Otro tema que considero fundamental: lógica y credibilidad. En este sentido el film es un hacemereír. Hay un pobre granjero honrado que no puede pagar el alquiler al malvado casero —el único actor, junto al bien peinado del caballo—, pero su granja, ¡ay, amigos!, el interior de la granja del pobre granjero es un museo al buen vivir made in England, como la granja del señor mermeladas, en Francia. Aquello no son granjas, son palacios, son tomas de revistas como “Muebles y Hogar”. Si hubiera granjas así os aseguro que no escribía una línea más y me iba a por un arado.
Teoría bienintencionada: Steven Spielberg necesita pasta para proyectos más arriesgados. Pero, ahora que lo pienso. ¿No es millonario este señor? ¡Protesto, señoría! Se admite la protesta. Tenga cuidado, Igor. Vale, vale. Pero en relación a la guerra, a la guerra de verdad. ¿Steven habrá leído Sin novedad en el frente? ¿O le da igual? ¿Acaso somos todos piruletas?
Otra tomadura de pelo. Revindico a los otros Spielbergs, ¡propongo Munich, propongo El Imperio del Sol!
- Recomendable: para fans de Banner y Flappy
- Ausentarse: si hay un bareto de mala muerte cerca del cine. Mejor escapar.
- Puntuación: 4,5. (sí, se han gastado un montón de pasta y se nota. Al menos eso).
War Horse, la crítica