Sevilla. Jueves 28 de abril. 4ª de Feria. Plaza de la Maestranza: casi lleno, algún claro en los tendidos de sol. Tarde calurosa. Se lidiaron 6 toros de la ganadería de Victorino Martín (encaste Saltillo – Santa Coloma). Corrida de mediana presentación, descastada y sin clase, a excepción del segundo y sexto de la tarde. Abrieron plaza: Juan José Padilla (palmas y ovación con saludo desde el tercio). Manuel Jesús “El Cid” (ovación con saludo desde el tercio y palmas) y Salvador Cortés (ovación y petición de oreja con vuelta al ruedo). Presidió el festejo Julián Salguero Villadiego.
Por Rafael GONZALEZ ZUBIETA
Todos pensábamos que Victorino Martín iba a cortar la mala racha de los mansos de las tres corridas anteriores, pero parece que esto es un virus contagioso y que a Victorino le ha pillado también la decadencia en la raza del toro bravo, pues lo que ayer trajo a Sevilla fue un lejano recuerdo de lo que antes eran los “victorinos” a excepción del segundo toro lidiado muy bien por El Cid, que estuvo a la altura de los esperado, y el sexto que mostró nobleza y pudo ser toreado extraordinariamente por Salvador Cortés. No obstante y a pesar de la decepción y desengaño que ayer se apoderó de los tendidos del coso del Baratillo, al menos pudimos vez alguna cosa interesante digna de reseñar y recordar. En todo caso señalar que Salvador Cortés hizo una extraordinaria faena al sexto de la tarde, pues logró entender al toro que le toco en suerte. También hay que apostillar que las tandas tanto con la derecha como con la izquierda fueron muy cortas aunque muy buenas, por lentas y por llevar al toro cosidito a la muleta por bajo, tanto que arrastraba por el albero los trastos y logró llevar la emoción a los tendidos. También reseñar la faena que Manuel Jesús “El Cid” hizo al primero de su lote segundo de la tarde, un toro muy en “victorino”, por exigente y peligroso, que llenó los tendidos de emoción e interés, y el estaconazo que Juan José Padilla dio a su segundo, cuarto en la lidia, que tardó apenas quince segundos en rodar y caer fulminado rodando en el albero.
Pero vayamos por partes, el primer toro de Juan José Padilla fue un toro sin emoción lleno de sosería, que no transmitía peligro teniéndolo en verdad. Pero su comportamiento era tan aburrido que la gente no le prestó atención. Pasó con mas pena que gloria. A su segundo lo toreó extraordinariamente bien con el capote a la verónica. Tan bien que los tendidos despertaron del letargo en el que se encontraban sumidos: bostezando y dando cabezadas de aburrimiento. Y es que el toro salió como un tren de toriles y Padilla logró pararlo en su arrebato, lo templó y lo laceó con emoción, fuerza y seguridad, rematando todo con dos medias de antología, que lograron levantar los ánimos del respetable. Pero el toro fue muy mentiroso. Fue como la gaseosa… que mostró mucha rabia de salida pero se apagó de pronto al llevarlo al caballo por chicuelinas y ahí habría quedado la cosa, si Padilla no le hubiese dado la estocada de la Feria. Una auténtico cañonazo que hizo tambalearse al toro y caer rodado por el albero en menos de quince segundos. Antiguamente daban una oreja por estocadas como esta, pero esta visto que la afición ya no valora esas cosas y solo premió a Padilla con ovación y saludo desde el tercio.
Después vino el turno de Manuel Jesús “El Cid”, que le tocó en suerte el toro mas “victorino” de toda la corrida: un cárdeno oscuro de nombre Muchopan, que mostró cosas muy interesantes, ya que su lidia fue ejemplar por parte de El Boni, Alcalareño y Pirri. El Cid vio que ahí había toro y lo brindó al público. La tarde prometía, pero se quedo todo en promesa. Manuel Jesús lo sacó de las querencias y en el centro del ruedo le dio una primera tanda de muletazos interrumpida porque el toro lo empitonó por la espinilla izquierda y a punto estuvo de echarle mano. Fue un toro de esos que exigen tener enfrente a un torero firme y con la cabeza bien amueblada…y eso es lo que El Cid le dio, firmeza y seguridad, haciéndole una faena llena de peligro y emoción, incluso con la izquierda cuando el toro no dejaba de mirarle ya la taleguilla y los tobillos. La mala fortuna se alió con el Cid que tras pinchar y perder la oreja que ya tenía en el esportón, tumbó al astado de una certera estocada hasta la bola. El segundo que le toco en suerte no tenía ni clase ni casta y si mucha sosería. Lo despachó de una gran estocada y el toro fue pitado en el arrastre.
Se puede decir que el triunfador de la tarde fue Salvador Cortes, que ayer demostró que es un gran muletero y que se mete y se implica con el toro hasta que se lo lleva a su terreno. A su primero lo toreó muy bien hasta que el toro se vino abajo y dijo: ahí te quedas Lucas. Lo despachó con media estocada atravesada, teniendo una muerte espectacular. Fue al segundo de su lote, sexto de los lidiados, un cárdeno oscuro de nombre Heredero, al que le hizo una gran faena. Y eso que el público protestó al toro, pues a esas alturas de corrida la indignación, la decepción y el desencanto se había apoderado por completo de los tendidos. Nadie apostaba un euro ni por el toro ni por el torero, pero se equivocaron, pues el toro sacó la nobleza, la fijeza y emoción suficientes para que Salvador Cortés mostrara su maestría con la muleta. Todo comenzó con un brindis lleno de emoción a su hermano Luis Mariscal, excepcional banderillero que ahora está retirado de los ruedos por la grave cogida recibida el año pasado en esta plaza, y que en la actualidad ejerce como apoderado de Salvador. Comenzó la faena con dos muy buenas tandas por la derecha. Pero es con la izquierda cuando logra torearlo a cámara lenta, con la mano baja arrastrando los trastos por el albero, llevando en cada pase sentimiento, hondura, emoción y entrega… tanta que el maestro Tejera, siempre tan díscolo y polémico, se arrancó con su banda para premiar la labor del torero. Por la izquierda le dio hasta cuatro tandas de naturales a cada cual mejor y mas lenta. Tenía la oreja en el bolsillo de no haber pinchado con la espada. Enmendó su error con una gran estocada pero el mal ya estaba hecho y el trofeo perdido. Buena parte del público le pidió la oreja que el presidente no concedió al no estimar suficiente la petición. Dio la vuelta al ruedo… A ver mañana que nos depara el destino.