La intención de esto es que la banca saque de sus balances los activos inmobiliarios y los cambie por una participación en una sociedad inmobiliaria. Diferente collar para el mismo perro.
El problema es que la banca tiene 175.000 millones en activos inmobiliarios que si los tuviese que vender hoy sólo les pagarían 100.000 millones. Asumir pérdidas de 75.000 millones conlleva a la desaparición de la mayoría de entidades financieras de las pocas que ya quedan.
Traspasar estos activos a un banco malo que siga valiendo 175.000 millones es maquillaje puro y duro, no se soluciona el problema. La banca sigue teniendo el mismo riesgo y por lo tanto genera la misma desconfianza.
Si contablemente no se reconocen las pérdidas no quiere decir que no existan.
Además existe la famosa picaresca española por la que los bancos sólo aportarían a este banco malo lo peor de lo peor ya que los activos buenos (si los hay) ya los puede colocar ella misma sin necesidad de ningún banco malo.
La única solución es que algún inversor meta dinero en este banco malo, esto es, que compre parte de estos activos inmobiliarios. Se habla de que este inversor sea el Estado: por favor, no más dinero público para pagar los excesos de la banca.
Vamos que la solución pasa por vender estos activos ahora y asumir pérdidas. Por que las pérdidas existen pero no se quieren asumir. Cualquier otro invento lo único que sirve es para prolongar aún más la agonía que ya está durando demasiado y está dejando el país en la ruina, en una espiral de desplome de la economía y del estado de bienestar.