Desde 1996 ningún presidente francés había pisado suelo americano en la categoría de “visita de estado”. Si entonces fue Chirac, casi veinte años después fue François Hollande quien aterrizó en Estados Unidos. El encuentro, que pretendía vender al mundo la idea de “amigos para siempre”, simbolizó de algún modo que Hollande ya había olvidado que Estados Unidos espió su móvil.
Obama y Hollande -EFE
Aunque pensándolo bien, justo después que se revelara que 35 líderes mundiales habían sido espiados –revelación que pilló a Hollande, Merkel y compañía en plena cumbre europea en Octubre- el presidente francés fue muy cauto con sus palabras frente a una más cabreada canciller. Entonces Hollande ya dejó claras su prioridad: la relación con EEUU. Incluso bromeó diciendo que tal vez había que agradecerle a Snowden su trabajo porque “así aprenderíamos a protegernos mejor”.
Tras el escandalo por su affair y la posterior separación de hasta entonces su pareja sentimental, Hollande llegó a Washington el lunes por la tarde sólo y agitando los encargados de protocolo de la Casa Blanca. Y lo hizo dispuesto a recuperar la dignidad y la popularidad de su país, o quizás, la suya propia. El mensaje transmitido por Obama y su homologo francés fue claro: “Una década antes, pocos hubiesen imaginado nuestros dos países trabajando tan cerca en tantos ámbitos pero en los últimos años nuestra alianza se ha trasformado”, escribieron en una carta conjunta en The Washington Post.
Y es que en los últimos diez años han pasado cosas. En primer lugar, Francia ha ido superando el bache de la invasión norteamericana de Irak y, en segundo lugar, en 2009, la potencia europea volvió al mando integrado de la OTAN, que De Gaulle abandonó en 1966. Así Washington y París tienen hoy muchas cosas en común. Ambos ocupan un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde tienen derecho a veto, y forman parte de la élite de países que poseen la bomba nuclear. Por no mencionar los foros mundiales o las cumbres como el G20, en las que se encuentran. Pero sobretodo Hollande es el principal aliado de Obama en términos militares, o mejor dicho, el más activo en la lucha contra el terrorismo.
Tal como explican en la carta conjunta en TWP, donde más se aprecia su “estrecha cooperación” es en África. Y aunque en la carta hacen referencia a datos como la apuesta de ambos para combatir el SIDA o fortalecer las instituciones democráticas de algunos países africanos, la verdadera alianza se hizo evidente en el ámbito militar, como demostró Francia al intervenir en Mali con el soporte logístico de Estados Unidos. Una relación que va viento en popa incluso en Siria, ya que París fue de los primeros países en dar apoyo a una posible intervención militar en el país en guerra si Obama daba el primer paso.
En la conferencia de prensa conjunta ofrecida esta semana ambos mandatarios resaltaron su voluntad de afrontar “juntos” los grandes desafíos globales. “Hagamos más cosas juntos”, subrayó el presidente estadounidense. De este modo parece ser que estos dos presidentes con una impopularidad al alza han sepultado el escandalo de espionaje y sus respectivos países están listos para reinstaurar la confianza mutua. La visita de Hollande estuvo, sin duda, cargada de simbolismo. Mucha parafernalia, demasiados elogios. Esto huele a matrimonio de conveniencia.
BLANCA BLAY
@BlancaBlay