Warrick Brown

Por Evaletzy @evaletzy
Este post es continuación de La niña de El exorcista
Aunque son las ocho de la mañana, al escuchar la frase «es la policía criminal» tu mente se activa y a ella acuden raudas dos palabras: Warrick Brown, ese personaje de la serie CSI harto agradable para tus ojos. Estas palabras no vienen solas a tu mente, por suerte aparecen acompañadas de su imagen. Para la lectora que no sepa a quién te refieres y para el lector gay les mostrarás la imagen de Warrick que hay en tu mente, pues si hay algo que no deseas es que te tilden de egoísta.

Et voilà! Warrick

«Si el robo de mi ordenador trae a Warrick a mi casa quizá me deje robar más a menudo», te dices mientras te quitas el pijama y las pantuflas e intentas adecentar un rostro indecentable (de antemano le agradeces a la RAE que no te demande y sepa perdonar tu uso de palabras inexistentes).
Lamentablemente al abrir la puerta no es a Warrick a quien encuentras bien predispuesto como esperabas, sino a dos gorditos de no tan buen ver. Nada tienes en contra de la gente que va por la vida con un extra de adipocitos colgando de sus barrigas, pero no vas a negar que la decepción ante lo que ves te cala hondo.
—Buen día doña, venimos a investigar el robo, ¿podemos ver a la terraza? —te pregunta Gordito number one.
—Pasen —respondes ocultando malamente tu desencanto.
«¡Qué Warrick tan insensible!», piensas. El hecho de que no haya abandonado Las Vegas en el primer vuelo a Madrid para resolverte el caso te enfurece.
Los gorditos salen a la terraza y al poco escuchas:
—Como esperábamos —dice Gordito number two.
Tú creías que el ladrón había accedido a tu terraza valiéndose de una escalera. Equivocada estabas.
—Sin lugar a dudas trepó por el tubo de gas —agrega Gordito number one—. Esta es la nueva modalidad de robo —te explica—, sobre todo en verano cuando las ventanas están abiertas. Trepan fácilmente por el tubo, entran y se llevan lo primero que pillan.
«Menos mal que lo primero que el ladrón encontró fue mi ordenador y no a Ernesto», te dices intentando buscar el lado positivo, desde luego te dolería mucho más el robo de tu mascota que el de tu computadora.
Entonces Gordito number one abre su maletín y saca un polvo blanco. En este momento se le pide al lector que no piense mal de los Gordis, su único vicio son las croquetas, los potajes y los torreznos extra crujientes que preparan sus esposas, el polvo blanco parece ser que sirve para detectar huellas, o por lo menos eso es lo que te dicen, si a escondidas ellos lo usan con otros fines tú nunca te enterarás. También saca de su maletín una especie de pincel y comienza a pasar el polvo por la barandilla de tu terraza, por la zona que está cercana al tubo de gas.
—¡Ahí está la huella! —grita Gordito number two.
—La veo —asegura Gordito number one—. Pero... espera..., mírala bien... ¡Está incompleta!
—Tienes razón. No nos merece la pena cogerla.
—Lo siento doña, esta huella no nos sirve.
O sea, resumiendo: alguien se metió en tu casa por la noche mientras dormías, se llevó tu ordenador, Warrick Brown no vino a resolverte el caso y de paso invitarte a unirte en matrimonio con él, el ladrón no te demostró su arrepentimiento devolviéndote tu ordenador y entregándote una suculenta suma de euros por los daños causados, y la huella no sirve para nada.
—Debería mandar a hacer una cubierta de aluminio para el tubo de gas, que vaya sujeta a la pared, así no podrán subir trepando —te dice Gordito number one—. Y sería una buena idea que ponga rejas.
Esa misma tarde colocas trabas en las ventanas y pides un presupuesto para poner la cubierta sobre el tubo de gas. El resto del verano duermes con todas las ventanas cerradas y no le envías buenos deseos a Warrick con tu mente, pues no le perdonas que no se haya ocupado de tu caso, y de pedirte matrimonio. ¡Qué insensible!