El fútbol argentino es uno de los ambientes en los que más se resistió la abolición del enganche, ante el levantamiento global del 4-4-2 que exterminó al histórico número `10´ ó, en el mejor de los casos, lo hizo retroceder varios metros al lado del volante recuperador. Pero ahora, lo que parecía una extinción paulatina, podría presentar batalla para sobrevivir. En el Mundial de Sudáfrica, uno de los dibujos que levantaron polvareda fue el 4-2-3-1, que contó con un nexo entre el ataque y el mediocampo. No hablamos necesariamente de un jugador del estilo de Riquelme, enganche de pura cepa que no se mueve en otras áreas, pero se utilizaron elementos que fueran enlaces. Özil fue el que se calzó el traje principalmente en Alemania, Sneijder fue el centro de las transiciones en Holanda -también lo es en el Inter campeón de Europa-, Kaká lo intentó para Brasil, y Mati Fernández fue usado por Bielsa en Chile.
Y en el fútbol nacional, donde el 4-4-2 caló hondo, parece que la tendencia de contar con el famoso trequartista, como lo llaman en Italia a esa clase de futbolista, puede resurgir. Los hay de los clásicos, como Riquelme y Matute Morales, y de los que, sin ser ultra quirúrgicos para meter pases bochinescos, son mediapuntas con creatividad, talento, movilidad y capacidad de desequilibrio, como Blanco y Formica. Claro que también hay equipos que no cayeron bajo el influjo, como Arsenal, , Argentinos -ya no está Coria-, Banfield o Gimnasia, quienes no parecen contar en sus filas con alguien de esas características para alinear.
Boca y Huracán tienen a maestros de primer nivel en ese puesto, con Riquelme y Matute Morales, enganches natos, cerebrales y con buen pie para instalar asistencias y abastecer. El xeneize anda por los 32 años y el quemero, en los 35. Pertenecen a la vieja generación, cuando el enganche era intocable y de inmensa importancia, sin obligaciones defensivas y solo responsables de crear. Romagnoli, en San Lorenzo , pese a que es más joven también es de esa rama, aunque en Europa tuvo que aceptar moverse por otros sectores. Ortega supo explotar como delantero, pero también desparrama esa calidad que aun conserva como timonel.
Racing contará con la técnica de Giovanni Moreno, un exquisito con alma de punta pero que no tiene problemas en ser mediapunta para ser la principal conexión de juego. En Independiente, la intención de Garnero -alguien que conoce algo de ese puesto- es darle continuidad a Gracián en ese espacio, sobre todo después de la pobreza que mostró contra Vélez y la mejora que mostró Rojo contra Argentinos con su participación. Los de Liniers, justamente, tienen calidad de sobra por ese lugar: “Gareca nos pide a Maxi Moralez y a mí que alternemos por el centro del ataque, por atrás de Silva. Usamos el 4-2-3-1″, explicó Burrito Martínez. Antes, cuando Gareca elegía el 4-4-2, Moralez se tiraba a la izquierda para colaborar en el retroceso y trataba de ser la manija cuando tenía la pelota. Cappa en River, con Ortega y Buonanotte, trata de repartir la conducción, aunque es el jujeño el que lleva la voz cantante.
En Lanús, Aguirre es el eslabón principal entre mediocampistas y delanteros, lo mismo que Grazzini en All Boys. Los granates también cuentan con Blanco, muchas veces comparado con Aimar en algunos rasgos de su juego. Escudero también demostró propiedades similares en Vélez y ahora busca probarlas en Boca. Damián Díaz es otro de los que por momentos se ubica atrás de los puntas y se tira a los costados para trabajar defensivamente, en Colón. Formica tampoco es fijo, a veces mediapunta con llegada y otras, casi un delantero más; mismo papel que Raymonda parece interpretar en Quilmes. En Godoy Cruz, es Ramírez el que maneja los hilos ofensivos, el que cambia el ritmo del juego y participa de la ofensiva por atrás de los puntas. Olimpo ya cuenta con el virtuosismo de Rolle desde la B Nacional. Tigre buscó lo mismo con Diego Morales en la última jornada.
“Desde que apareció el doble cinco se desaprovechó la función del enganche. Pero la verdad es que está bueno que se juegue con enganche. Con el doble cinco, los enganches nos quedamos sin laburo, je”, matizó Messera, uno de los que tuvo que acostumbrarse a bajar metros.
Falcioni, fundamentalista del 4-4-2 si los hay, no utiliza un enganche en Banfield, pero le da total libertad a Ervitti para dibuje a su gusto y sea el punto más alto de creatividad. Ídem Verón en Estudiantes, dueño de los tiempos y las pelotas profundas. En el exterior quedan futbolistas de ese corte, como Pastore o D´Alessandro; Gallardo buscará quemar sus últimos cartuchos en Nacional, de Uruguay. Tal vez no sobreviva en su molde original, no hay más Márcicos, Bochinis o Alonsos, pero la función de nexo no está muerta, como alguna vez describió La Volpe. Al menos en la Argentina, la resistencia dilatará la extinción.