OUR TOWN, OUR LAW (28 DE MAYO DE 2015) -AVISO SPOILERS-
Uno de los defectos de Wayward Pines puede ser también su mayor virtud.
Las cosas ocurren tan deprisa que es imposible aburrirse. Eso está bien. Pero quizás por el camino se abandonan ideas que podrían haber sido mejor desarrolladas.Por ejemplo, el personaje de Kate Hewson (Carla Gugino) ofrece la oportunidad de indagar en la verdadera naturaleza de una persona. ¿Quién es realmente Kate? ¿Es la mujer fuerte y valiente de la que se enamoró Ethan Burke o una cobarde? Ella afirma que la única forma de sobrevivir en el pueblo es seguir las reglas, enterrar su verdadero yo, fingir que no ocurre nada. Pasarse el resto de su vida como un robot, hablando con personas huecas y estableciendo relaciones falsas y superficiales en el misterioso pueblo. Pero Ethan quiere creer que la verdadera Kate no se ha vuelto malvada -a pesar de que asistió a la ejecución pública de Beverly (Juliette Lewis)- y que la que conoció sigue ahí, en el fondo, en algún lugar de su psique.
El otro apunte interesante es la familia como instrumento de opresión. Sea quien sea el que controla Wayward Pines, sabe que si Ethan Burke se ve obligado a ocuparse de su familia, no se arriesgará a rebelarse. Es la misma responsabilidad que en la vida real nos obliga a "sentar cabeza" y a visitar los centros comerciales empujando un carrito de bebé.
Lo interesante es que, al menos en este capítulo, la estrategia de los opresores no funciona porque hay un elemento desestabilizador en la familia de Burke: una infidelidad con Kate. Es el desequilibrio clásico del argumento arquetípico conservador que me hace pensar que al final, la mujer infiel morirá, y el orden familiar será restablecido. Lo cierto es que la familia de Burke cambia la dinámica de la serie ya en su tercer episodio.Por último tenemos la teoría extraterrestre: el extraño garaje en el que se infiltra Burke, con esas luces que brillan por la ventana del coche de su mujer -una imagen que hace pensar en Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977)- y los seres que se llevan el cadáver del sheriff Pope (Terrence Howard) -ya han matado a dos personajes importantes en tres capítulos, otro signo de que esto va a toda velocidad- y la sensación de que la gigantesca puerta no está ahí para evitar que la gente escape, sino para que algo no entre.
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