Hola, llevo 6 meses con ataques de pánico. El miércoles que viene cojo un avión a Alemania y necesito algún consejo para afrontarlo y si me llega a dar un ataque de pánico en el avión como superarlo.
RESPUESTA DE SOMOSPSICO:
Querido lector de nuestro blog:
En primer lugar, quisiera pedirte disculpas por la tardanza en la respuesta, aunque lo cierto es que me ha sido imposible contestar antes. A pesar de que ya hayas cogido ese avión, aprovecho para comentarte algunos aspectos importantes en relación a los ataques de pánico que espero te sean útiles para próximas situaciones (quizá leas esto antes de tu viaje de vuelta).
Para comenzar, decirte que somos nosotros mismos los que muchas veces acabamos provocándonos los ataques de pánico. Puede que te preguntes: “¿cómo puede ser esto, si yo soy el primero que no quiere sufrirlos?”. Vayamos por partes.
Un ataque de pánico o crisis de angustia, como quieras llamarlo, no es más que una reacción desproporcionada de nuestro organismo ante una amenaza que, en sí misma, no es real, pero que sí que es percibida como tal. Es decir, si estuviéramos en medio de la selva y un tigre apareciese justo delante nuestra, nuestro organismo generaría automáticamente ansiedad o estrés para prepararnos ante tal amenaza, ya sea luchando o huyendo. En tal caso, sí que habría un estímulo concreto (el tigre) que haría que nuestro organismo respondiera con ansiedad (que no con una crisis, ojo).
Entonces, ¿por qué se dan las crisis de pánico? Sigamos con el ejemplo del tigre. En ese caso, no perderíamos ni un segundo en observar las consecuencias físicas del estado ansioso que se nos ha creado. A pesar de sentir taquicardia, una respiración dificultosa o tensión en gran parte de nuestro cuerpo, lo único que acertaríamos a hacer es salir corriendo. Si ocurren los ataques de pánico es, precisamente, porque ante una situación que en sí no es peligrosa, prestamos excesiva atención a tales señales fisiológicas, interpretándolas muy negativamente. De esta forma, convertimos una respuesta fisiológica normal, como pueden ser los latidos acelerados del corazón tras la actividad física o los mareos por habernos levantado demasiado deprisa, en una señal inequívoca de desastre inminente, lo cual acaba por exagerar los síntomas. Conclusión, nos ponemos realmente nerviosos, pues no entendemos el motivo de lo que nos sucede y pensamos que acabaremos, como mínimo con un infarto.
La clave para superarlos está, por tanto, en discutir la propia interpretación que hacemos de estas señales físicas, desafiando nuestra creencia de que “si no salgo de aquí va a ocurrirme algo muy malo”. Ten en cuenta que los síntomas ansiosos muy improbablemente pueden devenir en algo terrible. Resulta prácticamente imposible que acabemos desmayándonos o “volviéndonos locos” por sentir la respiración agitada o el corazón acelerado. Es más, desde aquí te reto a que seas capaz de provocarte un infarto tú mismo ¿crees que podrías?
En definitiva, en la medida en que seas capaz de cuestionar ese miedo y comprobar por ti mismo que a pesar de permanecer en la situación temida tus mayores temores no se cumplen, estarás más cerca de que esas crisis de ansiedad dejen de tener sentido.
Te recomiendo de todos modos que le eches un vistazo al anterior artículo sobre "Cómo superar un ataque de pánico" y a otra anterior consulta sobre el mismo tema
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foto|graur razvan ionut