Wagner Analiza y Comenta la Novena Sinfonia de Ludwig Van Beethoven

Publicado el 16 junio 2010 por Blogclasico
El comentario de la obra maestra de Beethoven que damos a continuación fué escrito por Richard Wagner en 1846 e incluido en el programa de un concierto que él fué llamado a dirigir a Leipzig...

Analisis de Richard Wagner de La Novena Sinfonía de L.V.Beethoven:
Un combate —en el sentido más magnífico de la palabra— del alma luchando por la conquista de la alegría contra la opresión de esa fuerza hostil que se insinúa entre nosotros y la felicidad terrestre: tal parece ser el motivo fundamental de ese primer movimiento. El tema principal que, desde el cdmienzo, emerge poderoso y desnudo como de un velo que lo ocultaba a nuestros espíritus inquietos, encontraría, creo, su interpretación sin que sea traicionado el sentido general del poema musical, en este verso de Goethe:

Renuncia, tú debes, es necesario que renuncies.
..
Desafiando a ese enemigo temible, un orgullo soberano, la viril energía de una resistencia que, hasta la mitad del movimiento, se amplifica como para una lucha abierta. con el adversario. Creemos ver a dos vigorosos luchadores que, siendo uno y otro invencibles, parecen substraerse al combate. Algunos claros nos permiten, por instantes, entrever la sonrisa melancólica y dulce de la felicidad que parece buscarnos; luchamos por su posesión, pero en el momento de alcanzarla, el enemigo pérfido y poderoso se interpone y su ala tenebrosa nos recubre con su sombra. Así, toda mirada, aun lejana, lanzada sobre esas premisas de felicidad, es enseguida velada y recaemos en un sombrío decaimiento, pero que pronto va a transformarse en un nuevo impulso audaz, en una lucha renaciente contra el demonio hostil a nuestra alegría. Así, ataque impetuoso, resistencia, esfuerzo, deseo ardiente, esperanza, cercanía del triunfo, nueva flaqueza, nueva tentativa, nuevo combate, tales son las perpetuas alternativas de este admirable trozo, que se hunden a veces en esa desolación insondable que Goethe ha descripto en estos términos:
Por la mañana, me despierto con horror,
Quisiera llorar lágrimas amargas
Al ver aparecer ese día que en su carrera
No cumplirá uno solo de mis deseos, ni siquiera uno.
Que por críticas caprichosas
Altera hasta el presentimiento de toda alegría,
Y por las mil muecas de la vida
Hiela la creación de mi corazón emocionado. Cuando cae la noche, debo todavía Con angustia extenderme sobre mi lecho: Allí tampoco encuentro ningún reposo
Y sueños horribles vienen a atemorizarme.

Al final de este movimiento, esa sombría desesperación que la alegría no puede disipar, alcanza el paroxismo y parece envolver al universo. Se diría que en su majestad terrible y grandiosa, va a apoderarse de este mundo que Dios creó para la alegría ...
Una voluptuosidad salvaje nos invade desde los primeros ritmos de ese segundo movimiento: entramos en un mundo nuevo en el que nos sentimos empujados hasta el vértigo, hasta el aturdimiento. Es como si, llevados por la desesperación huyéramos ante él, en seguimiento de una nueva felicidad, desconocida, al precio de esfuerzos desatinados, mientras que la antigua felicidad, que antes nos iluminaba con su sonrisa lejana, nos parece fuera de alcance y completamente borrada. Goethe expresa semejante tormento en los versos siguientes que me parecen oportunos aquí:
Que no sea más cuestión de alegría,
Yo me entrego al vértigo, al goce más doloroso
Aplaquemos nuestras pasiones ardientes
En las profundidades de la sensualidad;
Que bajo velos mágicos e impenetrables
Se preparan enseguida todos los prodigios,
Precipitémonos en el estremecimiento del siglo,
¡en el torbellino de los acontecimientos!
Que entonces dolor y voluptuosidad,
Triunfo y decepción
Alternan a voluntad del azar
Y no es sino por una actividad incansable
Que el hombre se manifiesta

Karajan - Beethoven: Symphony No.9

Un tema nuevo se impone de pronto; y ante nosotros se desarrolla una de esas escenas de alegría terrestre y de bienestar deleitable: en el tema muy simple que retorna a cada instante, parece expresarse en una alegría un poco grosera, una ingenuidad, un contento fáciles y nos sentimos tentados de citar una vez más un pasaje de Goethe que evoca un tal contento desprovisto de elevación:
Para el pueblo, aquí cada día es una fiesta; Con un poco de buen humor y mucho placer Cada uno gira en una ronda estrecha.
Pero no consentimos en reconocer una felicidad tan estrictamente limitada como el objeto de nuestra carrera infatigable hacia la felicidad, hacia la alegría más noble; nuestra mirada se ensombrece ante esta escena; nos apartamos para abandonarnos de nuevo a ese impulso que nos lleva sin cesar hacia adelante, a la conquista de una felicidad que ¡ay! no alcanzamos así. Porque una vez más, al final de ese movimiento, volvemos a esa escena de bienestar tranquilo que ya conocíamos y esta vez, enseguida que se presenta la rechazamos con una impaciencia apenada.
¡Cómo esta armonía habla diferentemente a nuestro corazón! ¡Con qué pureza, qué sosiego celestial, transforma el sentimiento de rebeldía, el impulso salvaje del alma abrumada por la desesperación en un sentimiento de tierna melancolía! Es como un recuerdo, despertándose en nosotros, el recuerdo de la primera, de la más pura de las felicidades.
Con este recuerdo vuelve también esa dulce nostalgia que se manifiesta en su plenitud en el segundo tema de este movimiento.

Beethoven, Symphony No. 9 "Choral"



Ese tema aparece como el deseo del amor al que responde de nuevo, pero esta vez en un ritmo expresivo más vivo y más adornado, el primer tema promisor de esperanza y de una tranquilizadora dulzura. Así nos parece, de retorno del segundo tema, que Amor y Esperanza se unen para reconquistar su dulce imperio sobre nuestra alma martirizada.
Así el corazón estremecido aún parece querer apartar los consuelos, con una suave obstinación; pero su dulce fuerza es mayor que nuestro orgullo que flaquea por fin; y nos arrojamos vencidos en los brazos de esos amables mensajeros de la más pura felicidad.
Si, el corazón herido parece curar, recuperar sus fuerzas y elevarse con una resolución viril, que creemos reconocer hacia el fin de ese trozo, en la marcha casi triunfal; pero, a cada retorno del antiguo sufrimiento se opone enseguida esa suave fuerza mágica, con sus nuevos consuelos, siempre tranquilizadores y ante ella en fin, mientras se desvanece la luz de los últimos resplandores, la tormenta se disipa y se aleja.
La inocencia del corazón nos es devuelta y sobre nosotros se extiende como una bendición, el ala tranquilizadora de la alegría.
Luego, a la serenidad de la alegría sucede su delirio; abrazamos ai mundo sobre nuestro corazón; gritos de alborozo, transportes de gozo llenan el alma como el trueno de las nubes, como el rugido del mar que, en su flujo eterno y sus vibraciones bienhechoras, vivifican y conservan la Tierra para alegría de los Hombres a quienes Dios la dio para que fueran felices...
Firma: Richard Wagner
Compositor/Director
Leipzig (1846)

Acontecimientos en el año de publicación de esta crítica de R.Wagner (1846)
  • El congreso de Estados Unidos declara la guerra a México; a los diez días México contestó con otra declaración de guerra.
  • Estados Unidos se anexiona California, Texas, Nuevo México.
  • Pío IX sucede a Gregorio XVI como papa.
  • Levantamiento de Solís o revolución de 1846, en Galicia, (España).
  • Descubrimiento del planeta Neptuno.
  • William Morton realiza la primera demostración con éxito de la anestesia, en el Hospital General de Massachusetts (Boston).
  • Llegan buques de guerra norteamericanos a las costas de Tabasco apostándose frente al puerto de Frontera.
  • El ejército norteamericano invade Tabasco y ataca la ciudad de San Juan Bautista (hoy Villahermosa).
  • Se firma el Tratado Mallarino-Bidlack entre la República de la Nueva Granada y los Estados Unidos.
  • El gobierno federal estadounidense declara el territorio de Iowa el 29° estado de la unión.