El 2º día madrugamos y comenzamos otra soleada jornada en bicicleta, atravesando Balatonalmádi, Csopak y Balatonfüred. Comimos cerca de Csopak, en un lugar llamado Kerekedi Csárda, justo después de pasar el pueblo a mano derecha, comida buena y barata, aunque había más opciones, pero su decoración nos sedujo bastante. Tras esto, caminamos por el paseo Tagore de Balatonfüred, para volver a montar en la bici, recorrer la hermosa península de Tihany y subir a su famosa abadía desde la cual hay unas vistas magníficas del lago. Ya en plena tarde, nos dirigimos a nuestra pensión en el pueblo de Zanka. Este fue el día más duro de bicicleta, por ser el recorrido más largo (unos 50 kilómetros) y con la dureza de las cuestas de la costa norte. Sin embargo, fue una de las jornadas más bonitas, por el paisaje. A Zanka llegamos al anochecer, y nos costó encontrar nuestra pensión, solo había alemanes que no hablaban ni papa de húngaro o inglés. El sito se llamaba Hoffer Apartman, en Naplamente utca 5, Zanka. Bajamos al lago a cenar algo en una terraza donde las opciones eran el típico gyros o queso o carne empanada, a precios bastante buenos.
El 3º día fue el más caluroso, lo que endureció una etapa a priori fácil. Además estaban las agujetas del día anterior. El plan era ir desde Zanka hasta Tapolca, en unos 30 kilómetros de recorrido. Fue otro día precioso, salimos con la bici y paramos a desayunar en Révfülop, para continuar hasta Badacsony, uno de los lugares más bellos del lago, especialmente las vistas desde la terraza del restaurante Kisfaludyház, lugar de visita y comida obligatoria si pasáis por aquí. La subida al restaurante es a través de una cuesta empinadísima, solo posible con el plato pequeño de las bicicletas de monte. Otra opción es ir andando bici en mano o en taxi desde abajo. Arriba está el restaurante con vistas inmejorables y privilegiadas: la ladera del monte, cubierta de viñedos, el lago azul turquesa abajo, y la suave y ondulada costa sur al otro lado.
Después de comer y descansar, volvimos a las dos ruedas y dejamos atrás el lago al desviarnos al norte hacia Tapolca, una pequeña ciudad con un centro precioso y unas cuevas inundadas bajo el pueblo que se pueden recorrer en pequeñas barcas de remos. Aquí tenéis algo más de información (en húngaro, eso sí). Además de las cuevas, merece la pena mencionar la plaza principal, con un gran estanque y un río con un molino que se adentra en un parque. Cenamos en un sitio llamado Dream Team. Nuestra pensión en Tapolca se llamaba Boszorkány tanya, en la calle Bajcsy-Zsilinszky número 1.
El 4º día ya fue más suave, fueron otros 30 kilómetros de bici, pero eso sí, el camino se alisó bastante, pues dejamos atrás la costa norte, llegando a Keszthely a mediodía, tras cruzar Balatongyörök y Gyenesdiás. Paseamos por el centro y visitamos los jardines del precioso palacio Festetics. Para cenar fuimos al paseo cercano a la playa, en un restaurante llamado Parti Csárda, que cuenta con una excelente sopa de pescado. Dormimos en Keszthely en una pensión llamada Írisz vendegház, en Apát utca 17.
El 5º día fuimos hasta Fonyód, en unos 40 kilómetros por la plana y agradable costa sur del lago, un recorrido fácil de pedalear que permitía para a descansar a la orilla e incluso darse algún que otro baño. Claro que no había las espectaculares vistas del norte, pero venía bien algo de descanso. Paramos en Balatonberény, pero Balatonkeresztúr o Balatonfenyves eran igual de sugerentes, con césped para tomar el sol y zonas de baño kilométricas. Ya por la tarde recorrimos los últimos kilómetros hasta Fonyód, donde dormiríamos ese día en una pequeña casa muy acogedora situada en el jardín de la casa de la dueña, Kristinusz Vendegház en Szent István utca 59.
El 6º día fuimos desde Fonyód hasta Zamardi, a apenas 10 kilómetros ya de Siófok, donde terminaría nuestra vuelta al lago que comenzó una semana atrás. Desayunamos al poco de salir de Fonyód en una cafetería salida de los años 70 en pleno socialismo, que fue el café más rico de todas las vacaciones, lástima que no recuerde el nombre del sitio. Más tarde volvimos a parar a tomar una cerveza en una terraza a pie de bicicarril y comimos un gigantesco langos imposible de terminar. En un supermercado medio vacío y a punto de bajar la persiana hasta el siguiente verano compramos algo de fruta para comer en otra pequeña playita, y llegamos a Zamardi tras recorrer los 40 kilómetros de etapa, a una pequeña casa de madera que sería nuestro último alojamiento del Balaton (Akácos nyaraloház, Vak Bottyan utca 11, Zamardi). En el pueblo, muchas casas estaban ya cerradas a cal y canto, y en las que no, sus inquilinos hacían las maletas para regresar de su descanso estival.
El 7º y último día estaba pensado de relax total, incluyendo tan solo apenas 10 kilómetros de pedaleo hasta Siófok, pero ocurrieron dos imprevistos: un pinchazo nada más salir y la lluvia, que apenas había hecho presencia hasta entonces (salvo la primera noche) vino con intención de quedarse indefinidamente, así que sacamos los chubasqueros y fuimos rápidamente hasta la estación de tren de Siófok, donde emprendimos el viaje de vuelta en tren, abortando nuestros planes de realizar la fotosíntesis en la orilla y descansar los músculos. Esta vez ya no era directo, y en Budapest hubo que bajarse en la estación de Déli e ir en bici hasta la de Nyugati, desde la cual tomar el tren a Szeged.