con su personalidad y su rol, puede ser también causa de limitaciones. Cada uno debe desarrollarse individual y plenamente. Cada uno en una clase. Así tendrá cada uno su propio espacio, su propio ritmo, sus propios amigos, su clases y sus juguetes, y sus propias aventuras.
Y a mí no me queda otra que esperar cada día en la puerta del cole, y confiar en que salgan cada día contentos y con una sonrisa, y vean lo feliz que me pongo yo al verlos.
¡Que la Fuerza os acompañe!