Ni que decir tiene que los modernos y las feministas la han puesto a parir – y nunca mejor dicho – por sus planteamientos propios de la época de los reyes godos. Ella, sin embargo, no sólo no se ha inmutado sino que, después de asegurar que sus palabras se han descontextualizado, se ha reafirmado en sus posiciones y hasta se ha declarado satisfecha de “haber abierto el debate”. La señora de Oriol es reincidente en su pensamiento tridentino porque, no hace mucho, también dijo que los jóvenes sin formación “no sirven para nada” y encima hay que pagarles el salario mínimo. Después se disculpó y repitió lo de siempre: las declaraciones se han sacado de contexto.
Por fortuna para ella y desgracia para el resto, no está sola esta Juana de Arco en su lucha en pro de la castidad femenina así haya que cerrar los parques de atracciones por falta de críos que quieran visitarlos. Un concejal del PP en el ayuntamiento de Madrid ha despedido a una funcionaria de su departamento porque a esta mujer se le ocurrió la mala idea de traer un niño al mundo y, según su jefe, ya no rendía como antes en el trabajo. El tal individuo – por llamarlo de un modo benévolo – se llama Ángel Donesteve y sin cortarse un pelo vino a decirle a la funcionaria que le parecía maravilloso que hubiera tenido un niño pero que él necesitaba más esfuerzo y dedicación. Y menos mal que la funcionaria ni siquiera había pedido reducción de jornada para atender a su hijo, en cuyo caso el tal Donesteve, que a esta hora aún no ha dimitido, igual la obliga a ponerse el cinturón de castidad.
No se vayan que hay más: AENA, esa golosina que el Gobierno del PP está a punto de entregar a inversores privados, acaba de ser condenada por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias por hacer lo mismo que el concejal de Madrid ha hecho con la funcionaria. Rechazó a una mujer que se había desplazado de Valladolid a Tenerife para presentarse a unas pruebas de selección de personal para el aeropuerto de Los Rodeos. Los examinadores le advirtieron de que siendo mujer y en edad fértil iba a ser difícil que la contrataran. Tal vez estaban pensando los examinadores o lo que fueran los individuos que la entrevistaron en recomendarle el cinturón de seguridad, pero no consta en la instrucción del caso que se lo llegaran a proponer. Sin embargo, no contentos con pintarle el panorama lo más negro posible, también le dejaron claro que ni encontraría colegio para sus hijos ni su marido hallaría empleo en la isla. Y para rematar le sonsacaron datos íntimos sobre la ligadura de trompas de su esposo que la mujer reveló a ver si así se apiadaban de ella y conseguía el empleo.
Pero ni por esas: se quedó sin trabajo y se volvió a Valladolid. Se equivocó: tanto ella como la funcionaria despedida por el concejal del PP de Madrid debían haberse mostrado comprensivas y dispuestas a firmar un contrato con una sola cláusula: “Me comprometo a llevar cinturón de castidad al menos hasta los 80 años”. Creo que les habría ido mucho mejor en este avanzado e igualitario país llamado España y hasta puede que la próxima Pasarela Cibeles presentara la nueva colección primavera – verano de cinturones de castidad para mujeres fértiles en busca de trabajo.