Hablar de una serie de David Simon es hablar de historia de HBO. A principios de siglo se enfrascó en una aventura llamada The wire junto a George Pelacanos. En España vino bajo el subtítulo de Bajo escucha. Y es que sus historias son proyectos pseudoperiodísticos de investigación. Ahora regresa con The Deuce. Parece que desde 2008 se paró el tiempo pues su nueva serie funciona como una sexta temporada temática con aquella que exploraba las calles de Baltimore (la droga, la policía, los sindicatos portuarios, la trata de blancas, la educación, el periodismo…).
The Deuce se centra en el nacimiento de la industria pornográfica en las calles de Nueva York en un barrio marginal llamado The Deuce. Delante de la cámara están rostros tan conocidos como James Franco (por partida doble) y Maggie Gyllenhaal, actuando también como productores ejecutivos. Uno hace de dos hermanos gemelos que regentan bares y demás negocios turbios y la otra de prostituta que vive al margen de los proxenetas creándose un futuro y una carrera en este mundo. Franco está genial dando una clase magistral de mimetismo con sus personajes lejos de la faceta más excéntrica que suele acostumbrar. De Gyllenhall aprecio su capacidad para cargar con un personaje que sufre y se levanta. Son muchos los clientes con los que tiene que tratar y la lección de superioridad que da es alucinante actoralmente.
Que estén estos nombres sobre las tablas no nos haga pensar que son las únicas historias del mapa. Son decenas las intrahistorias del barrio. Un entramado de personajes que da vida a las miserias, esperanzas y frustraciones de un barrio. Putas, policías, mafiosos, camareras, videoclubs, cines X, clientes, estudiantes, baretos. Todos con sus matices. Paul Thomas Anderson hizo en Boogie Nights un trabajo mucho más sucio, cargado ideológicamente con personajes más marioneta.
Es complicado hacer un retrato tan variopinto sin que te pierdas en puro anecdotario. Mientras que en The Wire todo giraba en torno a un caso policiaco, que permitía que todas las escenas fueran imprescindibles y encaminadas a un mismo propósito, en The Deuce las mentes creativas de Simon y Pelacanos tenían que hilvanar las vidas de todos en un mismo propósito: son los débiles los que quedan en manos de los poderosos. En ocasiones es por posición económica, pero son muchos los tipos de poder que se puede ejercer: poder moral, poder social, poder patrialcal, poder sexual.
La serie es bruta. Hay sexo narrativo, justificado, insano, pero libre de estupideces como “solo muestro hasta aquí”. La cámara se mueve con soltura y elegancia por los espacios con un aire cinematográfico que más de una película desearía. Dirigen 3 mujeres y 3 hombres, por eso de la paridad.
Si bien los proxenetas son los hombres mejor vestidos, ya en su mirada se ve el miedo a perder su posición de poder. También son muchas las mujeres que se retratan en su aire de superioridad como si los juegos de envidias y corruptela fueran moneda de cambio en el mundo del sexo. No hay intención de mostrar a las putas como víctimas y a los hombres como culpables. Hay más una intención de mostrar que siempre mirar a otro lado y no sentirse interpelado es la causa de las mayores injusticias. Los personajes de James Franco (dentro del negocio) y de Lawrence Gillard* (policía) se visten de esos personajes.
* Con ese bigote puede que no le reconozcáis como D’Angelo Barksdale en The Wire