En marzo de 1961 Prensa Latina circuló nuevamente una información ofrecida con exclusividad unos meses antes, en la cual revelaba el lugar exacto del territorio guatemalteco donde la CIA entrenaba una brigada de mercenarios para invadir a Cuba. También denunció el incremento de la propaganda contrarrevolucionaria que se transmitía por plantas radiales ubicadas en las Islas Swan, situadas en el mar Caribe occidental, bajo la jurisdicción territorial de Honduras.
Los preparativos del gobierno de Estados Unidos para lanzar una invasión a Cuba con la participación de elementos contrarrevolucionarios, fueron descubiertos por Prensa Latina con varios meses de antelación al hecho y ocurrió de manera totalmente imprevista.
El protagonista de aquella primicia, si se puede llamar así lo que constituyó un singular éxito periodístico de trascendencia política indudable, fue Rodolfo Walsh.Este periodista argentino fue quien descubrió -desde muchos meses antes- que los Estados Unidos estaban entrenando a exiliados cubanos en Guatemala para invadir por Playa Girón en abril de 1961. Walsh era en esa época el jefe de Servicios Especiales de Prensa Latina en la oficina central de La Habana. Su compatriota, Jorge Ricardo Masetti, que era el fundador y director de la agencia, había instalado una sala especial de teletipos para captar y luego analizar en juntas de redacción el material informativo de las agencias rivales. Una noche, por un accidente mecánico, Masetti encontró en su oficina un rollo de teletipo que no era una noticia sino un mensaje muy largo en clave muy intrincada. Era en realidad un despacho de la Tropical Cable de Guatemala. Rodolfo Walsh, que por cierto repudiaba en secreto sus antiguos cuentos policiales, se empeñó en descifrar el mensaje con ayuda de unos manuales de criptografia recreativa que compró en una librería de lance (saldos) en La Habana. Por su parte la esposa de Walsh, Poupée Blanchard comentó: los descifrados los hizo Walsh tras tres o cuatro días de encierro en su casa particular, en el Focsa, asistido por el famoso librito de la colección "Je Sois Tout", con principios elementales de descriptografía. Y hasta ubica el lugar: "primero trabajó sobre la mesa en la que desayunábamos. Después, como tenía que desparramar muchos papelitos, se pasó a la mesa grande del comedor". El renombrado escritor Gabriel García Márquez develó interesantes detalles relacionados con su labor en el descubrimiento del complot organizado contra Cuba en 1961. Refiere García Márquez, "Todos los días llegaba -Walsh- con la jodedera de que ya estaba logrando hacer el alfabeto, que ya estaba descifrando y nos cagábamos de risa de él (...). Y de pronto se presenta con aquello traducido. (...) bueno, ahí comenzaron los preparativos de defensa, y fue la primera información concreta que tuvo el gobierno cubano de lo que se estaba preparando, y ya tenía los lugares, tenía todo, porque Walsh tradujo todas las instrucciones de ida y de venida". Lo consiguió al cabo de muchas noches insomne, sin haberlo hecho nunca y sin entrenamiento alguno en la materia, y lo que encontró dentro no solo fue una noticia sensacional para un periodista militante, sino una información providencial para el Gobierno Revolucionario de Cuba. El cable estaba dirigido a Washington por el jefe de la CIA en Guatemala, adscrito al personal de la embajada de Estados Unidos en ese país, y era un informe minucioso de los preparativos de un desembarco en Cuba por cuenta del gobierno norteamericano. Se revelaba, inclusive, el lugar donde empezaban a prepararse los reclutas: la hacienda Retalhuleu, un antiguo cafetal al norte de Guatemala. “Fue una dedicación de Rodolfo, increíble. En Prensa Latina se sabía el nombre de la nave que venía, se sabía todo, todo. ¡Lo de Rodolfo fue de una brillantez...! Es que Rodolfo era de una cultura. Era una persona muy capaz”, expresó Conchita Dumois, secretaria de Masetti. Un hombre con el temperamento de Masetti no podía dormir tranquilo si no iba más allá de aquel descubrimiento. Durante muchas noches en claro, reunidos en su oficina, tuvo la impresión de que no conseguía pensar en otra cosa. De pronto concibió la idea magistral. La concibió en la puerta de su oficina, viendo a Rodolfo Walsh que se acercaba por el estrecho vestíbulo con su andadura un poco rígida y sus pasos cortos y rápidos. Tenía los ojos claros y risueños detrás de los espejuelos de miope con montadura de carey, y tenía una calva incipiente con grietas solares como el pellejo de un cazador en reposo. Aquella noche, como casi siempre en La Habana, llevaba un pantalón de paño oscuro y una camisa blanca sin corbata con las mangas enrolladas hasta los codos. Viéndole acercarse Masetti pregunta a García Márquez a qué se parecía Rodolfo Walsh, y el escritor le contesta que tenía cara de un pastor protestante."Exacto -replicó Masetti, radiante y preciso--, pero de pastor protestante que vende biblias en Guatemala.” Además, condescendiente directo de irlandeses, era un bilingüe perfecto. De modo que el plan de Masetti tenía pocas probabilidades de fracaso: Rodolfo Walsh se iría a Guatemala con un vestido negro y un cuello de celuloide volteado, predicando los horrores de un Apocalipsis, que se sabía de memoria y vendiendo biblias de puerta en puerta, hasta infiltrarse en los campos de entrenamiento. Habría sido el reportaje más grande de la época. Solo que el gobierno de Cuba tenía ya otros planes en marcha para infiltrar agentes suyos en Retalhuleu y estos modificaban los de Masetti".
(Tomado del libro: “Los años precursores”. José Bodes y Félix Olivera; y “Rodolfo Walsh en Cuba” de Enrique Arrosagaray)