Tang Lung (Bruce Lee) llega a Roma para ayudar a una amiga de la familia, Chen Ching Hua (Nora Miao), cuyo restaurante está siendo amenazado por una banda de criminales. Tras ponerle precio a la cabeza de Lung, los criminales contratarán a Colt (Chuck Norris), un americano experto en artes marciales que parece ser el único capaz de derrotarlo.
Tras filmar “The Big Boss” (1971), finalizó el contrato que Bruce Lee tenía con el productor Raymond Chow, lo que le permitió al actor crear su propia productora, a la que le pondría por nombre Concord. Esto no solo le permitió tener completo control creativo sobre su próximo proyecto, sino que además significó que a la hora de asociarse con la productora Golden Harvest, compañía la cual había sido fundada por Chow, estos no le impusieran la contratación del director Lo Wei, cuya relación con Lee se fracturó por completo durante el rodaje de “The Big Boss”. Fue así como Bruce Lee no solo asumió la elaboración del guión de la cinta, sino que además ofició como director y estrella de la misma, marcando uno de los hitos más importantes de su corta carrera. Pese a ser una película hongkonesa, Lee deseaba internacionalizar su carrera, razón por la decidió que uno de los villanos fuese norteamericano. Esto lo llevó a contratar a Chuck Norris, quien en ese entonces aún era un desconocido artista marcial que tuvo la oportunidad de conocer al actor durante una exhibición que el primero realizó a comienzos de los setenta en Long Beach, California.
En el film, Bruce Lee interpreta a Tan Lung, un joven campesino que es enviado a Roma por su tío para ayudar a Chen Ching Hua, cuyo restaurante chino se encuentra bajo el asedio de una banda de criminales. Aunque nunca se explica la razón por la cual el jefe de este grupo de mafiosos desea apoderarse tan urgentemente del lugar, desde el primer minuto queda claro que no aceptarán un no como respuesta, por lo que hasta que Chen Ching se decida a firmar el contrato de venta del local, se dedicaran a ahuyentar a los clientes del lugar y a golpear a los empleados, empujando a estos a aprender karate para poder sacar el negocio adelante. No es hasta que llega Tan Lung, quien logra repeler a los criminales del lugar, que estos deciden contratar a tres expertos en artes marciales, entre los que se encuentra el personaje interpretado por Chuck Norris, con quien el protagonista tendrá un climático combate al interior del coliseo romano. Si bien esta es básicamente la trama, la cual en términos generales parece bastante cliché, presenta algunos elementos interesantes, que bien pueden ser vistos como las inquietudes profesionales y personales que tenía Bruce Lee en aquella época, y que quiso plasmar en algo más de una hora y media de metraje.
Desde el inicio del film, queda claro que Bruce Lee deseaba a toda costa demostrar sus dotes como actor cómico, y sabía que esta era la oportunidad para hacerlo. Fue asi como él opta por insertar el aspecto cómico de la historia dentro del tema del choque cultural al que debe enfrentarse Tan Lung a su llegada a Roma. En toda la secuencia en la que el protagonista se pasea ansiosamente por el aeropuerto buscando comida mientras alguien va a recogerlo, se ven las dificultades que se le presentan por el mero hecho de no hablar italiano. Antes de llegar a uno de los restaurantes que posee el aeropuerto, en su intento desesperado por conseguir alimento, el protagonista intenta sin éxito robarle un helado a un niño. El mismo problema idiomático lo llevará a pedir por equivocación cinco platos de sopa en el ya mencionado restaurante, lo que dificilmente logra saciar su apetito. El tema de la comunicación no es lo único que dificultará la adaptación de Tan Lung a su nuevo hogar. Su vestimenta, la cual es típica de China, es objeto de burla entre sus compatriotas que trabajan en el restaurante, los cuales llevan años viviendo en Europa. Lo mismo sucede con su comportamiento, el cual es visto con desconfianza y algo de sorpresa por quienes lo rodean. Probablemente el momento que mejor ejemplifica este “traumatizante” primer encuentro con la cultura italiana, es aquel en que una bella joven lleva al protagonista a su departamento. Este siendo un hombre de campo, el cual está acostumbrado a una solemnidad constante en su actuar, termina actuando como un niño asustadizo cuando se encuentra de golpe con la joven desnuda en frente suyo.
Mientras que el segmento cómico del film se prolonga durante la primera media hora de metraje, el tema de la dicotomía cultural se extiende durante toda la cinta, aunque no de forma tan explícita. Dentro del discurso de Tan Lung se percibe un marcado patriotismo, lo cual bien puede ser visto como una extensión del pensamiento de Bruce Lee, quien ya había expuesto su fervor por la cultura china en el film “Fist of Fury” (1971). Resulta curioso que antes de la llegada del protagonista a Roma, todos los meseros del restaurante chino practiquen karate y no kung-fu, teniendo en cuenta que el primero es originario de Japón. Con el arribo de Tan Lung, el resto de sus compatriotas no solo aprenden a valorar el kung-fu, sino que además logran vencer a sus rivales por primera vez en mucho tiempo. Ya durante el segundo tramo de la cinta, esta se vuelca de lleno a las escenas de acción, las cuales en su mayoría ocurren en el pequeño patio trasero del restaurante. Es ahí donde Bruce Lee demuestra las razones que lo llevaron a convertirse en una figura inmortal dentro del cine de artes marciales. Las escenas de lucha, las cuales fueron coreografiadas por él, no suelen caracterizarse por su espectacularidad, sino que se destacan por la crudeza bestial que exhibe el actor en cada movimiento que realiza. Es por esto que el centro de atención de dichas secuencias son la velocidad de cada uno de los movimientos de Lee, y el daño que estos provocan en sus oponentes.
Las escenas de acción son bastantes y en su mayoría resultan ser entretenidas y visualmente atractivas, pero ninguna se compara a la famosa secuencia que enfrenta a Tan Lung con el personaje interpretado por Chuck Norris. No solo el escenario donde esta transcurre le otorga un aire épico a todo el asunto, sino que además la lucha está muy bien coreografiada, y el hecho de que no exista diálogo alguno mientras ocurre el enfrentamiento, le imprime un cierto grado de solemnidad a este choque de titanes del género. Pese a que la cinta presenta una serie de elementos destacables, no es precisamente la mejor obra de Lee. Las actuaciones en general son algo mediocres, siendo Nora Miao prácticamente la única que realiza un buen trabajo, interpretando a esta joven mujer que intenta sacar adelante su negocio, y que tras superar la nefasta primera impresión que tiene del protagonista, comienza a sentir algo más profundo por este. Si bien Bruce Lee demuestra tener gracia como actor cómico, recurriendo bastante al humor slapstick y a la expresividad de su rostro, por momentos cae en la sobreactuación y parece estar algo desconectado del medio que lo rodea. En cuanto a Norris, este tiene escasas líneas de diálogo, pero de todas formas interpreta con sobriedad a un personaje que si bien es contratado para asesinar al protagonista, no oculta el respeto que este siente por él.
En el aspecto técnico, si bien es meritorio el hecho de que se le haya sacado el máximo provecho posible a algunas locaciones turísticas en Roma, el trabajo de fotografía de Tadashi Nishimoto resulta ser mediocre. Afortunadamente no sucede lo mismo con la banda sonora compuesta por Joseph Koo, la cual acompaña de buena manera a las imágenes, en especial durante el segmento cómico del film. Con respecto a esto, existe un dato curioso en relación a la banda sonora. Por razones que desconozco, Koo tomó prestado parte de la música que Ennio Morricone compuso para la cinta “Once Upon a Time in the West” (1968), y uno de los temas de la banda sonora de “Diamonds Are Forever” (1971), la cual estuvo a cargo de John Barry, para acompañar dos escenas claves de la película. Más allá de esta curiosidad, “Way of the Dragon” se caracteriza por ser un largometraje entretenido, que posee un buen ritmo narrativo, bastantes escenas de acción, y la magnética presencia del siempre carismático Bruce Lee. En la vereda contraria, la historia por momentos carece de cohesión, dejando una buena cantidad de interrogantes sin responder sobre la mesa, los diálogos son pocos inspirados, y posee un par de vueltas de tuerca que si bien son sorprendentes, parecen innecesarias. Pese a sus defectos, "Way of the Dragon” posee una cantidad suficiente de elementos redentores como para convertirse en una película recomendable, y tiene la virtud de haber sido la causante de lanzar a Chuck Norris al estrellato, y haberle otorgado a Bruce Lee la oportunidad de alcanzar su sueño e insertarse en la industría hollywoodense, aunque fuese por muy poco tiempo.
por Fantomas.