Les escribo para pedir que me asesoren. Mi hijo es de complexión gruesa, por lo tanto siempre, desde bebé ha sido de buen comer pero ahora no quiere comer casi nada. Primero empezó siendo seleccionista, algunas cosas sí las quería otras no, se me hizo normal puesto que no todos comen toda la comida que existe. Entonces le hacía sólo sus platillos favoritos, pero ahora ni siquiera esos quiere comer. Lo que me preocupa es que sea psicológico pues su papá se enfermó y no está casi con él y no duerme con nosotros porque se puede contagiar. Esto me preocupa porque todo esto ha alterado sus heces a que sean o muy duras o muy blandas. Cabe destacar que mi hijo ha sufrido 2 gastroenteritis. Gracias y espero me puedan ayudar.
RESPUESTA DE SOMOSPSICO:
Querida lectora:
En primer lugar, comentarte que resultaría necesario conocer la edad del chico y el tiempo que lleva manteniendo estas conductas con el fin de estudiar un poco más en profundidad a qué nos enfrentamos realmente. Sin embargo, a expensas de ello, hay ciertos elementos en tu descripción que merecen ser comentados.
Cuando nuestros hijos comienzan a ser excesivamente seleccionistas con la comida, no necesariamente ha de deberse a un posible miedo a engordar, sino que puede ocurrir que el propio temor a lo desconocido o la comodidad de haber mantenido unos hábitos alimentarios demasiado fijos hayan acabado por imponerse, negándose entonces a probar aquellas cosas que puedan ser vistas como desagradables o incluso dañinas por la persona. Por lo tanto, para saber si nos encontramos ante un trastorno alimentario, han de existir diversos indicadores que nos hagan sospechar de ello.
Uno de ellos bien podría ser el que comentas, pues dices que hoy en día ni tan siquiera acaba por comerse esa selección de alimentos que había hecho. Otros podrían ser un terrible miedo a ganar peso y convertirse en obeso, una idealización y sobrevaloración acerca de la delgadez, una pérdida progresiva de peso en poco tiempo, el haberse expuesto a comentarios negativos sobre su aspecto físico, una muy baja autoestima fuertemente ligada a la imagen corporal, la obtención de algún tipo de ganancia gracias a la enfermedad, etc.
Son todos estos elementos los que, de forma global, han de ser tenidos en cuenta para ver si existe un problema más grave detrás de sus nuevos comportamientos, los cuales aisladamente no tendrían demasiada importancia.
Para conocerlos, no hay mejor forma que preguntarle. Si lo haces de forma cercana, relajada y, sobre todo, sin presionarle o acusarle de que lo que está haciendo está mal, sino más bien tratando de comprenderle, posiblemente consigas que te cuente sus preocupaciones.
Al hacer esto, es posible que te des cuenta de que no hay ningún problema relacionado con su cuerpo o con la forma en que cree ser percibido por los demás, siendo simplemente una situación temporal fruto de la edad o de los miedos que comentábamos anteriormente. En tal caso, ayudarle poco a poco a que vea que es necesario ir comiendo de todo, “adornándole” incluso un poco aquellos platos que no le gusten demasiado puede ser muy útil.
Si por otro lado, te das cuenta de que el trasfondo es bastante más profundo y no se limita sólo a una simple selección de comidas, quizá sea aconsejable que acudas a un profesional para que analice más a fondo el caso. Habría que ver, por ejemplo, si la enfermedad de su padre o incluso su propia relación con él podría tener algo que ver.
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